Los inversionistas internacionales dejaron de lado su apetito por bonos de deuda costarricenses, pues el precio de la deuda soberana tiene una tendencia a la baja justo en el mismo momento en que la agenda asociada a los compromisos con el FMI se encuentra estancada en la Asamblea Legislativa.
Cuando el precio relativo de un bono desciende, su rendimiento aumenta, movimiento que es percibido en los mercados internacionales como un incremento del riesgo del emisor.
En las últimas dos semanas los bonos más cortos (2023 y 2025), es decir los que están más cercanos a vencer, han caído en términos de precio, un poco más de un punto porcentual Mientras que los soberanos más lejanos a vencer perdieron hasta seis puntos.
Datos aportados por BN Valores a EF, muestran caídas importantes en los precios de las series con vencimiento en 2025 (-2,05%), en 2031 (-3,16) y en 2044 (-4,12%) desde que inició el mes hasta el pasado miércoles 22 de setiembre.
El comportamiento de depreciación de su valor empezó a observarse en los primeros días de junio, pero se intensificó a partir del 9 de setiembre.
Además, después del anuncio del pasado miércoles 22 de setiembre sobre la revisión de metas por parte del grupo técnico del FMI, los bonos se siguieron depreciando levemente. La resolución esta revisión se dará a conocer el próximo miércoles 6 de octubre.
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La caída en los precios de los títulos de deuda externa impacta el flujo de caja del Ministerio de Hacienda indirectamente porque encarece cada nuevo financiamiento. Sucede con las emisiones de deuda local porque los precios internacionales se convierten en una referencia para el mercado nacional.
Emmanuel Agüero, gestor de Inversiones del puesto de bolsa Mercado de Valores, explicó que al analizar el comportamiento de los bonos soberanos es necesario analizar dos escenarios: el componente externo y el doméstico.
Señales internacionales
Melvin Garita, economista y gerente general de BN Valores explicó a nivel de mercado internacional la variante delta de la COVID-19 está generando una serie de interrogantes, principalmente sobre la capacidad de resiliencia de los mercados globales.
Para el componente externo Agüero también agregó que los mercados atraviesan una fase de incertidumbre y ante la proyección a la baja del crecimiento económico por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED por sus siglas en inglés) se ha observado un comportamiento descendente en las bolsas.
Como resultado hay una tendencia de ‘risk off’ (fuera de riesgo), esto implica que los bonos de alto riesgo, como es el caso de Costa Rica, pierden atractivo y son menos deseados, para los inversionistas.
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Señales domésticas
En el ámbito nacional entran en juego, según Garita y Argüero, varios factores, pero existe uno que predomina a lo largo de los años y es la voluntad (o falta de esta) para llegar a acuerdos políticos con respecto a las reformas fiscales de manera ágil y rápida.
Se refirieron particularmente al retraso en el trámite del proyecto de Ley Marco de Empleo Público (21.336) que se encontraba estancado en la consulta de constitucionalidad, a pesar de que se definió como una meta estructural del acuerdo (de relevancia mayor).
Además, las iniciativas que se plantearon para incrementar los ingresos del Estado apenas caminan en el Congreso.
“Siempre entra en juego el papel político de Costa Rica, específicamente el impasse con respecto a la agenda del FMI”, agregó Garita.
Agüero añadió que con los inversionistas y participantes del Mercado de Valores, también han sido muy insistentes en que el compromiso fiscal que presenten los candidatos durante el periodo electoral será clave.
Calificadoras dudosas
Costa Rica ha tenido un avance importante en la consolidación de sus finanzas públicas, en el acumulado de enero a marzo del 2021, estas tuvieron un resultado de 0,61% de la producción, desde entonces las cifras se mantienen positivas.
Pese a que Costa Rica ha presentado mejoras de las cifras fiscales, los consultores de las calificadoras Moody’s y Fitch Ratings expresan que el país aún tiene una gran deuda pendiente para la mejora de sus indicadores macroeconómicos y principalmente el porcentaje de deuda.
En una entrevista para EF, Gabriel Torres, analista senior de Moody’s advirtió que no es suficiente demostrar que el país ha presentado tres meses de superávit primario. “Fueron más de diez años formando la deuda y el déficit fiscal, en unos meses no van a corregirlo todo, es un proceso y estamos conscientes de eso”, agregó.
Por su parte, la calificadora de riesgo Fitch Ratings, aseguró en un comunicado de prensa que pese a los esfuerzos de consolidación fiscal, la falta de voluntad política para la consolidación de acuerdos prioritarios para la mejora de las finanzas públicas, una alta carga de intereses y el aumento de casos de coronavirus, mantienen a Costa Rica con una calificación de “B” con perspectiva negativa según el régimen de la calificadora Fitch Ratings.
Según los voceros de la calificadora, Costa Rica podría estar llegando a un punto de inflexión luego de un sólido resultado en las cifras fiscales de julio, las cuales mostraron un superávit, después de más de diez años.
Volatilidad
Esta no es la primera vez que los precios de los eurobonos reaccionan intensamente ante los estímulos externos o a lo interno de Costa Rica.
Por ejemplo, en octubre del 2020 señales como el retiro de la propuesta para negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI); seguida por los bloqueos callejeros que desataron violencia, el fracaso del diálogo nacional convocado por el Gobierno y la discusión del Presupuesto Nacional 2021 en el que la oposición exigió más recortes al gasto público; provocaron una caída de hasta 15 puntos porcentuales (p.p.) en el precio de los bonos.
Este 2021 los mercados iniciaron esperanzados debido a los diferentes acuerdos políticos para la reestructuración de las finanzas públicas, pero en julio la combinación del alza en la inflación en Estados Unidos y el hecho de que el Congreso sacara de la corriente legislativa la aprobación en segundo debate del crédito con el Fondo Monetario Internacional, provocó que los eurobonos se deprecian por la poca preocupación por parte del Ejecutivo por solventar el problema y apresurar la aprobación de crédito.