Los precios en Costa Rica suben con más fuerza que en el resto de la región de América Central y República Dominicana, a pesar de que todas sus naciones sufren con la crisis inflacionaria desatada por la invasión de Rusia en Ucrania, los problemas en las cadenas de suministro y el aumento acelerado de la demanda, tras la reapertura económica pospandemia.
La variación interanual a julio del Índice de Precios al Consumidor (IPC) costarricense fue de 11,48%; superior que los indicadores de Honduras (11,46%) y de la nación caribeña (10,86%).
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La escalada inflacionaria nacional, además, es la más vertiginosa de la región. El país apenas registraba una inflación del 0,8% en diciembre de 2020, y ahora esa cifra es más alta en más de una decena de puntos porcentuales.
La subida también ha sido pronunciada en países como El Salvador y Nicaragua; sin embargo, no en los mismos niveles costarricenses. El aumento de los precios ticos es más elevado. según las mediciones oficiales.
¿Por qué?
Es difícil determinar causas específicas sobre la magnitud de las subidas entre economías que son especialmente distintas. Sin embargo, se puede hacer alusión a algunos factores especialmente trascendentales en ellas, que podrían tener una incidencia directa o indirecta.
Uno de esos factores, por ejemplo, es la política pública de cada país para contener el fenómeno.
La mayoría de países de la región, con excepción de Costa Rica, aplicaron subsidios a los precios del combustible en los últimos meses; una medida que podría explicar parte de las diferencias.
El economista José Luis Arce, director de la firma FCS Capital, considera que el comportamiento de la inflación es más o menos similar en la mayor parte de Centroamérica; pero la aplicación de subsidios a los precios de los combustibles podría representar “la diferencia más importante”.
“Países como Honduras (en marzo) y El Salvador (en abril) impusieron subsidios al precio de los combustibles, entonces los aumentos reales no se están trasladando a los precios sino que se están reflejando en déficits fiscales mayores (para sus gobiernos)”, apuntó.
Nicaragua, Guatemala y República Dominicana también aplicaron rebajas, pero en semanas más recientes. Panamá, incluso, apenas aprobó subsidios para los combustibles y el precio de los alimentos el pasado mes de julio, ante protestas sociales.
Otro factor de peso que puede incidir en una menor inflación es la dolarización formal o informal de muchas de las economías centroamericanas, ya sea porque el dólar es su moneda oficial o porque reciben grandes cantidades de la divisa en remesas.
Así lo mencionaba a BBC Mundo el oficial de Asuntos Económicos de la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Ramón Pineda; quien señaló que ese factor evita la “exposición a las volatilidades cambiarias”.
Las dos economías centroamericanas con una menor inflación son, precisamente, las de El Salvador y Panamá. En el país del Canal, específicamente, la inflación es de apenas 3,51% a julio, aunque partía de números cercanos a cero o hasta negativos en años recientes.
El comportamiento del colón costarricense, en contraposición al del dólar, acentuó algunas presiones inflacionarias en suelo nacional.
El colón cayó un 2,9% frente al dólar, según el tipo de cambio promedio en el Monex, en lo que va del año; pero llegó a descender hasta un 8,3% a mediados de junio. Esto incidió en los precios de bienes importados que se pagan en esa divisa pero se comercializan en colones, como es el caso los mismos combustibles.
Costa Rica sin subsidios
Costa Rica, por su cuenta, ha optado por no aplicar mayores subsidios al combustible, ni otros insumos claves.
La Asamblea Legislativa apenas acordó congelar los aumentos trimestrales del Impuesto Único a los Combustibles por seis meses, una medida muy limitada en cuanto al efecto real que tendría sobre los precios de las gasolinas y el diésel.
El presidente Rodrigo Chaves, además, desechó la idea de impulsar una rebaja al gravamen durante la campaña presidencial e incluso calificó la idea como “irresponsable”, en términos del ajuste fiscal que el país lleva en curso.
Apenas cambió su postura el 3 de agosto pasado, cuando dijo que la situación se había “salido de las manos”, y afirmó que impulsaría un proyecto de ley para que el precio de las gasolinas no escalara sobre los ¢900 el litro y el diésel a más de ¢800.
Dicha propuesta, sin embargo, llegó al Congreso apenas a finales de mes, en medio de una tendencia ya decreciente de los precios internacionales del petróleo e incluyó límites sustancialmente más altos de los anunciados inicialmente por el mandatario. Específicamente, planteó máximos de ¢950 por litro de gasolina súper, ¢900 por litro de regular y ¢870 por litro de diésel.
Su aprobación, además, dependerá de qué decidan los legisladores y en qué tiempo lo hagan.
El escenario, sin embargo, deja espacio para algún nivel de optimismo en cuanto a la reducción de precios a nivel internacional. Los precios internacionales del petróleo, por ejemplo, cerraron este 2 de septiembre por debajo de los $87, la cifra más baja que se registra desde enero.
Además, el precio de muchas otras materias primas que ascendieron fuertemente con la invasión rusa en Ucrania como el cobre, el aluminio, el acero y el trigo han caído sustancialmente desde sus elevaciones más pronunciadas al inicio del conflicto.
No obstante, la situación es más compleja en cuanto a la producción agrícola. Este sector sufre aumentos importantes en campos como el precio de semillas y fertilizantes, ante la caída del siempre alto suministro ruso. Rusia proveía, hasta el inicio de la guerra, el 15% de los fertilizantes nitrogenados y el 17% de los fertilizantes potásicos del mundo, lo cual ha supuesto un reacomodo excesivamente fuerte en ese mercado e incluso hace que organismos internacionales alerten sobre posibles hambrunas en países más pobres.
El Banco Central, por su cuenta, ha enfatizado que trabaja en medidas para retener excesos monetarios y restringir el crédito fácil, con lo cual se busca reducir la demanda y evitar que la inflación se prolongue por más tiempo de la cuenta en el país. En ese sentido, el emisor ha aumentados los porcentajes encajes que se retienen sobre las captaciones bancarias y ha subido las tasas de referencia.
Pero es poco lo que puede hacerse con los fenómenos globales actuales. “Es un shock inflacionario e importado”, afirmó categóricamente el presidente del BCCR, Róger Madrigal, en una entrevista con EF de junio pasado.