Después de lo que pasó en Estados Unidos en 2008, la conjunción de las palabras “crisis” e “inmobiliaria” se pronuncian con especial miedo, así que no es de extrañarse que el tambaleo de dos grandes desarrolladores inmobiliarios chinos encienda las alarmas de los agentes económicos.
Le explicamos, a grandes rasgos, qué es lo que está pasando en el gigante asiático, por qué es importante y cuáles consecuencias podría tener sobre la economía global.
¿Qué está pasando?
Después de varias décadas en las que el sector inmobiliario fue uno de los principales motores de crecimiento chino, pareciera que el sector ya enfrenta síntomas de un modelo económico que no está en su pico.
A primera vista, pareciera ser un problema de liquidez. Según una estimación de Gavekal Research, las deudas no pagadas de promotores privados chinos llegan hasta $390.000 millones.
En el ojo de la tormenta están dos empresas: Country Garden, la desarrolladora inmobiliaria más grande de China, y China Evergrande, otro de los pesos pesados de este sector.
Country Garden mencionó este mes de agosto que probablemente reporte pérdidas de $7.600 millones para el primer semestre del 2023. Con deudas no pagadas de hasta $200.000 millones, los inversores temen un default que cree un efecto dominó en el resto del sector y, por ende, en la economía china.
En el caso de Evergrande, esta desarrolladora con presencia internacional recientemente se declaró en quiebra en Estados Unidos para reestructurar su deuda. En 2021 ya había avisado sobre las debilidades del sector cuando la empresa incumplió el pago de $300.000 millones adeudados.
¿Por qué preocupa?
Aunque se trata de un problema de liquidez, una buena parte de las causas provienen de un sector inmobiliario que ya no tiene el mismo fuelle. La población ya no crece como antes. Esto ha derivado en más proyectos inmobiliarios de los que la gente está dispuesta a comprar.
Esto sumado al peso de una deuda creciente pareciera indicar que el aporte de la construcción inmobiliaria al crecimiento económico chino ya no será tan grande.
“El sector inmobiliario en China representa de manera directa alrededor de un 15% del Producto Interno Bruto (PIB) e indirectamente podría llegar a un 30%. En ese en ese sentido, el tema del crecimiento económico en China podría verse todavía más deteriorado y más débil de lo que actualmente está”, considera Luis Diego Chavarría, coordinador de estrategias de inversiones y portafolio de Acobo.
Todo esto se suma, según explica Marco Vinicio Ruiz, exembajador costarricense en China, a una economía que ya no es la misma poscovid.
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“Todo el mundo creyó, hasta los más expertos, que la economía china iba a volver a crecer y se hablaba de que para este año podrían tener un crecimiento del 10% y eso no ha sucedido así”, explica Ruiz.
Recientemente JP Morgan redujo la predicción de crecimiento chino a un 4,8%.
Además, existe un riesgo importante de que este problema se filtre hacia otros segmentos económicos. Recientemente, Zhongrong International Trust, empresa fiduciaria china que gestiona $85.000 millones en activos, no realizó los pagos a sus inversores.
La construcción suele ser una actividad muy dinamizadora, así que si esta disminuye, otros sectores perderán también, empujando a China hacia una mayor desaceleración.
“Sí es un tema que genera incertidumbre, y que puede derivar en salida de capitales importantes, lo cual supondría mayor inestabilidad en el sector financiero”, considera Mauricio Moya, gestor de inversiones de Mercado de Valores de Costa Rica.
¿Cuáles serían las consecuencias globales?
Al ser un participante tan grande dentro del comercio mundial, una desaceleración o crisis en China tendría impactos globales.
En la última década, China ha sido responsable de más del 40% del crecimiento económico mundial, según BCA Research.
“Si China ralentiza su crecimiento, escasean algunas materias primas, bienes intermedios y terminados, lo cual puede generar aumentos de costos que se trasladan a los consumidores vía precio”, explica Moya.
A su vez, en el corto plazo también podría generarse un efecto contrario en otras materias primas en las que China es demandante y más bien se reduciría el precio de estos bienes, consideran Ruiz y Chavarría.
¿Qué significa para Costa Rica?
La ventaja que podría tener Costa Rica es que exporta relativamente poco a China, así que una menor demanda del gigante asiático no desbalancearía directamente el comercio exterior costarricense. Sin embargo, si un descalabro chino afectara a Estados Unidos (un alto oferente de bienes a China), sí podría haber una afección indirecta a una Costa Rica que suele estar atada a las turbulencias de Norteamérica.
Aún así, Ruiz sí ve que pueda existir una afectación más directa. El exembajador considera que si la crisis escala podría ser más difícil atraer inversión china a Costa Rica.
Según datos del Ministerio de Comercio Exterior (Comex), la inversión extranjera directa proveniente de China fue de $2,4 millones en 2022, relativamente pequeña en comparación con la de Estados Unidos ($2.584 millones). Sin embargo, sí hubo un salto importante con respecto a la que se tuvo en 2021 ($1 millón).
En materia de proyectos chinos instalados en Costa Rica, la Agencia Costarricense de Promoción de Inversiones (Cinde) le dijo a El Financiero el pasado mes de julio que contabilizaron seis provenientes de dicho país.