El crédito a personas y empresas en el país recuperó el aliento y el buen semblante precisamente luego de varios meses de pandemia. Su comportamiento interanual salió de un mal estado en el cayó antes de que surgiera la emergencia sanitaria y que posteriormente se prolongó unos meses ante la emergencia sanitaria.
A partir de la mitad del 2020, la variación interanual del saldo de crédito al sector privado se empezó a recuperar. Aunque las variaciones fueron inestables, dejaron atrás meses de decrecimientos y ya para este año muestran condiciones mucho más estables, pero con tímidos crecimientos.
Para el 2021, la cartera ha tenido cambios interanuales por debajo del 3%, a excepción de abril, lo que podría explicarse por un efecto rebote por la comparación con el periodo correspondiente anterior. El saldo total de la cartera de crédito del sistema financiero nacional (excluyendo al Banhvi y casas de cambio) creció en julio un 2,79% en comparación con el mismo mes del año anterior.
El comportamiento al aumento ha sido leve, pero las entidades financieras ya sufrían de problemas desde el 2018.
Según cálculos hechos con base en los saldos de crédito publicados por el Banco Central, se observa una desaceleración desde los últimos meses del 2018. Para setiembre del 2019 la variación interanual del saldo total de la cartera crediticia fue de -0,05% y continuó disminuyendo hasta mayo del 2020, cuando comenzó un lento camino a la recuperación.
Luis Liberman, economista y exvicepresidente de la República, explicó que el comportamiento de los créditos en los últimos años está amarrado a varios factores incluyendo el poco crecimiento económico del país. A esto se suma la incertidumbre y los conflictos sociales que se agudizaron principalmente en el 2018.
“Le agrego algo adicional y es que durante la pandemia el nivel de gasto de las familias bajó sustancialmente, entonces muchas familias aprovecharon para reducir los saldos de crédito que tenían con los bancos”, comentó Liberman.
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La aprobación de la ley conocida como tope de usura también afectó a los créditos por tarjetas de las grandes entidades financieras, esto sucedió en 2020.
Desde antes de la pandemia, el Banco Central mantenía una política expansiva a la que se unieron diversas decisiones tomadas por las entidades bancarias como prórrogas, refinanciamientos y readecuaciones de los créditos ante la afectación económica y laboral.
Asimismo, la entidad inyectó más de ¢842.000 millones entre diversas entidades como una operación diferida a plazo, que se ha utilizado en los últimos meses en refinanciamientos y nuevos créditos.
Las condiciones crediticias han mejorado y aún se mantienen tasas de referencia históricamente bajas, como sucede con la Tasa Básica Pasiva (TBP) en colones.
Dicho indicador se ubicó semanas atrás en un 2,85%, el valor más bajo de las últimas décadas. Según la revisión del Programa Macroeconómico del Central, en junio de este año, el crédito en moneda nacional creció 3,6% en términos interanuales, el crédito en moneda extranjera se contrajo en 5,2%.
“Esto podría reflejar la recuperación en la actividad económica y las mejores condiciones crediticias en colones propiciadas por las diferentes medidas de las autoridades monetarias y financieras”, señaló la entidad en el documento.
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Los factores ya mencionados generan un escenario que ha propiciado, poco a poco, la recuperación crediticia luego de un 2019 deprimido por la incertidumbre, el alto endeudamiento, un deterioro de la situación fiscal y los resquicios de tensiones sociales.
En términos absolutos, el saldo total de la cartera de créditos directos —basados en datos brindados por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef)— pasó de ¢22,2 billones en enero del 2020 a ¢23 billones en julio de este año.
Si se analiza el comportamiento en meses consecutivos, los crecimientos han sido menores al 1%. Durante el 2021, los meses con mayores aumentos, respecto a los saldos totales, han sido marzo, abril y junio con 0,17%; 0,16% y 0,22% respectivamente. Por su parte, enero y febrero presentan variaciones mensuales negativas.
Por otro lado, el crecimiento interanual del saldo crediticio durante el 2021 se ha comportado cercano, pero inferior, a las expectativas de crecimiento económico, que según la última revisión del Banco Central podría ubicarse en 3,9%. Años atrás, el comportamiento de las carteras eran dísimiles en cuanto al comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB); en diciembre del 2019 la variación interanual de los saldos fue menor que el crecimiento económico, mientras que en el 2017, 2018 y 2020 los saldos crecieron bastante más que el PIB.
Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central, explicó que es normal para una economía como la costarricense que ya cuenta con maduración financiera que el crédito crezca “más o menos en línea con la economía nacional”, incluso más rápido para una mayor profundización financiera.
“En los meses recientes hemos visto más bien una recuperación de la tendencia a que el crédito crezca igual o por encima del crecimiento de la economía nacional, lo que es ciertamente un desarrollo positivo que desde el BCCR hemos venido procurando con una política monetaria expansiva”, comentó Cubero.
Consumo e inmuebles
Por otro lado, las prórrogas y nuevas facilidades crediticias a personas que vieron sus ingresos impactados habrían influido en el comportamiento de los saldos totales de los créditos.
A julio, el mayor peso en la cartera lo tenían los créditos bajo el concepto de construcción, compra y reparación de inmuebles, con un saldo de ¢6,7 billones. De segundo en la lista están los créditos de consumo, compuesto por actividades como la compra de vehículos y tarjetas de crédito. En total, lo que se adeuda al sistema financiero en dicho rubro asciende a ¢6,5 billones.
En enero del 2020 era lo contrario, los préstamos por consumo sobrepasaban a los de inmuebles. Estos últimos comenzaron un aumento sostenido aunque leve desde abril del 2020, pese a las afectaciones por la pandemia.
Por su parte, los créditos de consumo vieron cambios cuando el COVID-19 comenzó a afectar la economía nacional. Pese a esto, la diferencia de ambos rubros de enero del 2020 a julio del 2021 es estrecha. En el caso de inmuebles el aumento no supera los ¢500.000 millones mientras que en consumo la disminución es de alrededor de ¢189.000 millones.
Allan Calderón, subgerente general de riesgo y crédito del Banco Nacional, señaló que en el caso de esa entidad si se toman como base las carteras que clasifican como Consumo y Vivienda, se debe anotar que el saldo de la cartera de vivienda es la más importante del banco y su tamaño era 2,5 veces la de consumo en diciembre 2020. A agosto 2021 la relación de tamaño creció a 2,6 veces.
“En cuanto al crecimiento, esa diferencia en la relación de tamaño muestra que la cartera de consumo ha decrecido —5,7% entre diciembre 2020 y agosto 2021—, mientras el saldo de la cartera de vivienda prácticamente se ha mantenido estable en el mismo periodo”, comentó Calderón.
Un menor consumo en los hogares así como las altas cifras de desempleo afectan de manera directa la demanda de préstamos por consumo.
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El gerente general de Scotiabank Costa Rica, Robert Williams, comentó en entrevista con EF que la entidad ya ha comenzado a observar un levantamiento en términos de la cartera de créditos relacionados a hipotecas, mientras que otros rubros como automóviles no mantienen el mismo comportamiento.
“En el tema de automóvil hemos visto que la cartera se ha mantenido relativamente estable, aunque con una tendencia positiva, pero no tan positiva como hipotecas. Sí estamos sintiendo un poquito de dolor por el lado de la cartera de tarjetas de crédito”, comentó Williams.
Asimismo, Ariel Rosenblatt, vicepresidente de finanzas para Centroamérica de esa misma entidad, explicó que la cartera de consumo decreció fuertemente producto de la ley de usura, que terminó expulsando clientes del sistema financiero; así como por la crisis por COVID-19, dado que mucha gente dejó de consumir y por ende de demandar créditos.
“La parte inmobiliaria creció 9,1% entre 2020 y 2021, esto por varios motivos, por ejemplo, la oferta competitiva de nuestros productos en colones y dólares para hipotecas y un mayor apetito del banco en crecer en estos productos y segmentos”, agregó Rosenblatt.
Vehículos, tarjetas y vivienda
En el ámbito de consumo, los créditos para la compra de vehículos se paralizaron después del marzo del 2020. Más tarde, en diciembre de ese año, dichos préstamos se dinamizaron levemente y crecieron en alrededor de ¢23.000 millones (si se compara con marzo).
No obstante, el crecimiento no se mantuvo y a partir de enero se observa una disminución en los saldos de estas operaciones. Para julio de este año, la cifra ascendía a ¢704.238 millones, mientras que para diciembre del 2020 era de ¢739.430 millones.
Para tarjetas de crédito, uno de los productos más utilizados por los clientes financieros y que se enlista dentro del rubro de consumo, el saldo se ha mantenido relativamente estable. Al séptimo mes del 2021 superaba los ¢1,2 billones, mientras que en febrero 2020, un mes sin afectaciones por la pandemia, se encontraba en ¢1,3 billones. El rubro ha tenido meses de mayor afectación, como febrero del 2021, en el que presentó caída interanual del 9,6%.
Del lado de los créditos relacionados a construcción, compra y reparación de inmuebles, la “compra de vivienda nueva” también se mantuvo relativamente estancada de enero a mayo del 2021, por debajo de los ¢1,5 billones. Para mayo, la variación interanual fue de apenas un 0,75%.
Si bien en junio y julio el rubro, según las estadísticas suministradas por Sugef, experimentan un salto importante en el saldo (de alrededor de ¢1 billón adicionales), esto se da por un cambio en la reclasificación, no por un crecimiento natural de la cartera.
Según información suministrada por la oficina de prensa de Sugef, gran parte de estas operaciones se reportaban anteriormente como “construcción de vivienda para uso del deudor”; por ello, si se revisa dicha cuenta, se identifica una disminución similar al aumento que hubo en el rubro de compra de vivienda nueva.
Justamente, era al sector de vivienda al que el sistema financiero apostaba para crecer este año. En entrevista con EF en abril anterior, el gerente del Banco Nacional, Bernardo Alfaro, señaló que confiaban en que la construcción y vivienda se dinamizaran para levantar las carteras crediticias de las entidades bancarias.
Para la compra de viviendas usadas el aumento en los saldos crediticios a nivel del sistema financiero nacional ha sido leve pero sostenido. La diferencia entre enero del 2020 y julio de este año es únicamente de ¢101.493 millones.
Estatales crecen menos
Por otro lado, pese a los incentivos para endeudarse en colones, los bancos estatales presentan a julio del 2021 una de las variaciones interanuales más bajas respecto al saldo total de sus carteras de crédito en comparación con otro tipo de entidad. Un cálculo basado en los datos de Sugef, muestran que el crecimiento para estas entidades ha sido de 2,99% frente a cifras como un 3,79% en los bancos privados y un 5,83% en las mutuales.
Las financieras son las que presentan un mayor crecimiento, sobre todo en junio y julio de este año, cuando sus saldos totales por créditos directos crecieron 10,29% y 11,2%, respectivamente.
Manfred Lacayo, gerente financiero de Desyfin, explicó que el comportamiento en las carteras de crédito de las entidades financieras no bancarias podría responder al aumento del comercio o consumo personal y el énfasis en micro, pequeñas y medianas empresas.
Asimismo, el aumento en las carteras de crédito y los segmentos más recuperados son disímiles entre cada entidad.
En la oficina de comunicación del Banco Popular, por ejemplo, señalaron que respecto a la cartera financiera que contempla consumo, el sector privado creció 1,1% y el público disminuyó en 9,8% para agosto de este año en comparación con febrero del 2020.
Además, las variaciones para la cartera social que incluye actividades como la construcción, compra y reparación de inmuebles, salud y educación, el saldo para deudores del sector privado crece en 0,4% y para el caso del sector público disminuye en 0,5%.
En Coopenae la tendencia es similar; su gerente comercial, Carlos Ramírez, comentó que en los últimos tres meses (de junio a agosto) hubo un leve aumento entre un 2% y un 4% de solicitudes de crédito provenientes del sector privado por encima de las solicitudes del sector público e independiente.
La entidad reporta un crecimiento superior al 10% en la cartera de crédito hipotecario y una recuperación en los niveles de crecimiento de la cartera de crédito para pequeñas y medianas empresas de más de un 20%, en agosto 2021 respecto al mismo mes del año anterior.
“El crédito de consumo corresponde al que ha mostrado un crecimiento más lento, los trámites que se realizan principalmente son para compras de saldos entre las instituciones financieras, refundir deudas, mejorar sus condiciones crediticias y liberación de liquidez”, señaló Ramírez.
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En el Banco Nacional también han experimentado mejores resultados en los segmentos comercial de micro y mediana empresa, así como en el segmento corporativo, según señaló el subgerente general de riesgo y crédito.
Por otro lado, la vicepresidenta de relaciones corporativas de BAC Credomatic, Laura Moreno, señaló que ven de forma optimista el crecimiento que tiene la colocación de crédito en los últimos meses y que han experimentando incrementos en todas las líneas de productos, principalmente en tarjetas, prendas, leasing, así como también en vivienda. Las líneas que presentan una disminución son pocas y dirigidas a nichos muy específicos, como libranzas.
Las metas de crecimiento al cierre del 2021 son distintas entre entidad; no obstante, según consultas hechas por EF la mayoría se encuentran en un dígito. Tal es el caso de Coopenae, que señaló que la expectativa se da principalmente por la coyuntura de pandemia y reactivación económica.
La expectativa de crecimiento del crédito en Scotiabank, según indicó Williams, es de alrededor del 4%. Por su lado, desde el BAC no señalaron un cifra en específica pero aseguran que ven el panorama de manera positiva y que la cartera de crédito mantendrá un crecimiento acorde con esta reactivación económica.
En el caso de Desyfin, la expectativa del saldo de la cartera de créditos oscila entre el 7% y el 8% para el cierre del año.