El pasado 24 de mayo el Banco Central de Costa Rica (BCCR) dio respuesta —en líneas generales negativa— a 11 solicitudes hechas en conjunto por 14 cámaras empresariales con respecto a la política monetaria y cambiaria llevada a cabo por el ente emisor. El resultado fue más de lo mismo: un BCCR que no cedió ante las preocupaciones de una parte del sector productivo y unas cámaras que todavía piden algunas soluciones que no son compatibles con el régimen del país o que de pleno no le competen al Central.
Esta discrepancia entre varios sectores productivos y el BCCR no es nueva, lleva poco más de un año: prácticamente desde que la caída en el tipo de cambio se agudizó y las tasas de interés se mantuvieron elevadas pese a la baja en la inflación.
Para tratar de crear puentes entre ambas partes, se agruparon 14 representantes de distintos sectores empresariales para conversar con las autoridades del BCCR en una reunión moderada por un inusual participante: la Iglesia Católica, mediante el monseñor José Rafael Quirós.
De allí salieron las 11 solicitudes que posteriormente la Junta Directiva del Banco Central, en líneas generales, rechazó.
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Los pedidos fueron hechos por el Congreso Nacional Cafetalero, la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep), la Cámara Nacional de Transportes de Carga (Canatrac), la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (Canapep), la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC), la Cámara Nacional de Bananeros, la Cámara de exportadores (Cadexco), la Asociación de Zonas Francas (Azofras), la Asociación de Productores de Banano (Asoproban), la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR) y la Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria (CNAA).
De fácil rechazo
Algunas de estas propuestas nacieron con casi nulas posibilidades de ser aceptadas, ya sea porque tenían poco asidero legal o porque son decisiones que se han tomado en el pasado con pocos resultados positivos. Por ejemplo, se solicitó establecer un “tipo de cambio real neutro”. Para lograrlo pidieron la devaluación gradual de la moneda nacional en un 3% anual, como dicen que fue la tendencia entre 2013 y 2019, “lo cuál daría como resultado un tipo de cambio cercano a los ¢620″.
Esto no solo es incompatible con las normas actuales, las cuales en teoría prohíben que el BCCR defina un precio o una tendencia específica para el dólar, sino que, en consideración de Rodrigo Cubero, expresidente del Banco Central, sería contraproducente.
“Nos introduciría las consecuencias negativas que tuvo el régimen de mini devaluaciones, que fue la creación de una inercia inflacionaria muy fuerte. Como los agentes económicos habían entendido que el tipo de cambio se movía en una sola dirección, al alza, entonces los agentes empezaban a incorporar esa expectativa de depreciación en sus expectativas de precios, en sus expectativas de inflación, y eso generaba inflación muy alta”, explica Cubero.
Además, se incluyeron solicitudes que no están dentro de las competencias del BCCR —ya sea porque su ley no se lo permite o porque le corresponde a otros actores públicos—, como controlar el endeudamiento externo del Gobierno (aunque sí pueden emitir criterios no vinculantes), que el Poder Ejecutivo sea claro si ha tomado la decisión de “cambiar el modelo de desarrollo del país” y subir la prioridad del empleo pleno dentro de los objetivos del BCCR, lo cual requeriría de modificaciones en la ley orgánica del Central que solo puede hacer la Asamblea Legislativa.
También hay otras solicitudes que en teoría el Banco ya aplicó, pero tal vez no con la vehemencia o el resultado que le hubiese gustado a los representantes de las cámaras.
Una de las peticiones, anunciar un programa de compra de reservas para reponer el pago anticipado del préstamo del FLAR ($825 millones) y para incrementar en $2.000 millones más las reservas internacionales (este tipo de compras tienden a poner una presión hacia el alza en el tipo de cambio).
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El Central respondió que había anunciado el 21 de marzo que procuraría restituir el pago al FLAR y que desde el anuncio ha comprado montos superiores a lo pagado ($847 millones).
No obstante, Daniel Ortiz, economista y director de la firma Cefsa, considera que la comunicación no fue fuerte. “No ha sido claro en lo que fue la compra de reservas. Empezó a comprar, pero nunca anunció un programa formal, a la gente no le llegó. Creo que ha sido muy débil en formar expectativas. Prepagó el FLAR, pero ya muy tarde”, dice Ortiz.
Solo en 2023 el BCCR compró alrededor de $6.600 millones en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex, dónde se transa la divisa), más que en todo el 2022 y 2021 juntos. Casi un 30% de dichas compras fueron para incrementar reservas.
Solicitudes a considerar
Esta combinación de solicitudes cuestionables le dio al Central una salida fácil: decir que no le compete hacerlo, que ya lo hizo o que no es viable. Sin embargo, esto no significa que las preocupaciones expresadas por las cámaras no sean válidas. Con un tipo de cambio que llegó a estar en su nivel más bajo de los últimos diez años es natural que los empresarios que venden en la moneda extranjera se vean lastimados.
“Las empresas que venden en dólares están vendiendo a precios del 2006-2008, pero tienen costos del 2024. Desde entonces la inflación creció más de un 100%, el salario mínimo, el costo de la electricidad, los tributos que pagan también han crecido sustancialmente”, dice Ortiz.
En esa misma línea, una de las solicitudes propuestas fue que en los Informes de Política Monetaria (IPM) se profundizara más sobre las consecuencias de la caída en el tipo de cambio.
Cubero menciona que esa sugerencia debería ser de recibo para el Central. “Me parece, un tema desde el punto de vista analítico, de investigación y de relevancia para las políticas públicas, sería apropiado para tratarse en un recuadro o en un capítulo específico del IPM”, agregó el exjerarca.
A la solicitud el BCCR respondió que ya ha hecho investigaciones sobre el tema, sin embargo, agregó ejemplos que versan más sobre las causas de la apreciación y no necesariamente sobre las consecuencias.
Otra solicitud que también ha sido punto de crítica para el Central es la de bajar su Tasa de Política Monetaria (TPM). Aunque en este 2024 ha hecho ajustes a la baja importantes se le achaca que ha permitido que la inflación esté en terreno negativo por 11 meses consecutivos al mismo tiempo que mantiene una TPM en postura restrictiva (alta).
Si bien el banco debería tener independencia a la hora de fijar su tasa (es decir, no puede simplemente obedecer la solicitud de bajarla a un 3,5%, como piden las cámaras) sí es llamativa la prudencia del BCCR, dadas las condiciones internas.
“Costa Rica es el único país en el mundo que tiene ya 11 meses de inflación negativa, entonces uno se pregunta si el banco está realmente apegado a una política de metas de inflación”, dice Ortiz.
También hay otras respuestas que, si bien no son técnicamente incorrectas, naturalmente dejan un sinsabor en la boca en los solicitantes. Por ejemplo, una de las solicitudes era que el BCCR mostrara “un mayor grado de empatía” con los sectores afectados por las políticas monetaria y cambiarias del Central.
La respuesta fue que, aunque el BCCR dice estar abierto al diálogo, debe tener un enfoque macroeconómico en cómo se dirige, “lo que implica considerar los efectos de dichas acciones de política en todos los agentes económicos”. Esto podría interpretarse como que no va a preocuparse con particularidad en un grupo en específico.
Descontento
Ortiz menciona que su interpretación de las respuestas del BCCR es que el ente emisor se encuentra “tranquilo” con el valor que tiene actualmente en el tipo de cambio. También criticó que el Central no reconociera más explícitamente la influencia que, en su consideración, ha tenido el endeudamiento externo del Gobierno y la política monetaria del BCCR sobre el valor del dólar.
“Está muy tranquilo con en el tema de que el tipo de cambio lo determinan las fuerzas de oferta y demanda, pero se le olvida que el mercado cambiario lo organiza él y que él es uno de los mayores participantes”, agrega el economista de Cefsa.
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Representantes de las cámaras que se reunieron con el Banco se mostraron insatisfechos. Por ejemplo, Abel Chaves, presidente de Canapep, le mencionó a La Nación que las posturas del ente emisor no han cambiado pese a las reuniones. Randall Murillo, director de la CCC, también le dijo a ese mismo medio que le preocupa la falta de diálogo y conexión del Central con los sectores afectados.
Esto se veía venir incluso antes de que dieran las respuestas oficiales, ya que hubo cierto descontento después de la reunión de abril. Según reportó La Nación, Victor Pérez, presidente de Cadexco, indicó que los resultados de la reunión fueron similares a los de encuentros anteriores. “No logramos conseguir una hoja de ruta del Banco Central donde se nos indique qué otras medidas se pueden tomar para que haya un tipo de cambio más justo”, mencionó entonces.
Todas las solicitudes y respuestas del Central se pueden encontrar en este enlace, dentro del sitio web de la entidad.