Desde que surgió el primer bono verde, emitido por el Banco Mundial en 2008, los llamados “bonos temáticos” se han ganado poco a poco la confianza de los inversionistas y se han posicionado como instrumentos financieros para dirigir capital privado e institucional hacia la sostenibilidad, un concepto que ha calado bien en Costa Rica aunque todavía con un crecimiento tímido en el mercado secundario del país.
Según la Iniciativa de Bonos Climáticos, hacia finales de 2024 los bonos temáticos registraban un volumen acumulado de US$5,4 billones a nivel mundial. En esta tipificación se incluyen los bonos verdes, azules, sociales, sostenibles y vinculados a la sostenibilidad, cuyo propósito común es financiar proyectos con un impacto ambiental o social positivo.
Desde 2020 se han registrado en Costa Rica 10 emisiones verdes para oferta pública, autorizadas por la Superintendencia General de Valores (Sugeval), nueve de ellas en colones. También se incluye un Fondo de Inversión de Desarrollo de Proyectos, del Banco Nacional (BN), por un monto de US$30 millones.
Adicionalmente, la Bolsa Nacional de Valores (BNV) reporta dos ofertas privadas del BN y dos bonos que se colocaron en mercados internacionales: uno del BN, el cual ya venció, y otro del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) que vencerá en el 2028. De hecho, el BN emitió el primer bono verde en el país en 2016 y este se utilizó para la refinanciación de bonos ya existentes, cancelando un título valor emitido por el ICE por US$250 000 000.
“Este tipo de bonos buscan obtener una rentabilidad que va más allá de la económica, sino que también procuran generar valor social al mejorar la calidad de vida de las personas y contribuir con el ambiente, todo mediante inversiones responsables con propósito”, explicó Silvia Chaves, Directora de Experiencia de Marca y Relaciones Corporativas del BN.
En su criterio, los bonos temáticos generan un valor agregado para emisores e inversionistas y también para el país, pues contribuyen a acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

El monto total de las emisiones para oferta pública y privada en el país corresponde a US$1 250 millones, entre emisiones en colones (25%) y emisiones en dólares (75%), según los datos de la BNV.
La realidad del mercado
A pesar de sus bondades, los bonos temáticos presentan poca profundidad y bursatilidad en el mercado de valores costarricense. Datos de la BNV indican que en el mercado secundario se ha negociado un total US$84 millones, que representan el 7% del total emitido.
De las emisiones en colones autorizadas por la Sugeval, únicamente se ha negociado en mercado secundario la del Banco Popular y de Desarrollo Comunal (BPDC), con un 68% de monto colocado, y la emisión del ICE con un 2% con respecto a su monto colocado. La emisión de participaciones del fondo de inversión del BN se ha negociado en un 38% con respecto al monto de participaciones colocado.
La mayoría de las emisiones están colocadas entre inversionistas tales como fondos de inversión, fondos de pensión, intermediarios bursátiles, intermediarios financieros y asociaciones solidaristas, los cuales suelen mantener los valores hasta su vencimiento; es decir, acuden poco al mercado secundario.
César Restrepo, Director General Corporativo del Grupo Financiero Bolsa Nacional de Valores, reconoció que la colocación en el mercado secundario no ha sido óptima y aseguró que la BNV está trabajando en promover estas emisiones y visibilizar sus beneficios pues, en su criterio, “son el futuro de los mercados de capitales en el mundo”.
“Como organizadores del mercado local nos encontramos en un proceso de promoción y desarrollo de este tipo de instrumentos. Por parte de los inversionistas, hace falta incrementar el apetito por este tipo de instrumentos y, por supuesto, esto va de la mano con un crecimiento en la oferta del mercado costarricense, es decir, que más participantes se inclinen por emitir en proyectos alineados a criterios ambientales, sociales y de gobernanza”, añadió.
Desde la Sugeval se trabaja actualmente en dos vías importantes con el fin de ofrecer mayores elementos de información para el mercado: la taxonomía para finanzas sostenibles y la aplicación de las normas internacionales financieras de sostenibilidad, denominadas NIIIF S1 y NIIF S2. Así lo informó la Superintendencia a través de su oficina de prensa.
Impacto vs. rentabilidad
A pesar de las limitaciones, Restrepo considera que los bonos temáticos están cumpliendo con el objetivo para el cual fueron creados, pues los emisores e inversionistas que participan en este tipo de instrumentos no solo han palpado beneficios, sino que también están contribuyendo activamente al desarrollo del país. Como ejemplo, mencionó el caso de Coopeguanacaste con el Proyecto Solar Huacas y la Planta de Gasificación de Residuos Sólidos Municipales.
Señaló que las emisiones temáticas pasan por un proceso de verificación para asegurar que los fondos recaudados se destinen a proyectos con beneficios ambientales y sociales.
Por su parte, Silvia Chaves destacó el impacto alcanzado mediante el bono social emitido por el BN, por un monto de US$75 millones, el cual financió a 4.417 empresas, principalmente pequeñas y medianas (pymes). La emisión de este bono fue estructurada por BID Invest, el brazo privado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al igual que el bono azul emitido en 2024 por el BN para contribuir a la protección de los océanos y las zonas costeras.
Según Chaves, el BN colocó el 100% de los recursos emitidos para el bono social mediante el acercamiento directo con los clientes y está utilizando un mecanismo similar en el caso del bono azul.
“En el caso del bono verde y el social sí cumplieron con los objetivos para los cuales fueron creados, tanto porque se cumplió la meta de colocación e inclusive se sobrepasó. Por otro lado, se cumplió con el alcance de pymes apoyadas, especialmente aquellas lideradas por mujeres; así como con los programas de capacitación y educación financiera. Con esta experiencia adquirida, el BN confía en que el bono azul también logrará el impacto deseado en su estructuración”, sostuvo.
LEA MÁS: Bonos verdes: ¿inversión responsable o estrategia de imagen?
Un caso particular es el de Banco Promérica de Costa Rica, que registró un programa de bonos sostenibles por US$50 millones en la Bolsa de Valores de Panamá.
“Los fondos obtenidos a través de la emisión de bonos sostenibles han permitido financiar más de cien pymes, impulsando el empleo en sectores clave como agricultura, comercio, servicios y turismo, entre otros. Un porcentaje significativo de estas pymes son lideradas por mujeres, y además, hemos apoyado proyectos verdes enfocados en energías renovables, construcción certificada y agricultura sostenible” resaltó Michelle Espinach, Gerente de Banca Sostenible de Promérica.
Añadió que la emisión se hizo en la bolsa de Panamá y no en Costa Rica por una decisión estratégica: el mercado panameño ofrece acceso a un grupo más amplio y diverso de inversionistas, algunos de los cuales se especializan en inversiones sostenibles. Además, este mercado tiene una mayor profundidad que el costarricense, lo que facilita este tipo de colocaciones, pero los inversionistas nacionales también pueden adquirir estos bonos a través de la Bolsa de Panamá.
“Estos bonos no fueron diseñados para ser transados en el mercado secundario, por lo que su colocación en este ámbito no ha sido un factor de medición clave”, aclaró.
Desde la perspectiva de los inversionistas, Marco Vargas Aguilar, Gerente General de BN Vital, destacó que estos instrumentos contribuyen a la diversificación de las inversiones. Según dijo, esta operadora mantiene inversiones de aproximadamente 37 500 millones de colones en el bono bpv10, emitido por el Banco Popular.
“Buscamos la calidad y sostenibilidad de las inversiones, considerando la sostenibilidad como la ruta para crear valor socioeconómico y ambiental a mediano y largo plazo; contribuyendo al aumento del bienestar y progreso del país”, afirmó Vargas.
Por el contrario, Róger Porras, gerente general de Popular Pensiones, explicó que esta operadora no ha invertido hasta ahora en ningún bono temático y que ello obedece a criterios de selección, a fin de brindar los mejores desempeños posibles a sus afiliados.
“Es importante indicar que existe muy poca oferta de productos con rentabilidades competitivas. También conviene recordar que las operadoras debemos obtener la mejor rentabilidad ajustada al riesgo, con el objetivo de pagar la mayor rentabilidad posible”, dijo.
Si bien el tema de sostenibilidad no es reciente, sí lo es su incorporación a las decisiones de inversión. Desde la perspectiva de la Sugeval, los inversionistas requieren revisar sus políticas de inversión y determinar sus objetivos de contribución con el desarrollo sostenible y, con base en ello, buscar e incluso promover ofertas de inversión bien estructuradas, alineadas con los principios reconocidos y con información confiable.