En medio de un choque inflacionario mundial, la mayoría de bancos centrales han acudido al aumento en sus tasas de interés para combatir el encarecimiento. En Centroamérica hay cuatro países que utilizan una tasa líder para influir en su sistema financiero: Costa Rica, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Entre estas naciones, Costa Rica es la que más ha elevado su Tasa de Política Monetaria (TPM), con un 9%. También ha sido la economía que lo ha hecho a una mayor velocidad y desde más temprano.
El primer incremento se dio en diciembre del 2021, y a partir del primer trimestre del 2022 empezó a tomar más fuerza la idea de que se vendría un largo periodo de política restrictiva en donde, a base principalmente de aumento de tasas, se pretendía enfriar la economía para apaciguar una inflación que llegó a un pico del 12,13% anualizado en agosto del año pasado.
Aunque el aumento fue el más marcado de la región, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) no ha vuelto a subir su tasa desde octubre del 2022 ante una mejora en los resultados inflacionarios.
Además, el BCCR mencionó en la última reunión de política monetaria de enero que, con base en las condiciones actuales, no prevé más ajustes hacia el alza en el corto plazo. Otros países centroamericanos como Guatemala y Nicaragua sí han continuado con sus aumentos en 2023.
Nicaragua es el segundo país que más ha elevado su tasa (7% en febrero), aunque empezó el proceso restrictivo más tarde, en abril de 2022 y desde una base más alta (3%). Costa Rica, en cambio, tenía una TPM del 0,75% cuando iniciaron los incrementos.
Nicaragua no tiene precisamente una tasa de política monetaria, pero utiliza como guía la Tasa de Referencia de Reportos Monetarios.
El Banco Central de Guatemala, por su parte, había tenido una aproximación más moderada a la hora de subir sus tasas y no fue más bien hasta el segundo semestre del 2022 que aceleró los incrementos, con especial fuerza en los últimos cuatro meses. Actualmente está en un nivel del 4,5%; la mitad de la costarricense.
El caso más particular es el de Honduras, país que ha decidido no subir su tasa de referencia a pesar de que llegaron a tener una inflación de doble dígito.
El banco central hondureño apostó por no lastimar el crecimiento económico del país —el efecto secundario de combatir la inflación vía tasas— y más bien continuar con una política monetaria expansiva que incentive a los grupos productivos.
Panamá y El Salvador, ambos países dolarizados, no cuentan con una tasa de referencia propia. Esto no significa, por supuesto, que las tasas del mercado no se hayan visto de alguna manera influidas por el aumento que han realizado otros países (la Reserva Federal de los Estados Unidos, principalmente), aunque sí lo han hecho a un menor ritmo.
En El Salvador, por ejemplo, la tasa de interés de un crédito personal de hasta un año plazo en diciembre de 2021 era de 5.96%, un año después subió a 7.03%.
¿Cómo se ha comportado la inflación?
El fin de aumentar las tasas es combatir la inflación. En este apartado Costa Rica y Nicaragua han sido los que sufrieron un nivel más alto de encarecimiento anualizado.
No obstante, Costa Rica ha contado con una característica positiva que no han tenido el resto de países centroamericanos y es que, desde su techo de agosto (12,13%), la inflación ha retrocedido en cinco meses consecutivos. Aún así, con un 7,65%, continúa por encima de su meta del 3%.
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En el resto de vecinos también ha habido algunas disminuciones en materia de precios, pero no han sido tan constantes como las costarricenses.
Guatemala, por ejemplo, ha tenido más problemas en dejar atrás su techo y, a diferencia de la desaceleración que ha tenido Costa Rica, su inflación volvió a tocar su punto más alto en enero de 2023, con 9,7%.
Panamá, en cambio, ha mantenido niveles de inflación bajos en comparación con sus vecinos (alrededor del 2%), pero lo ha logrado, en parte, sacrificando una porción de su salud fiscal por medio de subsidios para la población. El precio de los combustibles —uno de los elementos que más ha contribuido al encarecimiento de la zona—, por ejemplo, lo ha sostenido artificialmente el Gobierno.
El Salvador ha tenido una tasa de inflación relativamente constante durante el último año, el problema es que ha sido una tasa alta de alrededor del 7%, encima de su meta del 5,8%.
La desaceleración golpea
La desaceleración en la actividad económica suele ser un síntoma que aparece cuando se trata de combatir la inflación por medio de tasas de interés.
A nivel general, todos los países centroamericanos han registrado, en mayor o menor medida, algún grado de caída en su Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE). Eso sí, las tasas altas no son necesariamente el único motivo del fenómeno. El mismo encarecimiento de las materias primas que se dio en 2022 ha contribuido a este comportamiento.
Costa Rica ha sido uno de los países que más se ha desacelerado: en enero del 2022 el IMAE creció interanualmente en un 8,3%, pero para diciembre de ese mismo año solo lo hizo en un 3,7%, aunque para el Banco Central no ha sido un nivel particularmente malo.
Honduras, a pesar de no haber subido su tasa, sí ha sufrido una desaceleración constante durante todo el año en su actividad económica y de hecho su IMAE crece a un ritmo incluso menor al costarricense, a pesar de que la TPM nacional triplica a la hondureña. Honduras empezó el año con un IMAE que crecía al 6,4% y lo cerró con apenas 2,43%, los números más bajos de la región.
Los dos países que, por el contrario, sí han presentado mejoras en los últimos meses son El Salvador y Panamá. El país canalero, a pesar de haber sufrido unos meses de desaceleración, registró un crecimiento de doble dígito en su actividad económica, mientras que los salvadoreños aceleraron su producción en meses consecutivos desde julio hasta noviembre del 2022.