Uno de los principales temores de un país es llegar a tener una situación financiera tan insostenible que el impago de deuda o default sea la única salida.
El default es una situación extrema donde los emisores de deuda son incapaces o carecen de voluntad para cumplir sus obligaciones financieras.
“Hay muchas formas de llegar al default y todas sus consecuencias son negativas, esto lo que significa es básicamente que el acceso al financiamiento privado prácticamente se vuelve nulo y evidentemente es una situación muy extrema”, agregó José Luis Arce, economista y director de FCS Capital.
Un país puede llegar a un impago de deuda pero no en todas sus emisiones o bonos, eso es lo que se conoce como default selectivo, es decir, que del 100% de sus obligaciones inmediatas solo cancele algunas, pero que tampoco llega a desatender la totalidad.
Cuando un gobierno incumple con un único pago o con un impago generalizado, este lo anuncia. Inmediatamente las compañías evaluadoras de riesgo proceden a bajar la calificación del país, lo que repercute en una pérdida de credibilidad que a su vez deteriora elementos como los rendimientos exigidos por la deuda.
Por ejemplo, en el 2017 El Salvador se encontraba en medio de un conflicto político en el cual dos partidos no lograban ponerse de acuerdo con respecto a una deuda de $28,8 millones que tenía el gobierno con el fondo de pensiones.
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A raíz de este desacuerdo se le brindó al país un plazo de gracia para cancelar la deuda, pero cuando no cumplió las dos calificadoras interpretaron que el Estado no contaba con la capacidad de pagar a tiempo sus compromisos y advirtió a los inversores de esta situación, bajando la calificación crediticia del país a “incumplimiento selectivo” (SD por la sigas en inglés)
Otro tipo de default selectivo es cuando se hace un canje forzoso, es decir, que un bono se acerca a la fecha de vencimiento pero el emisor no tiene dinero para cancelarlo, por lo que decide canjearlo de manera forzada por otro con un mayor plazo, al no ser un canje voluntario se considera también un default.
En el momento en que un gobierno se declara en impago de deuda, ya sea selectivo o generalizado, es posible ver un fenómeno similar un efecto dominó en todos los mercados.
En el mercado financiero, las recompras se entorpecen, las negociaciones en los puestos de bolsa caen, los bonos pierden valor y aumentan su rendimiento. Esto también tiene una consecuencias en los fondos de inversión o de pensiones que se rigan por las valoraciones de activos a precios de mercado y al mismo tiempo reciben rendimientos del emisor que se declaró en problemas.
Desde el mercado cambiario los inversionistas empiezan a buscar refugio en el dólar (algo similar a lo que sucedió con el inicio de la pandemia), lo que repercute en una mayor devaluación.
Por otra parte, están las tasas de interés que con este tipo de noticias se ven presionadas al alza, lo que se traduce en una limitante del crédito para las personas y empresas.
Asimismo, hay una paralización de financiamiento para el país, pues a nadie le interesa invertir en bonos o generar préstamos para una nación morosa.
Alan Thompson, socio de BTL Legal, explicó que el Estado no puede ser declarado en situación de insolvencia (Código Civil, art. 885), por lo que los diversos acreedores tendrían que entrar en una renegociación o cobrar en los tribunales.
“Cuando un país entra en problemas de pago de su deuda usualmente recurre al Fondo Monetario Internacional (FMI), en virtud de las funciones de ese organismo de apoyar a países miembros con problemas de balanza de pagos. Pero el FMI no puede obligar a acreedores privados a aceptar renegociaciones”, agregó Thompson.
Un impago de deuda se traduce en un trastorno financiero para el país, sin importar si es para deuda interna o externa. En el caso de declararse en default interno, ya sea parcial o generalizado, es común que los inversionistas extranjeros empiecen a percibir un cierto grado de incertidumbre y amenaza.
“Esas inversiones son muy sensibles y hay mucha competencia de muchos países hoy día”, agregó Fernando Navarro, exministro de Hacienda.
El incumplimiento de deuda interna está directamente relacionado con la deuda externa, si un país decide no pagar a sus inversionistas internos puede generar una sensación de inseguridad. Los denominados eurobonos y algunos otros instrumentos suelen tener una cláusula la cual indica que en caso de default en cualquier tipo de deuda, automáticamente puede hacerse exigible cualquier otro instrumento de deuda como una medida de protección para los inversionistas.
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¿Está Costa Rica cerca de este escenario?
Actualmente el país tiene el 77,09% de su deuda interna, y el 22,91% a nivel externo. Eso le brinda una ventaja en términos de negociación.
En cuanto a la deuda interna del total, ¢17.797 millones, el 39% vence entre dos y cinco años, pero en el caso de las obligaciones externas es tan solo el 23% la que caduca en este periodo.
“El escenario de financiamiento del Gobierno Gentral para este año y el año próximo es complicado debido a que hay deuda que está por vencer en el corto plazo. Esos vencimientos pueden tener el efecto de estresar intensamente los requerimientos de financiamiento en especial si está asociado con un entorno político y económico”, advirtió Arce.
Por otra parte, aseguró que el país experimentará grandes cambios en el mercado cambiario.
Desde el siglo XIX se ha suspendido el pago de la deuda en nueve ocasiones: 1828, 1874, 1895, 1901, 1932, 1962, 1981, 1983 y 1984. Según consta en la literatura económica todos fueron incumplimientos externos pues el país no registra impagos de la deuda interna.
Sin embargo, la pregunta que impera en las conversaciones es qué tan cerca está el país de entrar en una situación de esta naturaleza.
Fernando Naranjo, exministro de Hacienda, aseguró que si Costa Rica no obtiene el dinero del Fondo Monetario Internacional el próximo año se enfrentará a grandes dificultades de solvencia.
“En este momento la situación de caja del Gobierno Central es buena, no creo que a corto plazo el gobierno vaya a tener problemas para hacer frente a los pagos de intereses, no creo que el país entre en un default general o selectivo en el corto plazo” agregó Naranjo.
José Luis Arce, coincide con esta posición, advirtió que desde su perspectiva no estamos cerca de entrar en un impago generalizado o selectivo, pero destacó que para esto deberá haber una gestión adecuada de deuda pública.
“Si no cometemos los errores que se cometieron en la administración anterior de estar jugando con flujos de financiamientos muy ajustados será posible salir adelante”, comentó.