La economía de Costa Rica sufrirá una contracción de 3,6% en el ritmo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real por el impacto de la crisis del coronavirus. La cifra es parte de la revisión de las proyecciones macroeconómicas 2020-2021, publicadas la tarde de este viernes por el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
La caída en la tasa de crecimiento de la economía nacional es la segunda más fuerte en su historia y supera el -1% que se registró en 2009 tras el golpe de la crisis financiera mundial, conocida como la Gran Recesión.
Aunque ese nivel de contracción está lejos del -7,3% reportado en 1982 durante la crisis económica interna, luego de que el entonces presidente de la República, Rodrigo Carazo Odio, decidiera cerrar las puertas a los organismos internacionales y empezó a financiarse por medio de letras del tesoro, lo que provocó hiperinflación.
El Central proyecta una tasa de recuperación del 2,3% para el 2021, lo que muestra un efecto rebote muy bajo en comparación con estimaciones publicadas por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Entre 1991 y 2008, la tasa promedio de crecimiento de la economía del país fue del 5,3%; después de la crisis económica que azotó a los mercados entre 2008 y 2009, el ritmo se redujo paulatinamente.
Para el periodo comprendido entre 2016 y 2018 la tasa de crecimiento del PIB real pasó de 4,2% a 2,6% y se ubica por debajo de su rango óptimo que es del 4%.
Las medidas del apagón económico que afectan directamente a los diferentes sectores productivos del país crearon efectos adversos que se traducirán en una pérdida abrupta de empleos, un deterioro en el ingreso promedio de los consumidores y empresas, y empobrecimiento.
Lo inédito de la crisis provocada por el coronavirus radica en la velocidad y la magnitud con que golpeó a las diferentes economías. Se trata de un shock inusual de oferta que, a su vez, redunda en forma de shock de demanda y amenaza con una profunda recesión económica.
Rodrigo Cubero, presidente del BCCR, explicó, en conferencia de prensa, que se espera, por primera vez en 38 años, una caída en el consumo de los hogares.
“Tiende a ser una variable muy estable, cuando caen los ingresos usan los ahorros para proteger el consumo, pero el choque económico es tan fuerte que se golpeará el consumo”, apuntó.
El FMI estima un crecimiento negativo de -3% para la economía mundial, un escenario así no se vivía desde la Gran Depresión de 1929.
El jerarca del Central señaló que la volatilidad sin precedentes en los mercado financieros internacionales y la huida hacia activos de refugio, generó un aumento en la prima de riesgo de la deuda en los mercados emergentes, justo donde se ubica Costa Rica.
“Las primeras dos semanas de marzo hubo una fuerte alza en los rendimientos de los títulos de los mercados emergentes. Esto muestra la salida de capitales de Costa Rica”, agregó.
El país mostraba una recuperación modesta, que también se había estancado sobre 2,6% entre octubre del 2019 y febrero del 2020 medida por el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), justo cuando el embate del coronavirus obligó a aplicar las medidas de aislamiento social que tienen implicaciones en las actividades productivas.
Cubero señaló que los sectores más afectados son los hoteles, restaurantes, el transporte público y una porción importante del comercio retail, con excepción de supermercados y farmacias.
Justamente el sector de restaurantes y hoteles tendrá una caída del 27,6% este año, las demás actividades económicas registrarán tasas de contracción de un dígito.
El BCCR también proyecta que la inflación cerrará el 2020 por debajo del rango meta (entre 2% y 4%) y se situará en 1,2%.
De acuerdo con Cubero, la suma de los choques externos y de las medidas de contención aplicadas por el Gobierno se traducirá en una contracción de la actividad económica, reducción de empleo y cambios en contratos laborales, y caída en la recaudación tributaria.
En cuanto al impacto para los agentes económicos (consumidores y empresarios), los efectos negativos son la afectación al flujo de caja, deterioro de la cuenta corriente, incremento en la mora crediticia y presiones de liquidez al sistema financiero.
Sobre el impacto en el desempleo, los datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) disponibles hasta el cuarto trimestre del 2019 mostraban una tasa del 12,4%. Cubero señaló que 7.000 empresas solicitaron suspensiones temporales de contratos de trabajo o reducciones de jornada laboral que afectan a más de 118.000 personas, con datos hasta el 22 de abril.
Los sectores más golpeados, de acuerdo con las cifras del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), son el comercio, los servicios y la industria. Sin embargo, todavía no hay datos suficientes disponibles para cuantificar el impacto en el desempleo.
Medidas paliativas
El Gobierno y el BCCR pusieron en marcha una serie de medidas orientadas a atender la emergencia en sus tres dimensiones más urgentes: los servicios de salud, la entrega de subsidios para los afectados económicamente y el pago regular del gasto gubernamental que incluye la creciente deuda pública.
A nivel de económico, el Central redujo su Tasa de Política Monetaria (TPM) en 100 puntos base −su ajuste a la baja más fuerte en la historia− para llevarla a un nivel de 1,25%. El objetivo es que la caída se transmita a las tasa de interés del sistema financiero para que los bancos ofrezcan condiciones más favorables a sus clientes.
El Banco Central también inyecta liquidez al Mercado Integrado de Liquidez (MIL) y al mercado secundario.
La segunda opción es posible con una reforma al artículo 52, inciso c) de la Ley Orgánica del BCCR que se incluyó el la recién aprobada Ley para facilitar la entrega del Fondo de Capitalización Laboral (FCL) a quienes vieron sus jornadas reducidas o recibieron la suspensión temporal de contratos de trabajo.
Ahora los diputados discuten varios proyectos de ley para arreglar ese portillo que le permite al Central comprar bonos en el mercado secundario a terceros ante situaciones de emergencia o excepcionales.
La posición del BCCR es que se mantenga la posibilidad de hacerlo bajo criterios fundamentados y bien definidos previamente por la Junta Directiva.
El jerarca del Central defiende las operaciones de recompra en el mercado secundario buscan aliviar las tensiones sistémicas de liquidez que pueden generar presiones sobre los precios o rendimientos de los activos financieros y, por consiguiente, amenazas a la estabilidad del sistema financiero nacional.
Otro grupo de medidas conjuntas entre los bancos, la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) y el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) permiten readecuar y renegociar deudas con personas o empresas. Además de cambios regulatorios para evitar manchas en el Centro de Información Crediticia (CIC).
Mientras todo esto se implementa, el Gobierno logró la aprobación de un primer presupuesto extraordinario que le permitirá disponer de ¢368.578 millones, de los cuales ¢150.000 millones de destinarán a la entrega de bonos de ayuda económica −de ¢62.500 y ¢125.000 mensuales− a 400.000 personas por tres meses.
¢273.350 millones se utilizarán a mejorar el perfil de la deuda, es decir, cambiar deuda cara por barata.
En el Congreso se discuten cerca de 90 proyectos de ley que buscan crear moratorias y mejores condiciones para quienes vieron sus ingresos y condición económica afectada por la crisis del coronavirus.
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