El ritmo de desaceleración de la economía china, con las turbulencias financieras que podría arrastrar, es la principal preocupación para la OCDE, que en su informe interino de perspectivas publicado este 16 de setiembre espera, no obstante, que la recuperación en Estados Unidos y en la zona euro avance en 2015 y 2016.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elevó incluso sus estimaciones sobre la progresión del Producto Interior Bruto (PIB) este año tanto para la zona euro (1,6%, una décima más de lo anticipado en junio), como sobre todo para Estados Unidos (2,4 %, cuatro décimas más).
Sin embargo, rebajó las de 2016, que en cualquier caso siguen siendo mejores que las de 2015: 1,9% para la zona euro (dos décimas menos de lo anticipado antes del verano) y 2,6% para Estados Unidos (dos décimas menos).
La razón es la desaceleración de la economía china, que según algunos indicadores podría ser más pronunciada de lo que señalan sus cifras del PIB, indicó en una conferencia de prensa la economista jefe de la OCDE, Catherine Mann.
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De hecho, la organización ha corregido a la baja sus cálculos de incremento de la producción en China, de forma que del 7,4% de 2014, se pasará al 6,7% este ejercicio (una décima menos de lo anunciado en primavera) y al 6,5% el próximo (dos décimas menos).
La evolución de China está ya teniendo un impacto sobre todo en los países emergentes exportadores de materias primas, porque ha habido una inflexión en las importaciones del gigante asiático y los precios en algunos casos -el petróleo es el más paradigmático- se han hundido.
Mann hizo hincapié en que el ritmo de aumento de las importaciones chinas este año será inferior al que se constató en 2009, en el punto álgido de la crisis financiera.
Entre los grandes afectados están Rusia y Brasil, que han entrado en recesión. De acuerdo con la OCDE, el PIB de Brasil caerá un 2,8 % este año (dos puntos porcentuales más de lo que había augurado en junio) y de nuevo un 0,7% en 2016 (1,8 puntos de corrección a la baja).
La economista jefe admitió que la situación de China es "la principal razón" de ese comportamiento de la economía brasileña, pero añadió que hay otras "cuestiones internas", como el deterioro de su posición fiscal, las "turbulencias" por el escándalo de Petrobras y "la incertidumbre política".
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Aunque no sea su escenario de referencia, la OCDE ha calculado que una caída de la demanda doméstica de China de dos puntos porcentuales durante dos años le amputaría más de un punto de PIB a ese país tanto en 2015 como en 2016, más de medio punto a Japón y alrededor de 0,25 puntos tanto a EEUU como a la zona euro.
Sobre Estados Unidos, Mann se esforzó en señalar lo sensible que va a ser la anunciada subida de tipos de interés de la Reserva Federal, y a ese respecto insistió en que "el calendario es mucho menos importante que el ritmo".
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En concreto, un rápido encarecimiento del precio del dinero haría perder 0,4 puntos de PIB a la economía estadounidense si se compara con el efecto que tendría un ascenso "gradual".
Mann indicó que la zona euro, donde algunos países más afectados por la crisis, y en particular España, están entre los que con más fuerza crecen ahora, está experimentando una recuperación decepcionante si se tienen en cuenta los estímulos monetarios y las condiciones favorables que se dan.
Para ilustrarlo, indicó que la baja de tipos de largo plazo, la depreciación del euro y el descenso del precio del petróleo deberían haberle supuesto un empuje de casi 1,8 puntos de PIB suplementarios este año, pero en la práctica se va a quedar en un punto menos.
El principal motivo es que los canales de transmisión de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) a los mercados de crédito no funcionan bien, y el resultado es que el nivel de préstamos a las empresas es muy inferior en Europa al de Estados Unidos y la inversión continúa un 15 % por debajo del volumen existente antes de la crisis.
Para la OCDE, corregir esa situación requiere avanzar más en la unión bancaria, pero también un saneamiento del mercado del crédito, con un reconocimiento más amplio de los créditos dudosos, como se hizo en Estados Unidos rápidamente desde 2009.