La dolarización en Costa Rica avanza en los principales indicadores costarricenses, un comportamiento esperado conforme los colones van perdiendo atractivo como moneda de inversión.
Si solo se observa la riqueza financiera, esta dolarización no parece ser particularmente fuerte, de hecho, es apenas perceptible. Además, si la comparamos con los valores que habían en 2022, es incluso menor. Este indicador contiene un conjunto de activos financieros que poseen los agentes económicos, como depósitos a plazo, ahorros a la vista, bonos de Hacienda y del Banco Central, entre otros instrumentos.
El pasado mes de agosto un 29,62% del total de la riqueza financiera costarricense estaba en moneda extranjera y, si bien es un incremento en comparación con el 28,97% de participación a inicio de año, es considerablemente menor al 36,79% que alcanzó en junio del 2022.
El detalle es que para calcular la participación entre monedas hay que convertirlas a una misma circulante, lo cual reduce paulatinamente el tamaño de los dólares debido a la fuerte caída en el tipo de cambio que ha experimentado el país en los últimos dos años.
Por ejemplo, cuando se calculó la riqueza financiera en junio de 2022, el tipo de cambio utilizado fue de ₡692, mientras que el del último agosto fue de ₡532. Esta diferencia de -23% termina por comerse el crecimiento nominal en dólares que haya tenido el componente en moneda extranjera en la riqueza financiera.
LEA MÁS: El dilema del tipo de cambio: ¿qué hacer con la caída del dólar?
Sin embargo, si observamos los componentes del ahorro y la inversión por separado, sin convertir la divisa, veremos signos de aumento más evidentes.
Posiblemente donde se ve ese incremento más notoriamente es en los depósitos a plazo, los cuales llevan diez meses consecutivos creciendo por encima del 10%, un viraje importante si tomamos en cuenta que entre febrero de 2020 y febrero del 2022 este indicador presentó contracciones interanuales consecutivas.
En el cuasidinero sucede algo similar, solo que en menor escala. Este indicador contiene instrumentos financieros menos líquidos como depósitos, certificados y cheques, pero también incluye depósitos en cuenta corriente. Esto hace que sirva para analizar cómo los agentes económicos utilizan el dinero (dependiendo de la moneda) como una reserva de valor.
Después de un 2023 de crecimientos tímidos, el cuasidinero en moneda extranjera empezó a acelerarse a partir de abril de este año, alcanzando incrementos de hasta un 10%.
Donde no ha existido un incremento tan marcado es en los depósitos de ahorro. Allí más bien se ha desacelerado la dolarización en comparación con el 2022 y el 2023, cuando alcanzó crecimientos de hasta un 20%.
Esto parece indicar que, por lo menos en moneda extranjera, los ahorrantes se están decantando más por instrumentos menos líquidos que las cuentas de ahorro.
Si nos movemos al terreno de la inversión, también pareciera haber una predilección hacia los dólares, por lo menos así lo denotan las inversiones del Régimen Obligatorio de Pensión Complementaria (ROP), fondo que debe invertir ¢11,88 billones de los aportantes.
Entre agosto de 2023 y 2024, la participación de los dólares en el portafolio de inversión del ROP pasó de un 39,61% a un 41,03%. Sin embargo, aquí vuelve a ocurrir un fenómeno similar que con la riqueza financiera: el tipo de cambio influye.
Si no convertimos la moneda observamos que el portafolio en la divisa creció en un 25,06% en el último año, mientras que el que está en colones lo hizo en un 14,12%.
Este es un indicador que hay que leer con cuidado, debido a que el aumento en el portafolio no necesariamente responde a una mayor intención de inversión en dólares por parte de las operadoras de pensiones, sino también puede obedecer a que las inversiones en moneda extranjera hayan tenido mejores rendimientos, lo cual hace que las plusvalía infle una moneda más que la otra. Independientemente de cuál de estos dos motivos sea, sirve como una señal generalizada de cuál lleva la delantera.
En general, el aumento de las cuentas en dólares no debería sorprender debido a que las condiciones que hicieron a los colones una moneda más atractiva durante una buena parte del 2022 y 2023 ya no están ahí. Esto hace que los dólares, y su condición de reserva de valor, regresen a ser una alternativa más fuerte.
El premio por invertir en moneda nacional lleva prácticamente un año en terreno negativo (de la mano de la caída en las tasas locales), además la expectativa del mercado es que ya no se esperan apreciaciones tan fuertes del colón, así que las ganancias cambiarias ya no serían igual de jugosas.
En marzo, El Financiero calculó que un inversor podía generar ganancias hasta un 50% por hacer arbitraje entre monedas gracias a la caída en el tipo de cambio y la diferencia de tasas de interés entre los colones y los dólares.
Efectos
De momento, la dolarización parece no haberse traducido en una fuerte presión cambiaria. El tipo de cambio frenó su apreciación a mediados de este año, pero ese es un fenómeno relativamente normal en esta época debido a que coincide con la estación “seca” de dólares, periodo en el que la divisa tiende a abundar menos en comparación con inicios y finales del calendario.
Aún así, la oferta de dólares se ha mantenido fuerte en las ventanillas. Ha sido ligeramente menos abundante que en el año pasado, sin embargo, se mantiene muy por encima del periodo prepandémico. Esto se evidencia a través del superávit de divisas en las ventanillas de los intermediarios.
LEA MÁS: ¿Qué se espera del tipo de cambio en lo que resta del 2024?
En caso de que la dolarización del ahorro y la inversión empiece a intensificarse desordenadamente, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) tiene las herramientas para intervenir. Al 12 de setiembre, el BCCR contaba con reservas netas por $14.084 millones, uno de sus niveles históricos más altos, solo por detrás de los $14.337 millones que tuvo en enero de este año.
Unas reservas así de holgadas le dan más flexibilidad para salir a vender dólares al mercado cambiario en caso de que haya una subida abrupta en el precio de la divisa. A través de esas ventas puede atenuar el aumento en la cotización de la moneda extranjera.