El tamaño de la deuda pública es uno de esos temas que, ante una última década donde ha crecido exponencialmente, acapara con frecuencia el podio de las discusiones país. A 2021 —último dato disponible— esta cerró en un 68,21% como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), la tercera más grande en una América Central donde solo uno de sus siete países mantienen este dato por debajo del 50%.
Comparación centroamericana
Con un nivel de 30,78% del PIB, Guatemala es el país que mantiene la menor deuda pública. Lo interesante es que también ha sido el que país que ha logrado mantener una constancia en el porcentaje que debe durante los últimos diez años: de 2011 a 2021 aumentó solo en siete puntos porcentuales (p. p.) —con todo y una pandemia de por medio—. El segundo estado cuya deuda menos creció durante ese periodo fue Panamá y lo hizo muy por encima de los resultados guatemaltecos: en 20 p. p.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha considerado que la gestión de la deuda en Guatemala ha sido “eficiente” y que “el endeudamiento público se ha manejado de una manera muy responsable”, según detalló en un informe de 2020 en el que el país centroamericano ocupó el primer puesto como el menos endeudado de Latinoamérica.
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A pesar de que el mismo Banco Mundial ha elogiado que su deuda pública y el déficit presupuestario han estado históricamente entre los más bajos y estables del mundo, este ente internacional considera que “el estatus de país con ingresos medianos altos y la estabilidad económica no se han traducido en una reducción significativa de la pobreza y la desigualdad”, según resuimió en un comentario sobre el país.
En el otro extremo, El Salvador se posiciona como el Estado de la región con el porcentaje de endeudamiento más alto: un 82,44%. Tanto el FMI como el Banco Mundial han recalcado la importancia de que el país realice una reforma fiscal para evitar el sobreendeudamiento. “Las grandes y crecientes necesidades de financiamiento están limitando el crecimiento a mediano plazo y resaltaron la necesidad de implementar reformas fiscales estructurales”, comentó el Fondo ante una consulta sobre la situación del país a inicios del 2022.
Con un 68,21% de deuda, Costa Rica solo cae detrás de El Salvador y Belice (82,21%) en este indeseado podio. La situación nacional se ha visto erosionada principalmente durante la última década. En 2011 el país estaba en un rango similar al de Guatemala con una deuda del 29,51% del PIB, diez años después, para 2021, el dato subiría en 38,68 p. p. y en ninguno de los años que componen ese intervalo se registró una disminución, algo que sí sucedió, por lo menos en una ocasión, en cinco de las seis economías centroamericanas restantes (solo en Nicaragua no). El Ministerio de Hacienda tiene proyectado que el porcentaje de deuda bajaría a un 50,5% para el año 2032.
El resto de países centroamericanos registran las siguientes deudas: Panamá un 58,43%, Nicaragua un 55,7% y Honduras un 50,23%. Los siete Estados de la región sufrieron, como fue tendencia en el mundo, un incremento importante en este apartado entre 2019 y 2020 ante las necesidades de financiamiento causadas por la pandemia de Covid-19.
Fenómeno latinoamericano
Los altos niveles de endeudamiento no son exclusivos a América Central, sino que se multiplican por todo Latinoamérica. Según un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la deuda pública de la región alcanza un 72% del total de su PIB.
Este mismo estudio explica que la deuda per se no es necesariamente algo malo, sin embargo cuando se desboca genera problemas sistémicos. “Si el financiamiento obtenido se utiliza para aumentar la inversión de buena calidad y proporcionar mejores servicios, los beneficios deberían superar a los costos. Pero si los niveles de deuda se tornan demasiado altos o la deuda no se gestiona de manera eficaz, entonces los efectos son negativos. Las tasas de interés suben, el costo del servicio de la deuda se vuelve muy oneroso y la emisión de nueva deuda, muy cara o prohibitiva”, se lee en el documento titulado Lidiar con la deuda: menos riesgo para más crecimiento en América Latina y el Caribe.
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Estos factores, al converger, tienden a derivar en que la inversión y el crecimiento se resienta en un Estado que, ante préstamos con condiciones cada vez menos favorables, debe invertir más en el pago de interés y menos en programas de ayuda social o en el encarecimiento de proyectos que dinamicen la economía. Este es un fenómeno al que Costa Rica no es extraño, de hecho durante la presentación del presupuesto del 2022, el Ministro de Hacienda, Nogui Acosta, se mostró decepcionado al anunciar que solo un 38% del presupuesto para el 2023 tendría una función social mientras que un 47% se dedicaba al pago de deuda. “Eso me parece que no es justo porque la función del Estado es la redistribución de la riqueza”, mencionó Acosta el 1.° de septiembre del 2022.
Riesgos similares
De los 144 países que el sitio web Datos Macro contabiliza en su base de datos, hay siete que comparten la misma calificación de riesgo que Costa Rica: B2 (estable), otorgada por la calificadora internacional Moody’s.
De estos países, Costa Rica es el tercero con la menor deuda pública como porcentaje del PIB y solo dos, Papúa Nueva Guinea (47,1%) y Camboya (35,2%), registran sus financiamientos en menos de un 50%. Lo que llama la atención es que los cuatro países que superan a Costa Rica lo hacen con una deuda superior al 80%: Bolivia con un 80,48%, Egipto con un 89,20%, Jamaica con 92,35%, y Baréin con un desalentador 128,50%.