En el 2019, la economía tendría un crecimiento moderado, el crédito aceleraría el paso, la inversión pública repuntaría y el déficit crecería poco.
Este es parte del escenario económico que prevé el Banco Central para el 2019, un año en el que las necesidades de financiamiento del Gobierno son aún más apremiantes que el periodo recién terminado (vence el 13% de la deuda).
En un ambiente de mayor alerta en la liquidez del Estado –y una mayor presión en las tasas de interés–, ¿qué lleva al Central a estimar un comportamiento muy similar al del 2018? (No está demás recordar que el Gobierno enfrentará desafíos por la implementación de la reforma fiscal).
La respuesta está en que el Banco Central asume de previo que el Ministerio de Hacienda recibirá luz verde, por parte de los diputados, para acceder a financiamiento internacional. Esto cuando aún el proyecto de ley para lograrlo no ha sido aprobado por la Asamblea Legislativa.
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Otro supuesto importante que se incluye en el programa macroeconómico es que los movimientos sindicales no organizarán huelgas.
Las expectativas del Central son tildadas de optimistas y riesgosas. Principalmente por la esperanza de que el déficit cierre el año en 6,2% del Producto Interno Bruto (PIB), luego de un 2018 con una cifra de 6%; y por fundamentarlo en hechos inciertos.
El que la economía crezca 3,2%, arrastrando el efecto de la huelga del 2018, no es tan imposible ya que un dinamismo de este nivel resulta bajo para el país.
Recursos inciertos
A finales del año pasado, el Ministerio de Hacienda presentó una propuesta a la Asamblea Legislativa para emitir $6.000 millones en títulos valores en el mercado internacional.
De aprobarse este proyecto de ley, las arcas del Gobierno recibirían $1.500 millones en 2019 y la misma cifra en 2020.
Al mismo tiempo, Hacienda negocia el acceso a unos $1.000 millones que provendrían de organismos multilaterales como apoyo presupuestario (el Central contempla solo $450 millones y no aclara esa diferencia).
Ambos recursos por ahora no pasan de conversaciones o propuestas, sin que nada se concrete.
Sin embargo, la autoridad monetaria asume que el escenario más probable es que sí llegarán esas divisas e inclusive que lo harán a más tardar en el último trimestre del año.
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Esta práctica es inusual y como ejemplo más reciente está la postura que tomó el BCCR con la reforma fiscal.
Cuando este proyecto de ley hacía fila la agenda legislativa, el Banco Central no contemplaba su aprobación en las previsiones.
Al mando de Rodrigo Cubero, presidente del BCCR desde el 1 de agosto del 2018, esto cambió.
Los estatutos de la autoridad monetaria le permiten jugar con supuestos, que pueden concretarse o no, y argumentarlos para así mostrar una postura final de cómo se comportará la economía.
La práctica en sí misma resulta más riesgosa y cuestionable.
Lo usual es que el Banco Central plantee un escenario en el que supone un comportamiento bajo “cosas definidas”, afirmó Eduardo Lizano, expresidente del BCCR.
Las probabilidades de una huelga por la implementación de la reforma de empleo público son altas, mientras, otras propuestas que hacen fila en el Congreso –como el aborto terapeútico o cambios al empleo público– podrían desencadenar descontento social y entrabar o atrasar la intención de emitir nuevos bonos soberanos de deuda (eurobonos).
El calificativo de “cuestionable” se lo otorgó el mismo presidente del Banco Central durante la conferencia de prensa gestada el martes 29 de enero.
Algunos diputados han mostrado su preocupación sobre la alta cifra (los $6.000 millones) de títulos que pretende emitir Hacienda en el exterior.
Se pone en tela de duda la necesidad de dejarle aprobado a la siguiente administración un paquete de eurobonos, aunque se les solicitaría avances en el fortalecimiento en las finanzas públicas.
Cubero señaló en conferencia de prensa que “funcionarios” del Gobierno y “colegas” del Central les permiten asumir que la respuesta a la emisión internacional será un sí.
Otra duda es si los eurobonos llegan hasta finales del año, ¿cómo se contendrá la presión hasta entonces? La respuesta es, por ahora, incierta.
La expectativa de un déficit del 6,2% resulta llamativa.
Riesgos conocidos
Por otro lado, el mismo documento del programa macroeconómico contempla sus supuestos como riesgos en el horizonte de pronóstico.
En el nivel local, el principal riesgo es la ausencia de autorización legislativa para el financiamiento externo del Gobierno y el Central plantea un desenlace ante esta posibilidad.
En el bienio 2019-2020 la Tesorería enfrentará un elevado requerimiento bruto de financiamiento, pero sin fondeo externo, esos recursos deberán provenir del mercado local.
La deuda externa crecería con los eurobonos, pero sin ellos, se presionarían al alza las tasas de interés locales, lo que tendería, entre otros efectos, a deprimir el crecimiento de la actividad económica y eventualmente a aumentar el desempleo.
El 21% de la deuda vence en 2019 y 2020. Esto equivale a unos $6.452 millones en esos dos años, solamente en compromisos a los que se deben sumar otras obligaciones.
Los recursos para atenderlos no están necesariamente en la caja chica del Estado. Ejemplo de esto fue el cierre del 2018, cuando entró en aprietos para atender los aguinaldos o con el salario escolar a inicio del año en curso.
“Me parece que el segundo escenario que plantea el Banco Central (sin eurobonos) es un argumento para asustar a la Asamblea Legislativa para que apruebe el proyecto”, explicó Jorge Guardia, expresidente del Central.
Otro riesgo más que enlista el BCCR es justamente la huelga. El documento indica que las tensiones sociales por las reformas estructurales planteadas por el Gobierno podrían despertar huelgas y afectar los servicios públicos como educación y salud.
Esto impactaría el desempeño de la economía, algo que ya sucedió en 2018 con un efecto negativo (de ¢138.700 millones) en el crecimiento económico.
Es claro que el desenlace del proyecto de ley de los llamados eurobonos y la llegada o no de una huelga determinarán en gran parte cuál será el desempeño de la economía en un 2019 que pinta muy retador.