La percepción del bienestar derivado del aumento en los salarios suele estar supeditada a cuánto se ha encarecido la vida. Un salario que en diez años se duplicó puede sonar bien, pero si en ese mismo periodo la inflación aumentó tres veces su tamaño —por poner un ejemplo extremo—, es probable que usted no se sienta particularmente satisfecho con sus ingresos.
Para ilustrar esa batalla entre salarios e inflación, comparamos los datos de los últimos tres años para ver cuánto de los ingresos se ha comido el encarecimiento del país.

Subibaja
Desde el 2022, los precios costarricenses han presentado dos extremos: primero vivimos un incremento súbito, al punto de que la inflación interanual sobrepasó los dos dígitos —con un pico del 12,13% en agosto del 2022—, y luego vimos un proceso de disminución —incluso por debajo del 0%— que se ha extendido por casi dos años.
Naturalmente, durante ese periodo de subida, a los ingresos de los costarricenses se les dificultó seguirle la pista al aumento en los precios.
Ese comportamiento es observable a través de las variaciones interanuales de los salarios nominales en comparación con las del Índice de Precios al Consumidor (IPC, lo que conocemos como inflación general). Entre enero del 2022 y marzo del 2023 las variaciones de la inflación superaron a las de las remuneraciones por cotizante, según datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Ese comportamiento también se observó en el Índice de Salarios Mínimos Reales (ISMR) del BCCR, el cual toma los ingresos mínimos y les deflacta las variaciones del IPC. Este indicador estuvo en números negativos (es decir, derrotado por la inflación) de marzo a diciembre del 2022.
Esa diferencia significa que los salarios nominales no crecieron lo suficiente para compensar el aumento de los precios medidos por el IPC. En otras palabras, la inflación se comió el crecimiento de los salarios, lo cual implica que, en promedio, los trabajadores pudieron comprar menos bienes y servicios con su remuneración.
Esa tendencia negativa se revirtió a partir abril del 2023, periodo en el que, con la caída de la inflación, los salarios recuperaron terreno, una tendencia que se mantiene hasta el momento (datos hasta noviembre del 2024). Esto hizo que, en teoría, los ingresos de los hogares ganaran oxígeno.
No obstante, hay motivos para pensar que, si bien los salarios mejoraron, la percepción de una mayor holgura económica no es igual para todos.
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Cuidado con los promedios
A pesar de la mejoría en el indicador, hay que tomar en cuenta que se trata de promedios. La inflación general se mide con una canasta de cientos de bienes y servicios, pero no todas las personas consumen en igual medida los productos que allí se calculan.
Sin embargo, sí hay uno que todas las personas comparten, independientemente de su estatus económico: la comida.
Desde que la inflación salió del rango de tolerancia, en febrero del 2022, los salarios nominales han aumentado, en promedio, en un 12,8%, mientras que la inflación general lo ha hecho solo en un 4,3%. No obstante, ese diferencial se hace más pequeño si lo que usamos como base es, en lugar de la inflación general, la inflación de los alimentos, la cual creció, en ese mismo periodo, en un 10%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El problema de que los alimentos se hayan encarecido en mayor magnitud es que el impacto es más fuerte en los sectores más vulnerables.
Los quintiles más bajos —quienes tienen menos ingresos— deben destinar un porcentaje más alto de su salario —en comparación con los quintiles más altos— para costear la comida, un bien de primera necesidad. Si los alimentos se encarecen, entonces su presupuesto se estruja en mayor medida.
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Sector público rezagado
Si desagregamos los ingresos por tipo de empleado también nos damos cuenta de que los números positivos no son generales. En el Informe de Política Monetaria de enero del 2025, el Banco Central resaltó que hay un rezago en los salarios reales de los empleados públicos.
Mientras que el ingreso real del sector privado ha crecido en 10 puntos porcentuales (p. p.) en comparación al nivel prepandémico (febrero del 2020, punto de referencia puesto por el Central), en el sector público se registró una caída de 11 p. p. en ese mismo periodo (datos hasta octubre del año pasado).
“Esto indica, por un lado, el buen desempeño de la economía, que permitió una aceleración en el ritmo de crecimiento de los ingresos del sector privado y, por otro, los efectos de la contención del gasto sobre la dinámica de las remuneraciones de los trabajadores del sector público”, se lee en el informe del BCCR.