Como suele ser costumbre cada año, el Programa Estado de la Nación (PEN) sacó una radiografía de Costa Rica en búsqueda de revelar las luces y sombras del desempeño del país en el último año.
El último informe se publicó el 16 de noviembre y reveló una economía que, en busca de recuperarse de la crisis de la pandemia, suma una mezcla de pasos a favor y en contra en medio de una coyuntura internacional adversa.
El Financiero recopiló cinco de los principales hallazgos del apartado Oportunidades, estabilidad y solvencia económica del Informe Estado de la Nación (IEN).
1. Problemas para generar puestos de trabajo
La pandemia por covid-19 fue una gran destructora de puestos de trabajo y al país, durante el 2021 y el 2022, todavía le ha costado regenerarse, especialmente cuando antes del brote ya se convivía con una peligrosa tasa de desempleo mayor al 11%.
Según el PEN, la recuperación en esta materia no solo ha sido lenta, sino desigual. Además, se ha hecho a través de una mayor productividad y no necesariamente por medio de un crecimiento en la generación de empleos.
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En 2021, las actividades que lograron recuperar o incluso superar la producción respecto a 2019, lo hicieron con un menor número de trabajadores. Así fue el caso de los sectores agro, manufactura, intermediación financiera, actividades profesionales y enseñanza y salud, los cuales en conjunto representan el 47% del empleo total. Solo las actividades de electricidad, agua y saneamiento lograron recuperar la producción junto con el empleo.
“La recuperación de la producción con menor demanda de empleo significa, en términos económicos, un aumento de la productividad laboral”, explica el IEN.
2. Cuatro ramas cargaron con el crecimiento durante el 2021
En 2021, con excepción de la administración pública, todas las actividades económicas tuvieron una mejora en su crecimiento. No obstante, el mayor aporte al Producto Interno Bruto (PIB) fue generado por cuatro ramas: manufactura, comercio, transporte y actividades profesionales. Estas cuatro cuentan con un dinamismo superior al 10%.
3. Los años de la desaceleración
El informe destacó que desde julio del 2021, la economía costarricense muestra una desaceleración, tanto en el régimen especial como el definitivo. En este contexto, se proyecta para el 2022 y 2023 un crecimiento promedio cercano al 3,3%, similar al promedio prepandemia (2011- 2019). Este fenómeno se acompañó también de un freno en el optimismo de las personas consumidoras desde febrero de 2022, el cual se mantuvo hasta el cierre del informe.
El PEN explica esta tendencia por la desmejora en el crecimiento mundial en un contexto internacional adverso, el alza de la inflación y una mayor incertidumbre para los próximos años. Por otra parte, en promedio, los empresarios, principalmente los que pertenecen al sector servicios, mantienen una tendencia más optimista sobre el país.
En cambio, los pertenecientes del sector agropecuario muestran desde el segundo trimestre del 2022 una tendencia pesimista. Aquí hay que recordar que el sector servicios ha sido el menos golpeado por la inflación, mientras que el agropecuario ha sido de los más lastimados con el aumento de las materias primas ante el conflicto en Ucrania y los embates climáticos, manifestados principalmente por medio de un exceso de lluvias.
4. El deterioro de la finanzas ha restringido el financiamiento de obra pública
Según destaca el informe, entre 2010 y 2021, la proporción de proyectos de infraestructura de obra pública realizados con recursos internos y del presupuesto nacional cayó de 93% a 42%.
La inversión en capital en Costa Rica mantiene una tendencia a la baja como porcentaje del PIB desde la crisis 2008-2009. Entre el 2009 y el 2021, la inversión pública pasó, en términos reales, de 5,1% a 2,6% del PIB. “Desde un punto de vista temporal y utilizando este indicador como base, el país invierte menos que a inicio de la década de los noventa”, detalla el documento.
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Sin embargo, esto no significa que durante las últimas décadas el monto de la inversión se haya contraído, dado que en términos absolutos se observan incrementos durante varios periodos. Lo que sí ha sucedido es que el deterioro de las finanzas públicas ha restringido el financiamiento de obra pública.
Entre el 2013 y 2021, la proporción de proyectos financiados con recursos internos y del presupuesto nacional cayeron de 78% a 42%. Para resolver esta limitación, el país ha buscado mecanismos alternos como el endeudamiento con organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Desde el año 2018 el endeudamiento financia alrededor de la mitad de la inversión pública.
5. Punto de inflexión en materia fiscal
Aún bajo un contexto de finanzas deterioradas, para el PEN Costa Rica alcanza un punto de inflexión en materia fiscal al reducir el déficit de 8% a 5% del PIB, lo cual explica, principalmente, por la contención en remuneraciones y transferencias y la mejora en la recaudación. El informe califica como “histórica” esta reducción.
Entre 2020 y 2021, los ingresos fiscales pasaron de 13% a 15% del PIB, con esto el país no solo superó la pérdida sufrida por la contracción del primer año de pandemia, sino que se mejoró el nivel recaudatorio que se tenía en 2019. En el mismo periodo los ingresos no tributarios se duplicaron y aportaron 28% al crecimiento total, muy por encima de la tendencia fiscal de los últimos diez años.
En 2021, el gasto total del Gobierno creció en términos reales un 5%, muy por debajo del que tenía en el 2019. Además, las remuneraciones se incrementaron un 2,4%, mientras que las transferencias decrecieron un 2%. “Estas variaciones del gasto primario (remuneraciones y transferencias, principalmente) están muy por debajo del que se tenían antes del 2016, pues desde entonces el país mantiene una fuerte política de contención del gasto. Esto, sumado a la consolidación de la reforma fiscal aprobada en 2018, ha permitido reducir de manera significativa el peso de estos rubros sobre las finanzas públicas”, explica el informe.
Sin embargo, el PEN también resalta que todavía queda mucho por mejorar en materia fiscal: “el tamaño de la deuda pública se mantiene en niveles muy elevados y con fuertes presiones por el pago de intereses, por lo que se mantendrá el escenario más restrictivo de la regla fiscal”.