Las aseguradoras terminaron el 2018 sin generar pérdidas, pero con menores réditos que el año previo y más dependientes de los ingresos provenientes de las inversiones financieras.
Al cierre de ese año, acumularon poco más de ¢80.000 millones en ganancias, pero esa cifra incluye una caída del 23% respecto al 2017.
Además, el 66% de esos ingresos provino de las inversiones que hicieron las compañías con sus recursos en instrumentos financieros y el resto de la comercialización de las pólizas.
Mientras que la mayoría de utilidades del Instituto Nacional de Seguros (INS) provienen de las inversiones, las aseguradoras privadas más grandes se sostienen a base de ingresos de la venta de seguros.
Siete aseguradoras más, al lado del INS, generan más ingresos en inversiones que en el negocio puro.
Estos datos provienen de las nuevas cuentas técnico-financieras que publicó la Superintendencia General de Seguros (Sugese), las cuales muestran una fotografía más real de la salud de las aseguradoras.
Por un lado, está la cuenta técnica, el dinero que ya entró a las arcas de cada aseguradora por los seguros que vendió y el monto que pagó por los siniestros y sus gastos. Por otro, la cuenta financiera, donde yacen las inversiones que realiza la compañía y por las cuales recibe rendimientos.
¿Qué dicen ambas cuentas sobre la salud financiera de una aseguradora? Permiten conocer si los recursos que ganó la compañía en un período determinado fueron suficientes para pagar los pasivos y cuántas ganancias le quedaron en el bolsillo luego de saldar sus obligaciones.
También posibilitan saber de dónde provienen los recursos que generan la mayor porción de las utilidades: si de la comercialización de las pólizas o de las inversiones en instrumentos financieros.
En 2018, solamente Quálitas y Triple-S tuvieron pérdidas en su balance general. Además, cuatro aseguradoras privadas y el INS registraron una caída en sus utilidades respecto al año previo.
Los réditos por inversiones
Las ganancias por las inversiones cayeron, pero aun así registraron una robusta cifra que le permitió a la industria cerrar el año con importantes utilidades (¢52.961 millones).
La mayor parte fue generada por el INS, acorde con el tamaño de su capital e inversión.
Más allá de su dinamismo, el peso que tienen dentro de los ingresos de las aseguradoras es el principal tema de discusión.
¿Es adecuado que la mayor porción de los ingresos provenga de inversiones? En esto hay posiciones encontradas.
A criterio de la Sugese, esto es posible únicamente en períodos de dificultad o al inicio de la operación de una compañía.
“No es adecuado que la parte financiera supla una parte importante de este ingreso. En el largo plazo, la sostenibilidad del negocio la da la cuenta técnica”, afirmó Tomás Soley, jerarca de Sugese.
Sin embargo, la defensa del INS es que este comportamiento es usual en el mercado de seguros y “más en una entidad que ha logrado consolidar una robustas inversiones como parte de su propia actividad”.
De los ¢52.283 millones en ganancias que generó esta institución en 2018, el 74% provino de las inversiones que realizó en ese período.
“Es deseable que la contribución del negocio asegurador aumente, pero es muy poco probable que pueda superar a la contribución de las inversiones a los resultados. El negocio de inversiones es el que, por lo general, realiza la mayor contribución”, explicó Luis Fernando Monge, subgerente del INS.
A marzo, su cartera de inversiones se componía de ¢1,4 billones, con operaciones en el corto y largo plazo, y diversificadas entre Gobierno, entidades financieras que operan en el país, multinacionales e instituciones públicas.
En la otra acera están las compañías privadas. Aun aquellas que hoy dependen más de las inversiones dicen que estas deben ser solo un complemento de los ingresos.
Debido al menor tiempo de operación, es común que la parte financiera supla una porción importante del ingreso en períodos de acomodo en el mercado (cuando usualmente esas compañías registran pérdidas).
Es por lo anterior que el mayor peso de las inversiones en las ganancias también es visto en algunas aseguradoras privadas, por ejemplo Oceánica de Seguros, Quálitas, Mapfre y Sagicor.
Esta situación da un giro en las compañías con mayores utilidades (ASSA, Palig), puesto que generan más ingresos en el negocio puro de seguros que en las inversiones.
A ellas se les une Davivienda Seguros, mientras que Best Meridian Insurance y Lafise Seguros tienen resultados muy similares entre una cuenta y otra.
“Somos creyentes en que los aseguradores debemos tener una adecuada disciplina y responsabilidad en la técnica del negocio y dejar como complementario los ingresos de sus inversiones”, explicó Giaancarlo Camaño, gerente de ASSA.
¿Y el negocio puro?
Las utilidades que dejó la comercialización de pólizas a las compañías fueron menores en 2018, porque, al lado de un leve dinamismo en el ingreso por primas, la industria experimentó un mayor crecimiento de los siniestros.
El ingreso por las primas llegó a los ¢855.608 millones, un 2% más que en el 2017.
Por su parte, el pago por los siniestros creció mucho más (11%), al punto de adueñarse de casi la mitad del ingreso por primas.
Este panorama golpeó las arcas de las aseguradoras. Cinco de las 13 que operan en el país registraron menores utilidades respecto al 2017. Además, cuatro de ellas reportaron pérdidas.
La negociación pura de pólizas le generó la mitad de los réditos al INS, en comparación con lo que registró un año atrás.
La compañía no detalló las razones del comportamiento del 2018, pero sí afirmó tener resultados muy superiores en 2019.
Otro caso llamativo es Quálitas. En 2017, logró obtener un resultado positivo, pero en 2018 volvió a cerrar en negativo.
Quálitas fue la compañía con el desplome más prominente; esa caída le costó ¢974,2 millones de pérdidas en su resultado final. El bajonazo pudo ser más alto, pero los ingresos por inversiones le ayudaron a paliar un poco la situación.
A pesar de que la aseguradora registró menos siniestros y una estabilidad en el ingreso por primas, las provisiones y otros gastos del negocio crecieron. EF intentó localizar a los voceros de la compañía, pero no recibió respuesta.
Oceánica de Seguros, por su parte, es una de las compañías privadas que más depende de los ingresos por inversiones, mientras que la venta de primas le deja pérdidas.
La cifra negativa en la cuenta técnica se ha contraído en los últimos años (acumula seis años de operación en el país). El equilibrio en una aseguradora requiere tiempo, pero la compañía va bien encaminada hacia esa meta, acorde a su plan de negocio, explicó Daniel Hernández, presidente ejecutivo de Oceánica.
¿A quiénes les fue mejor? Pan-American Life Insurance y ASSA registraron mejores resultados en 2018, respecto al año previo, con un crecimiento de más de ¢9.000 millones en conjunto. Estas fueron las compañías que más crecieron en todo el mercado.
La búsqueda de una tarifa justa para los clientes, pero ligada a un manejo de riesgos responsable, es lo que le ha dado empuje a ASSA, según Caamaño.
La relación entre precio y servicio también es importante para Palig.
“La cuenta técnica debe generar suficientes primas para que la estructura del negocio funcione. Nuestro objetivo es comprar servicios médicos a precios competitivos, y esos descuentos trasladarlos a asegurados”, dijo Alfredo Ramírez, gerente de Palig.
El mercado de seguros se abrió hace más de diez años, pero queda esperar unos cuantos más para analizar cuáles compañías mejoran o robustecen sus resultados.