Un mensaje más claro por parte del Banco Central de Costa Rica (BCCR) atenuaría las expectativas que han contribuido, junto a más variables, a la caída del tipo de cambio en los últimos seis meses. En eso concordaron los economistas Fernando Naranjo, presidente de la firma Consultores Económicos y Financieros (Cefsa), José Luis Arce, director de la firma FCS Capital, y Gerardo Corrales, exgerente bancario, durante un foro organizado por grupos del sector exportador y turístico este 1.° de febrero. En el cómo, sin embargo, hubo diferentes posiciones.
Corrales considera que ya los agentes económicos incorporaron en sus expectativas que el tipo de cambio seguirá bajando y eso continuará con la afectación a los sectores más dolarizados del país. También acusó al BCCR de actuar con mayor sentido de urgencia cuando el tipo de cambio iba hacia el alza y de dejarlo caer cuando fue el colón el que se apreciaba.
“No pedimos una condonación o subsidios, sino la persuasión oral, que es quizá el instrumento más fuerte que tiene el Banco Central. (Pedimos) una conferencia de prensa donde sean contundentes como la que hicieron en junio del año pasado para contener la abrupta devaluación”, mencionó Corrales haciendo referencia a la conferencia del Banco Central del 3 de junio del 2022 en la que, durante una presión alcista que tenía entonces el mercado cambiario, se realizaron una serie de medidas como la reducción del horario de negociación del Monex, un préstamo por $1.1000 millones del Fondo Latinomaricano de Reservas y la colocación de más instrumentos financieros en dólares para disminuir la fuga de divisas fuera del país.
El exgerente bancario pidió que el Central utilizara sus instrumentos de estabilización cambiaria cuando el tipo de cambio cae y no solo cuando sube. Por normativa, el BCCR solo puede realizar operaciones de estabilización propias para evitar cambios abruptos en el precio del dólar y sin la intención de modificar las fuerzas del mercado. Durante el 2022, el Central realizó este tipo de intervenciones primordialmente cuando el valor de la divisa estaba en una tendencia alcista.
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“Yo creo que lo que estamos viendo hoy son fluctuaciones abruptas. ¿Cómo es posible que el Banco Central no lo reconozca y que por tanto (diga) que hay que intervenir en el mercado cambiario”, agregó Corrales.
Fernando Naranjo también mencionó que hay que encontrar soluciones ante una caída que, según su criterio, ha perjudicado a algunos de los sectores más encadenantes como lo son el exportador y el turístico. Naranjo, ante una consulta de su colega Corrales, llegó a decir que incluso el mismo presidente de la República, Rodrigo Chaves, debería “comerse la bronca” del tipo de cambio. “Si no vamos a tener otra crisis delicada”, dijo Naranjo e hizo mención a cómo el sector agropecuario y el de la construcción han presentado una contracción en su actividad económica desde hace más de ocho meses.
José Luis Arce, en cambio, mantuvo una posición más moderada y mencionó que el comportamiento del tipo de cambio ha sido congruente con una serie de fuertes “shocks” que explican la subida y bajada que se registró durante el 2022, una tesis similar a la que ha utilizado el Banco Central para explicar la apreciación del colón.
El director de FCS Capital considera que, entre tanta incertidumbre, sí hay una luz al final del túnel y que la caída del tipo de cambio se prolongue indefinidamente no es sostenible ya que, una vez se moderen los “shocks” que han causado una mayor oferta de dólares en el mercado, y por ende su caída, el mercado cambiario se desprendería de las fuertes volatilidades, eso significa que tampoco volvería al nivel de los ¢700 que tuvo en el primer semestre del 2022, cuando lo que se observaban eran fuerzas que causaban una mayor demanda de la divisa, más bien.
Sin embargo, Arce sí se mostró preocupado por los efectos que han tenido los aumentos en las tasas en colones. Hoy el incentivo por invertir en moneda nacional es mucho más alto que el de hacerlo en dólares y esto genera una mayor oferta de la divisa en el mercado, lo que ayuda a que su valor siga bajando.
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“Yo creo que el Banco Central ya está en momento de empezar a pensar en bajar tasas”, dijo el economista. No obstante, no culpa al BCCR por la subida en su política restrictiva ya que considera que eran necesarios dichos aumentos para combatir una inflación que durante el 2022 parecía que iba a ser más duradera.
Los mejores resultados en materia inflacionaria podrían reducir la ventana en la que se mantendrán altas las tasas de interés en moneda nacional y esto disminuiría el apetito por invertir en colones y, por ende, se aliviaría una de las presiones que hasta la fecha han bajado el precio del dólar con respecto al colón. “Es cuestión de tiempo”, dijo.
Arce también comentó que utilizar el tipo de cambio para volver más competitivo a ciertos sectores es un arma de doble filo a la que él le huiría como solución, en cambio, apostaría más por crear un espacio propicio para aumentar la productividad. “Competir con el tipo de cambio en el corto plazo puede salvar una contracción en las exportaciones, pero en el largo plazo el crecimiento de la economía no pasa solo por un tema cambiario, sino por un conjunto de políticas públicas en las que desde hace 30-40 años no hemos invertido un peso”, mencionó.
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Aún así, el economista cree que el mercado se vería beneficiado con que el Banco Central externe un mensaje de preocupación ante la reducción en el precio del dólar, ya que eso podría “mitigarle” a las personas la sensación de que el tipo de cambio va a seguir cayendo. Sin embargo, no comparte del todo la tesis de que el Central debió intervenir directamente en el mercado cambiario.
El economista considera que haber realizado operaciones de estabilización cuando el tipo de cambio empezaba a agudizar su caída pudo haber tenido consecuencias monetarias contraproducentes ya que hubiera inyectado una liquidez en el mercado que, para evitar presiones inflacionarias, hubiera tenido que recoger por medio de aumentos en tasas de interés, prolongando el periodo de tasas altas que, a su vez, generan presión cambiaria.