Pese a ser un año en el que las tasas de interés empezaron a subir, la cartera crediticia del sistema bancario costarricense ha crecido a un mayor ritmo que en 2021: a octubre de 2022, se registró un incremento interanual del 5,41%, según estadísticas de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
Bajo este contexto de alza, ¿cuál banco ha prestado más?
Ningún banco en el país ha prestado más dinero que el Banco Nacional de Costa Rica (BNCR) en el último año. Esta institución, por sí sola, acapara casi un cuarto de todo el mercado con una participación del 24% del total de créditos emitidos por bancos a octubre de 2022.
Que un solo intermediario posea un tajada así de grande del mercado es algo relativamente normal en Costa Rica, donde cuatro bancos suman un 72% del total de los montos prestados por este tipo de instituciones.
Actualmente, el podio está constituido por el Banco Nacional (24,26%), el BAC (17,96%), el Banco de Costa Rica (BCR, con un 16,43%) y el Banco Popular (14,31%); de ellos, solo el BAC es de origen privado.
En un escalón más abajo, pero aún con menos de un 10% de participación, están el Banco Davivienda y Scotiabank, con alrededor de un 8% cada uno. El resto de bancos no llegan, de forma individual, ni a un 5% del mercado, de hecho cuatro de ellos están por debajo del 1%.
¿Cuál cartera creció más?
Aunque la cartera creció, como un todo, en un 5,41%, no lo hizo de manera pareja entre todos los intermediarios, sin embargo no fue un año de grandes cambios: solo Davivienda rebasó a Scotiabank en montos prestados.
La cartera que más creció en términos interanuales fue la del BCT con una variación del 13,47%. El BAC fue el segundo de mayor crecimiento con un 11,35%, seguido del CMB (mejor conocido como Citi) con un 11,04%.
Por otra parte, Prival (-50,2%), el Banco General de Costa Rica (-11,18%), Banco Cathay (-8,32%), Improsa (-1,22%) y Scotiabank (-0,81%) fueron los bancos que, al contrario, vieron cómo su cartera se encogió.
A nivel de participación de mercado, los grandes fueron los que se fortalecieron. BAC fue quien más porcentaje ganó: con prácticamente un punto porcentual (p. p.), seguido del Banco Popular (0,41 p. p.) y el Nacional (0.16 p. p.). El BCR, en cambio, perdió 0.41 p. p del mercado.
Se esperan cambios para el 2023
Pese a que la cartera de créditos ha crecido en el último año, a partir del mes de junio se empezó a mostrar una ligera tendencia hacia la desaceleración. Esto no es de extrañarse debido a que, precisamente a partir de dicho mes, las tasas de interés empezaron a mostrar una conducta más marcada hacia el alza de la mano de los ajustes del Banco Central de Costa Rica (BCCR) en su afán de controlar la inflación.
Desde el 16 de diciembre del 2021, el BCCR ha aumentado en 8,25 p. p. su Tasa de Política Monetaria, lo cual ha tenido un impacto hacia el alza en las tasas del mercado. Por ejemplo, la Tasa Básica Pasiva (TBP), a la cual están ligados más de 700.000 operaciones crediticias, se ha más que duplicado en lo que va del año, pasando de 2,90% a 6,22%.
Estos aumentos empujan a los bancos a repensar su accionar de cara al próximo año. “Definitivamente las nuevas condiciones de mercado obligan a realizar ajustes a los planes de colocación de créditos para el año 2023, y, dados los efectos esperados del incremento de las tasas de interés, se proyecta una demanda menor de crédito”, dice Maurilio Aguilar, director general corporativo del Banco Popular.
Laura Moreno, vicepresidenta de Relaciones Corporativas de BAC, coincide en que es probable que se vea una cartera menos agresiva durante el próximo año: “a mayores tasas se podría esperar que la colocación se ralentice”, explica.
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Sin embargo, aunque es posible que se realice una menor colocación, desde el Banco Nacional creen que hay razones para que eso no suceda. “Si bien la tasa de interés fue inferior en el 2021 y parte del 2022 a lo observado recientemente, también era inferior la cantidad de clientes que podían endeudarse, puesto que los efectos de la pandemia implicaron la pérdida de trabajo para miles de costarricenses. Ese escenario ha ido cambiando de forma positiva, la economía local se ha ido activando conforme la situación de la crisis vivida se ha controlado y mitigado, lo que ha derivado en que micros, pequeños y medianos empresarios hayan reactivado sus actividades y, por tanto, se genere nuevamente empleo y riqueza al país”, contestó la dirección general de Relaciones Institucionales del Banco Nacional, ante la consulta de El Financiero.
Dicha institución también mencionó que habría que esperar a los primeros meses de 2023 para saber si efectivamente el aumento de tasas será un factor que determine el crecimiento o reducción de la necesidad de financiamiento.
En su Informe de Política Monetaria, el Banco Central pronostica una desaceleración en la cartera crediticia en lo que queda del 2022 y durante el próximo año. Según sus cálculos, el 2022 cerraría con un aumento del 5% y en 2023 sería del 3,4%.
Aunque a primera instancia podría parecer que los bancos se benefician del aumento de tasas vía cuotas más altas, estos ajustes también conllevan una serie de retos.
Por un lado, se incrementa la probabilidad de que un mayor porcentaje de sus deudores tenga problemas de pago, aumentando la morosidad y volviendo más riesgosa su cartera, esto conlleva un mayor gasto por estimaciones. Por el otro, sus planes de colocación de crédito se ralentizan, pues en el mercado disminuye el apetito por préstamos.
Adicionalmente, “si bien los ingresos financieros podrían incrementarse, lo cierto es que el costo financiero de los recursos que están financiando la cartera de crédito también se está incrementando (costo de captación), lo que provocaría una afectación en el margen financiero”, menciona Aguilar
Un 2023 difícil
De momento la morosidad se ha mantenido relativamente estable en lo que va del año, incluso ha bajado en términos interanuales, pese a que en 2021 se esperaba un mayor desgaste debido al fin de la flexibilización crediticia de la pandemia. Sin embargo, esta aparente estabilidad hay que observarla con cuidado, ya que el incremento en la cartera crediticia podría estar diluyendo la mora entre operaciones nuevas.
Aún así, los ajustes al alza en las tasas ya encendieron las alarmas en el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif), el cual en noviembre propuso una serie de cambios transitorios para castigar con menor severidad a los deudores con problemas de pago durante el 2023.
Entre las modificaciones destacan una degradación más baja en la calificación de los deudores a cuyas operaciones crediticias se les realicen dos modificaciones en 24 meses y la imposibilidad de que se manche el historial crediticio cuando hay una dación en pago por el total del monto de la deuda.