El matrimonio concertado entre UBS y Credit Suisse creará el mayor banco jamás visto en Suiza, pero algunos se preguntan si su enorme tamaño no será perjudicial para la entidad y para el tejido económico del país.
El acuerdo cerrado el domingo por la noche evitó el colapso de la segunda entidad del país, pero a costa de fusionarse con su principal rival y líder del mercado.
Antes de las turbulencias de la semana pasada, ambas firmas figuraban entre los 30 bancos considerados demasiado grandes para caer debido a su importancia capital en el sistema financiero global.
Pero en algunos círculos políticos, industriales y empresariales temen que un banco todavía mayor sea peor.
“Credit Suisse era realmente el banco de la economía y la industria”, explica a la AFP Philippe Cordonier de Swissmem, la asociación nacional que representa a la industria de ingeniería.
Para las compañías de exportación, Credit Suisse ofrecía un abanico de servicios esenciales para las transacciones internacionales como “pagos al extranjero, créditos, alquiler y cobertura de divisas”, dice.
Menos competencia
“Aquí es donde entra la pregunta de qué habilidades se van a mantener”, apunta Cordonier, dado que los perfiles de ambos bancos, aunque similares, no son idénticos.
De momento, muchas cuestiones siguen sin respuestas.
Tal adquisición normalmente necesitaría meses de negociaciones, pero UBS solo dispuso de un par de días ante la fuerte presión de las autoridades suizas.
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El director ejecutivo de UBS, Ralph Hamers, admitió en una conferencia de analistas que todavía no tenía todos los detalles de la operación.
Suiza es una confederación de 26 cantones y Cordonier señala que la alternativa pueda pasar de los bancos nacionales a los bancos cantonales.
Sin embargo, muchas de estas entidades más pequeñas no disponen de las capacidades para ayudar a las compañías a exportar a mercados lejanos como Asia y tendrán que desarrollarlas.
Y la otra opción sería acudir a bancos extranjeros, aunque no tienen “conocimiento profundo” del mercado suizo, afirma Cordonier.
“Si solo hay un gran banco con capacidad de operar internacionalmente, esto va a restringir la elección de soluciones para las compañías”, asegura este ingeniero, también preocupado por la repercusión en el coste “si hay menos competencia”.
Preocupación de las pymes
Fundada en 1856 por Alfred Escher, el padrino de los ferrocarriles helvéticos, Credit Suisse está estrechamente ligado al desarrollo económico del país.
El banco financió la expansión de la red ferroviaria, la construcción del túnel de San Gotardo que cruza los Alpes y el nacimiento de empresas suizas que se convirtieron en líderes de sus sectores.
“Hace 25 años, había cuatro grandes bancos suizos”, recordó la Federación Suiza de Compañías, que representa a pequeñas y medianas empresas.
El sector ya vivió una importante convergencia en 1998 con la unión de Swiss Bank Corporation y Union Bank of Switzerland para crear la moderna UBS.
“La concentración en un número menor de bancos reduce la competencia y hace más difícil obtener buenas condiciones de financiación para las pymes”, dijo la federación en un comunicado.
La fusión orquestada también provocó virulentas críticas en los círculos políticos de Suiza.
Voces de distintas ideologías pidieron endurecer la regulación, ya estricta en Suiza, ante la emergencia de este nuevo gigante que dominará el sector bancario.
“Solución rápida y factible”
“Al menos” debería considerarse una nacionalización parcial, dijo Tobias Straumann, profesor de historia económica en la Universidad de Zúrich, al diario Berner Zeitung.
Carlo Lombardini, abogado y profesor de derecho bancario en la Universidad de Lausana, reconoció que la compra por parte de UBS “era seguramente la única solución rápida y factible”.
Sin embargo, él hubiera preferido otro desenlace, como una adquisición “de un banco extranjero”, dijo a la AFP. “Pero un gran grupo extranjero no realiza adquisiciones en un fin de semana”, admitió.
La otra solución hubiera sido nacionalizar Credit Suisse para “impulsar un buen banco” y consolidar los activos precarios en un “banco malo” que debería liquidarse, explicó.
Pero ya es demasiado tarde para estas especulaciones, dijo Lombardini.
“Es como preguntarse qué hubiera pasado si Napoleón no hubiera perdido en Waterloo”, contó. “El problema real es que tendremos un banco todavía más demasiado grande para caer”, agregó.