Si bien el 2023 no estuvo marcado por eventos mundiales tan singulares como los últimos tres años —pandemias, crisis de comercio internacional y guerras—, hay ciertas particularidades que hacen a este año único: se registró un crecimiento de la producción mayor al esperado, el tipo de cambio cayó estrepitosamente y el mercado laboral presentó resultados mixtos, por mencionar ciertos ejemplos.
En esta entrega repasamos, por medio de gráficos, una radiografía general de cómo se comportaron algunos de los principales indicadores económicos.
Actividad económica a dos motores
La producción el país ha mostrado resultados mejores a los previstos. Actualmente el Banco Central de Costa Rica (BCCR) proyecta que para el cierre del 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) del país crecerá en un 5%. Al inicio el año esas proyecciones eran de apenas un 2,7%. Ese 5% es mejor, por ejemplo, que la proyección que tiene el Fondo Monetario Internacional para América Latina (2,3%) y el mundo (3%).
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Esas mejoras se ven reflejadas en el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), el cual, si bien crece a ritmos dispares, ha achicado el margen entre el régimen especial (zonas francas) y el régimen definitivo (lo que normalmente se conoce como economía local) al mismo tiempo que mantiene un crecimiento superior al 5%.
Durante una parte del año, particularmente en el primer semestre, el régimen especial llegó a crecer hasta en un 21% mientras que el definitivo lo hacía en poco menos de un 3%. No obstante, las zonas francas han venido perdiendo fuelle, aunque todavía crecen a dos dígitos (12,4% a octubre). En cambio, el resto de la economía tuvo una aceleración por 13 meses consecutivos y ahora crece a un 5,5% interanual.
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Para el país es importante tener un régimen definitivo fuerte debido a que de él depende poco más de un 80% del total de la producción.
Las dos caras del empleo
En el mercado laboral también se han visto dos caras. Si bien la tasa de desempleo ha registrado una caída importante, incluso ya por niveles por debajo de la prepandemia (7,7%), pero merma la tasa de ocupación, lo cual no deja de ser preocupante.
Es decir, pareciera que una parte de la mejora en los índices de desempleo se explica por una franja de la población que decidió abandonar la fuerza laboral y no necesariamente porque el país haya generado más puestos de trabajo. Entre enero y octubre de 2023 (últimos datos disponibles) el desempleo cayó en cuatro puntos porcentuales (p. p.), pero en ese mismo periodo la tasa de ocupación se contrajo en 5,4 p. p. En total se calcula que se perdieron poco más de 100.000 puestos laborales.
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Un tipo de cambio de 2014
El tipo de cambio ha sido uno de los precios que más particularidades presentó. Para comenzar, la cotización de la divisa está por debajo de los ₡526, algo que no se veía desde el 2014. Esto quiere decir que nunca se había presentado un precio tan bajo desde que el país adoptó el régimen cambiario de flotación administrada en febrero de 2015.
Tampoco se había visto una caída tan pronunciada desde que utilizamos el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex, 2006): entre el 2 de enero y el 19 de diciembre la cotización de la moneda cayó ₡71. La caída más grande que se había visto en un año calendario antes de este 2023 fue en 2010, cuando bajó ₡51. De hecho, el récord de este de 2023 es la diferencia (sin importar si es hacia el alza o la baja) más grande que se ha registrado en el monex, superando los ₡56 que subió en 2008.
Estas disminuciones se explican, en parte, por la reversión de los precios de materias primas internacionales, el aumento del premio por invertir en colones y la mejoría del sector exportador, particularmente las zonas francas. Dichos elementos ayudaron a que existiera un mayor flujo de dólares disponibles en el mercado.
En deflación
Después de un 2022 que dejó una inflación de hasta dos dígitos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró caídas importantes durante el año. La variación interanual de este índice —lo que normalmente llamamos inflación general— lleva seis meses consecutivos por debajo del 0%, un fenómeno poco común a escala mundial: ningún país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) está en deflación, solo Costa Rica. Esto quiere decir que ahora el BCCR tendrá que encaminar su inflación desde abajo de la meta (3%) y no desde arriba, como sí lo tienen que hacer potencias como Estados Unidos y la Unión Europea.
Consecuentemente, los precios a los productores de manufactura y servicios también han registrado variaciones negativas durante el año. El índice que no ha entrado en terreno negativo es el de la inflación subyacente —la de productos menos volátiles—, aún así se mantiene por debajo de la meta (0,35% a noviembre).
El Banco Central proyecta que la inflación subirá al rango de tolerancia de ±1 p. p. alrededor de la meta en el segundo trimestre del próximo año. Pese a la disminución en la inflación, el nivel del IPC —sin variación interanual— sigue por encima de los valores con los que inició el 2022.
Tasas siguen altas
La reducción en la inflación, sin embargo, no ha venido acompañada de un ajuste a la baja en las tasas de interés, por lo menos no con la misma magnitud. Si bien el Banco Central bajó su Tasa de Política Monetaria (TPM) de 9% a 6,25%, todavía continúa en terreno restrictivo. Es decir, los préstamos siguen caros.
La TPM es la herramienta que utiliza el Central para influir en el resto de tasas del mercado con el fin de controlar la estabilidad de los precios. Actualmente las tasas se encuentran en ese complicado punto en el que se ha agrandado la diferencia entre lo que los intermediarios financieros le pagan a sus clientes por depósitos y lo que le cobran por los préstamos.
Mientras que la Tasa Pasiva Negociada en colones (TPN, un promedio de las tasas de los depósitos) ha decrecido en 2,64 p. p., la Tasa Activa Negociada (TAN, promedio de los créditos) solo bajó en 0,54 p. p.
Esto es relativamente normal ya que los ajustes en la política monetaria tienden en promedio a reflejarse primero en las tasas pasivas que en las tasas activas.