El colón es una de las monedas más depreciadas de Latinoamérica. Desde que inició la pandemia en marzo del 2020, su valor ha caído más de un 20% en comparación con el dólar y, excluyendo países en crisis más agudas, como Venezuela, Cuba y Argentina, pocas monedas de la región se acercan a esos deteriorados números.
Una parte importante de esa depreciación tiene que ver con presiones internacionales, pero el país n comparte de la misma manera esas presiones con el resto de América Latina.
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El economista y asesor financiero internacional, Douglas Montero, dice que la diferencia más grande que tenemos con la región es que otros países latinoamericanos sí son grandes exportadores de materias primas, las cuales han visto un aumento en su precio desde que inició el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Las monedas latinoamericanas inicialmente se hundieron en los días posteriores a la invasión rusa, pero se revirtieron rápidamente. Incluso para marzo de 2022, la región dominaba la clasificación de las monedas de mercados emergentes que hace el portal especializado Bloomberg.
Durante el primer cuatrimestre del 2022, el valor en las divisas de países exportadores de materias primas como Brasil, Perú, Colombia y Chile se disparó, sin embargo para esas mismas fechas fue cuando el colón empezó con una aguda devaluación, la cual ya acarreaba desde el inicio de la pandemia. El valor del colón ha caído un 21,56% entre 6 de marzo de 2020 —fecha en la que se presentó el primer caso de covid-19 en el país— y el 29 de junio del 2022.
“A raíz de la invasión rusa a Ucrania ha aumentado de una forma particularmente fuerte el costo de los derivados del petróleo y de las materias primas agrícolas, entre otras. Muchos de los países latinoamericanos, por su extensión territorial y potencial explotación de economías de escala, son productores de materias primas agrícolas, así como de petróleo, por lo que el encarecimiento de los precios internacionales de estos productos en particular les genera beneficios económicos diferenciados respecto a los países que son importadores netos”, explica Melvin Garita, gerente general de BN Valores.
“Nosotros no tenemos esa particularidad. En Costa Rica el tema importante es que hablamos de diversificación de exportaciones, y las zonas francas nos han dado mucho, pero el turismo sigue siendo nuestro principal producto de exportación”, agrega Montero.
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La destrucción turística durante la pandemia dejó al país sin una de sus principales fuentes de dólares, lo que disminuyó la oferta de la divisa y empujó hacia el alza al tipo de cambio. Aunque en 2022 el turismo se ha recuperado, la huella sigue presente.
Costa Rica, al ser un país principalmente importador, es todavía más vulnerable ante la inflación internacional. “Entonces tenemos dos posiciones feas: se nos aumentan los precios de las importaciones y además de eso tenemos menos dólares (en el mercado). Al haber una menor oferta de dólares y una mayor demanda, el tipo de cambio tiende a subir”, dice Montero.
A estos elementos se le suma una mayor demanda de la divisa del sector público no bancario —de la mano de la factura petrolera— y bajos incentivos para invertir en colones en una estacionalidad en donde, de todas formas, el mercado costarricense suele tener pocos dólares.
Monedas al alza
En gran parte de América Latina, la realidad fue otra. El real brasileño, por ejemplo, ha sido una de las monedas con mejor rendimiento durante el 2022, incluso llegó a subir un 21% frente al dólar, pese a ser una de las divisas más golpeadas durante los años más duros de pandemia.
“Eso tiene que ver con la diversidad de exportaciones que tiene Brasil, sobre todo con Petrobras, que es uno de los mayores exportadores de petróleo”, dice Montero. El país suramericano también envía fuera de sus fronteras grandes cantidades de productos agrícolas y mineral de hierro, con eso robustece aún más su flujo de dólares.
México, por su parte, tiene una moneda que, con todo y su volatilidad, más bien se ha apreciado desde el inicio de la pandemia y ha logrado mantener esa tendencia en gran parte del 2022. A diferencia de Costa Rica, a México no se le ha cerrado el grifo en la entrada de dólares al país, ya que las remesas y las exportaciones han tenido niveles adecuados en los últimos dos años.
A su vez, México ha tendido a aumentar continuamente su tasa local de referencia. Actualmente la tiene en 7,75%, la más alta en los últimos 14 años. Estas escaladas hacen atractivas las inversiones en pesos mexicanos con respecto a los dólares, mientras que en Costa Rica el incentivo en la moneda local es bajo, aunque todo parece indicar que las tasas se ajustarán hacia arriba.
Uruguay actualmente posee la moneda latinoamericana que mayor apreciación ha tenido en 2022: ha aumentado su valor en casi un 11% en comparación al dólar. Al igual que México, ha manejado tasas de referencias altas, incluso de hasta el 9,25%. Además el alza en el precio de los commodities que exporta ha impulsado una apreciación que empieza a preocupar al sector turismo y a exportadores.
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Si comparamos a Costa Rica con el resto de Centroamérica, también veremos una mayor depreciación en el colón. El caso del quetzal guatemalteco es bastante interesante, ya que se mantuvo estable durante una época tan convulsa como la pandemia y la guerra en Ucrania. De hecho, entre el último día de cada mes —desde marzo de 2020 hasta la actualidad— la variación más alta que sufrió a nivel de depreciación fue del 0,83%, entre agosto y setiembre del 2020, mientras que el cambio más alto del colón lo superó con creces: fue del 3,43% entre febrero y marzo del 2022, meses que coinciden con el periodo electoral del país. Montero explica que las elecciones suelen ser un momento de incertidumbre que eleva el precio de la divisa.
Esta estabilidad se da, en parte, por el flujo constante de dólares provenientes de las remesas, las cuales han llegado incluso a superar los montos por exportaciones y le ha dado al país un colchón para aguantar el aumento en la factura importadora. También se le suma un Banco Central que ha tendido a buscar la estabilidad de su moneda a través de intervenciones.
Las remesas también suelen ser un gran alivio a las presiones que recibe el lempira hondureño. Estos envíos de dólares representan alrededor de un 20% de su Producto Interno Bruto (PIB), un porcentaje más alto que sus productos de exportación.
“Son economías que en comparación con Costa Rica reciben una gran cantidad de remesas, eso les ayuda muchísimo, pero también son países que no están tan insertados en el mercado internacional; allí pesa más su mercado interno y eso les da una mayor estabilidad”, dice Vidal Villalobos, asesor económico de Grupo Prival.
Una apreciación que se ha revertido
Pese a la recuperación que se ha dado en el 2022, el segundo cuatrimestre del año le ha puesto un freno al crecimiento.
El real brasileño, que en su momento llegó a tener de los mejores rendimientos en 2022, empezó un declive en abril que se intensificó en junio y se espera que continúe conforme se acercan las elecciones. Con el candidato Luiz Inácio Lula da Silva liderando las encuestas, el presidente Jair Bolsonaro parece inclinarse por medidas populistas que podrían tener un impacto fiscal.
Según dijo a Bloomberg Brendan Mckenna, estratega de divisas de Wells Fargo, Bolsonoaro va a seguir con políticas de gasto con el fin de ganar votantes y eso se traducirá en la depreciación de la moneda brasileña.
En Chile, después de un primer trimestre de apreciación. La caída viene de la mano de un bajonazo en el precio internacional del cobre, del cual es el principal exportador, y de una incertidumbre en la política interna con un referéndum en setiembre que decidirá el futuro de una nueva Constitución. Además eligió nuevo presidente en diciembre de 2021.
Los pesos chilenos y colombianos (país que también acaba de celebrar elecciones en mayo del 2022) se encuentran entre las cinco monedas con peor rendimiento del mes de junio, según estadísticas de Bloomberg.
Para toda la región también entra en la coyuntura el aumento de las tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). Lo previsible es que este ajuste ponga una presión adicional sobre las monedas latinoamericanas.
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“Ahora que la Fed empieza a subir la tasas de interés, la gente comienza a mover sus flujos de fondo hacía dólares y, dada la caída tan fuerte de las acciones, la gente lo que hace es una cosa que se conoce como flight-to-quality (vuelo a la calidad) y lo que dicen es: ‘vamos a ir a comprar bonos del Tesoro (estadounidense) porque la cosa está muy fea’ y para comprar esos bonos se necesitan dólares”, dice Montero.
Ante esta presión que ejercerá la dolarización de las inversiones, lo más probable es que los bancos centrales de la región también ajusten hacia arriba sus tasas de interés en compañía de las medidas que tome la Fed.
Adicionalmente, Villalobos explica que con el fantasma de la recesión merodeando se espera una menor demanda agregada que impactaría a los países exportadores de materias primas en América Latina que originalmente se habían visto beneficiados por la sacudida que dio la guerra en Ucrania.