El Banco Central de Costa Rica (BCCR) proyecta que el país crecerá un 3,9% en 2025. ¿Esto es bueno o malo? La cifra por sí sola dice poco, por eso analizamos qué significa ese crecimiento, cómo se compara con nuestro promedio histórico, con nuestros vecinos y cuáles son sus luces y sombras.
Para adelantar algunos puntos se puede inferir lo siguiente: un 3,9% es un crecimiento aceptable, aunque es menos dinámico de lo que veníamos acostumbrados en los últimos dos años. A pesar de estar más lejos de los resultados de 2023, está alineado con el promedio histórico y con lo que la actual coyuntura —y sus riesgos— permite.
No obstante, está más cerca de los años de crecimiento más bajos que de los más altos, además, puede que el país haya ido debilitando algunos de sus cimientos hacia el futuro, como la salud fiscal, la seguridad y la institucionalidad.
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¿Qué quiere decir ese 3,9%?
El crecimiento se mide por medio del Producto Interno Bruto (PIB), el cual es el indicador más general posible de la economía de un país. Una proyección del 3,9% quiere decir que se espera que la economía, como un todo, crezca en ese porcentaje durante el año respecto al pasado, eso incluye a las industrias más pujantes y a las más rezagadas. Ese es uno de los puntos importantes a la hora de contextualizar la cifra: un crecimiento disparejo puede sumar sombras al número final. Por ejemplo, en los últimos dos años el país ha crecido a un ritmo relativamente bueno, pero lo ha hecho de forma más o menos desigual, lo cual ensancha las brechas sociales.
Por un lado hay una economía conectada al extranjero, principalmente en zonas francas, que crece vigorosamente a tasas de doble dígito, con bajo desempleo, uno de los puntos fuertes y que el país debe cuidar, pero por el otro lado está la economía local —la cual es la mayoría, poco más de un 80%—, que ha avanzado a tasas mucho más moderadas, normalmente por debajo del 4%.
“A uno le gustaría ver al régimen definitivo (economía local) creciendo a un 5%”, considera Daniel Ortiz, director de Cefsa.
José Luis Arce, director de FCS Capital, considera que la brecha entre estas dos economías puede achicarse en 2025, por elementos que pintan claroscuros sobre el país.
Arce proyecta una desaceleración del sector externo —pero siempre manteniendo tasas fuertes— debido a menores proyectos de inversión presupuestados para este año y una incertidumbre provocada por el cambio de gobierno en Estados Unidos. También ve una economía local manteniendo una demanda interna aceptable, de la mano de unas menores tasas de interés, un empleo que poco a poco se recupera (también con sus luces y sombras) y una confianza de los consumidores que todavía no ha caído.
¿Cómo se compara con nuestro pasado?
El 3,9% es muy cercano al promedio histórico del país (4,1%), pero se ubicaría como el onceavo crecimiento más bajos de los últimos 33 años (los datos más antiguos disponibles en el sitio web del BCCR).
De cumplirse, sería el segundo año consecutivo en desaceleración, después de la reducción del 5,1% al 4,1% que hubo entre 2023 y 2024 (a espera de las cifras finales del año recién terminado).
Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR, cree que se trata de una desaceleración esperada luego del repunte postpandemia y todavía no ve indicios de que la economía costarricense esté entrando en un estancamiento.
¿Cómo se compara con nuestros vecinos y socios comerciales?
Si nos comparamos con Latinoamérica, el 3,9% de Costa Rica parece bueno: el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó en octubre pasado un 2,5% para la región, pero es común que superemos el promedio porque en la zona hay países de muy bajo crecimiento.
Sin embargo, la tasa anda en niveles parecidos, incluso más bajos, que los de nuestros vecinos más cercanos. El Fondo calculó una variación del 3% para Panamá, un 3,6% para Guatemala y un 5% para República Dominicana, por ejemplo. Para Costa Rica este organismo proyectó un 3,5%, ligeramente menos que la previsión del Central.
Cuánto crece Estados Unidos es muy importante al ser nuestro principal socio comercial, lo mismo se puede decir de Europa, pero en menor medida. El Fondo espera un crecimiento del 2,2% para el gigante norteamericano y apenas un 1,2% para la zona euro.
Aunque parezca relativamente baja, la proyección estadounidense podría verse positiva, ya que aleja los temores de una recesión, además es alta entre las potencias. Normalmente, cuanto más grandes son las economías, menor potencial de crecimiento tienen.
El crecimiento global que espera el FMI es de un 3,2%.
¿Cuáles elementos podrían desviarnos de las proyecciones?
Cubero ve tres principales fuentes de riesgos:
Nuevas políticas estadounidenses: Donald Trump ha prometido colocar aranceles a los productos que entren en Estados Unidos, lo cual podría afectar las exportaciones costarricenses. Además, busca medidas para mantener y atraer inversión en el país, esto podría disminuir la inversión extranjera en Costa Rica. También hay temores de que sus políticas arancelarias causen más inflación, derivando en mayores tasas de interés globales.
Tensiones globales: Todavía están latentes conflictos geopolíticos, como la guerra en Ucrania, los conflictos en Medio Oriente y las tensiones entre Estados Unidos y China. Si alguno de estos choques se intensifica podría darse una subida en los precios de las materias primas, particularmente los combustibles, lo cual afectaría la economía mundial y reduciría la competitividad costarricense.
Factores internos: El deterioro fiscal del último año, aunque no es tan grande como el de las crisis del pasado, genera incertidumbre y desmotiva la inversión, mientras que el aumento de la violencia en materia de seguridad agrava el clima económico.
Entonces, ¿es un crecimiento bueno o malo?
Ser categórico en esa respuesta es complicado cuando se habla de algo tan heterogéneo como la economía completa de un país, así que los calificativos cumplen esa misma característica: son generales.
Ortiz lo describe como un año que será “menos dinámico”. De cumplirse, no sería un periodo malo, pero sí uno en el que se dé una desaceleración del consumo privado, un menor crecimiento en sectores clave como agricultura, turismo y servicios, además de la incertidumbre política en la económica global.
Cubero es un poco más optimista y la califica como una proyección “razonablemente buena”, dados los riesgos internacionales y locales que plantea el año. Es decir, es razonable para el contexto.
Aún así, el expresidente del BCCR es de los que cree que en el mediano plazo el país debería apuntar a un crecimiento potencial más alto, alrededor de un 5%, pero también admite que se trata de una discusión abierta y hay quienes creen que la cifra puede andar entre un 3% y un 4%.
Arce considera que es una tasa aceptable; no debería ser un mal año bajo las condiciones actuales. Sin embargo, le preocupa que es un relativo bienestar de corto plazo que no está construyendo bases hacia el futuro, de hecho cree lo contrario: que se están destruyendo cimientos debido a las tensiones que ha introducido el Poder Ejecutivo sobre el tejido democrático.
“Las cosas que se necesitan para crecer no se están haciendo y los empresarios lo saben. Pueden ser que este año se venda un poco más, pero cuando se pregunten si voy a ampliar mi supermercado, si voy a poner una planta en Costa Rica, van a ver que no hay propuestas que resuelvan los problemas y más bien hay más dudas de las pocas cosas que funcionaban: el ambiente democrático, la estabilidad política y la institucionalidad”, considera el director de FCS Capital.