Fusión entre Caixabank y Bankia, negociaciones entre BBVA y Sabadell: los movimientos tectónicos se suceden en la banca española que profundiza un proceso de concentración para rearmarse frente a la pandemia de la COVID-19, la baja rentabilidad y la nueva competencia digital.
El proceso no es nuevo en España, que vio desaparecer decenas de entidades durante múltiples operaciones de fusión en la crisis de 2008, pero se aceleró en los últimos meses alentado tanto por el Banco de España como por el Banco Central Europeo.
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En setiembre, Caixabank y Bankia, tercera y cuarta entidad del país, anunciaron su fusión, que debe aprobarse en diciembre para crear un gigante con alrededor de 664.000 millones de euros (unos $788.000 millones) de activos en España, convirtiéndose en líder del mercado.
Ese paso alimentó los rumores de unión entre BBVA y Banco Sabadell, segundo y quinto banco del país, que esta semana admitieron mantener conversaciones tras la venta por $11.600 millones (9.700 millones de euros) de la filial estadounidense del BBVA.
Aunque la negociación es preliminar, la entidad resultante se convertiría en el segundo actor del mercado doméstico, muy por delante del poderoso Santander, que seguiría como primer banco español por su amplia cartera internacional.
El nuevo mapa bancario español quedaría completado con la fusión entre las entidades medianas Liberbank y Unicaja, que negocian desde octubre.
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Operaciones “defensivas” en un entorno complicado
Son operaciones "defensivas para evitar problemas posteriores", indicó a la AFP el profesor Xavier Vives, de la escuela de negocios IESE de Barcelona.
A diferencia de la crisis anterior, cuando las fallas del sistema bancario pusieron en jaque la economía española y forzaron un rescate europeo de 41.300 millones de euros, las entidades no presentan ahora un problema de solvencia, sino de rentabilidad.
“Los tipos de interés son bajos, la curva de rendimientos está muy llana y con la pandemia de la COVID-19 se han pospuesto las revisiones del tipo de interés. En estas circunstancias, el negocio bancario es muy poco rentable”, apuntó Vives.
A ello, hay que sumar la irrupción de nuevos competidores como las ‘fintech’, actores digitales con estructuras más flexibles y costos más ligeros respecto a la banca tradicional.
"Ciertamente, con intereses en negativo es muy difícil ganar dinero. Pero el gran problema de la banca es que es imposible ser rentable con el modelo de sucursales, sobre todo para competir con las 'fintech' y los nuevos operadores", apunta el experto bancario Ricardo Zion, de EAE Business School.
"Es como en las líneas aéreas. Una aerolínea tradicional tiene una flota propia y pilotos que ganan 400.000 euros al año y tiene que competir con una low-cost que usa aviones alquilados y pilotos que ganan 60.000", añade.
Además, con todas las entidades haciendo enormes provisiones de capital por el temor a impagos causados por la pandemia, “estos movimientos refuerzan su solvencia” en un momento en que “a diferencia de la crisis anterior, cuando los bancos fueron un problema, ahora deben ser parte de la solución”, incide Zion.
Alarma de los sindicatos
Esta concentración, que necesariamente implicará reducción de plantillas y de oficinas, encendió las alarmas de los sindicatos, que han visto reducir en un tercio el número de empleados del sector en España desde 2008.
"Me preocupa la magnitud de destrucción de empleo que se pueda producir. Las instituciones financieras deben ser conscientes del esfuerzo que hizo este país para mantenerlas en la anterior crisis" y ahora no pueden corresponderlo "con más despidos", señaló a la radio RNE el dirigente del sindicato UGT, Pepe Álvarez.
Los despidos, de hecho, ya comenzaron. Santander anunció la supresión de 4.000 puestos de trabajo, Sabadell preveía recortar otros 1.800 antes de empezar negociaciones sobre su fusión con BBVA, y, según la prensa, la unión de Caixabank y Bankia dejaría otros 8.000 despidos.
Las asociaciones de consumidores también temen que esta concentración lleve a un oligopolio, con una decena de entidades donde diez años atrás había más de 70, que perjudique al cliente final.
Sin embargo, para el profesor Vives, esto “no debería ser problemático si se mantienen tres o cuatro grandes entidades y hay suficiente competencia de los nuevos actores digitales”.