Cocinar, lavar, planchar, limpiar y los demás quehaceres del hogar tienen un valor económico nada despreciable, aunque no necesariamente se pague por ellos: según cálculos del Banco Central de Costa Rica (BCCR), la cuenta del trabajo doméstico no remunerado (TDNR) alcanzó los ₡9,6 billones en 2022, año que se utilizó como referencia y que se publicó en el pasado mes de mayo.
Esta cuenta proporciona información sobre la valoración económica de las labores que realizan los miembros del hogar mayores de 15 años en actividades productivas para su autoconsumo.
Para dicho año, la cuenta de TDNR equivaldría un 21,4% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto sería, por ejemplo, un porcentaje mayor al que tuvieron actividades como la manufactura (13,8%), la inmobiliaria (7,6%) y la construcción (3,63%) dentro del PIB del 2022.
Un 56% de esos ₡9,6 billones se lo dejan únicamente dos rubros: la preparación de alimentos (30,5%) y la limpieza y mantenimiento de bienes (25,8%). Solo entre limpiar los bienes y las tareas de la cocina se acumuló un valor de alrededor de ₡5,4 billones anuales.
La cuenta también contabiliza siete actividades más, en las que destacan por su participación porcentual las del cuidado de la niñez (12,3%), las compras, pagos o trámites del hogar (8,8%) y la limpieza del vestido (8,7%). Estos tres rubros suman alrededor de ₡2,8 billones por año.
En el gráfico siguiente puede ver cómo se componen las actividades y cuál es la brecha de género de cada una. Esta brecha se mide como el valor económico del trabajo de las mujeres en comparación con el de los hombres. Si la brecha es, por ejemplo, 2,6, lo que quiere decir es que las mujeres aportan 2,6 veces más valor al total de la actividad en comparación con el género masculino.
Para elaborar esta cuenta, el BCCR utilizó los resultados de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), así como el costo equivalente de adquirir estos servicios en el mercado, los cuales se derivan de las cuentas nacionales.
Hombres participan más, pero todavía con poco
En las últimas dos actualizaciones que le ha hecho el Central a la cuenta (2017 y 2022), las brechas de género se han reducido en el TDRN, pero la diferencia entre las mujeres y los hombres sigue siendo del doble. De esos ₡9,6 billones, el trabajo de las mujeres significó un 67,18% y el de los hombres el restante 32,82%. Consecuentemente, la distribución per cápita mensual también se inclina fuertemente hacia las mujeres: ₡259.764 versus ₡129.206.
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Si bien la distribución continúa siendo dispareja, los resultados del 2022 mejoraron en comparación con los del 2017, por lo menos en lo que a la brecha de género se refiere. Entre ambos años, dicho indicador bajó de 2,5 a 2 y el porcentaje aportado por el trabajo de los hombres subió de 28,6% a 32,8%.
Según explicó Henry Vargas, director de la División de Análisis de Datos y Estadísticas del Banco Central, la diferencia se concentra principalmente en una mayor participación relativa de los hombres en la limpieza y mantenimiento de bienes, así como en la preparación de alimentos, los dos apartados más pesados dentro de la cuenta.
Aún así, la brecha en dichas actividades continúa siendo relativamente alta entre géneros: en la limpieza el indicador es de 1,7 y en la preparación de alimentos de 2,6. En el apartado donde la brecha entre géneros fue más baja (de 1) fue el de “Compras, pagos o trámites del hogar”. No hubo diferencias en esta cuenta entre el 2017 y el 2022.
Fuera del mercado laboral
La mayoría de los aportantes al TDNR son personas ocupadas dentro del mercado laboral (61%), pero es un número que cayó en comparación con el 2017, cuando representaban un 65,5%. Lo mismo le sucedió a las personas desempleadas, la cuales bajaron de ser un 3% a un 1,9% Consecuentemente, las personas que suman a tasa de inactividad crecieron dentro de quienes componen la cuenta doméstica.
Quienes se encuentran en situación de inactividad laboral subieron de un 31,5% a un 37,1%. Es decir, un mayor porcentaje de personas que no están trabajando aportaron a la cuenta de TDNR.
Este es un apartado en el que se presentan diferencias importantes entre géneros. Por ejemplo, mientras que en las mujeres es más común que se encuentren inactivas (56,5%), en los hombres la mayoría están ocupados (78,7%).
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No obstante, el crecimiento en la tasa de inactividad fue muy superior en los hombres que en las mujeres, ya que subió de un 11,9% en 2017 a un 19,8% en 2022, mientras que en las mujeres el aumento en inactividad fue de solo 3,5 puntos porcentuales.
Pese a que los ocupados representan un mayor porcentaje dentro de la cuenta, el valor del aporte es mayor entre quienes no participan dentro del mercado laboral contra quienes tienen un trabajo : 49,7% versus 47,6%. El restante 2,7% lo aportan las personas desempleadas.
Esto se traduce en que, aunque sean una porción más pequeña, quienes se encuentran fuera de la fuerza laboral ofrecen un mayor valor económico en las tareas domésticas. El valor per cápita de los inactivos fue de ₡293.419 y y el de los ocupados de solo ₡171.221.
El valor total de este tipo de trabajo creció en ¢1,3 billones entre 2017 y 2022, pero en ese mismo periodo disminuyó como porcentaje del PIB al pasar del 25% a 21,3%.
Según explicó Vargas, el TDNR normalmente no está incorporado en las mediciones de producción e ingreso de los países pese a ser una actividad vital dentro del día a día de la población. “Esta cuenta no solo nos permite visibilizar ese aporte, sino que además tener una visión integral de las actividades en las que participan los hogares y generar indicadores que son útiles para la toma de decisiones en política económica y social”, mencionó el funcionario del Banco Central.