En 2018, un año en el que apremió la incertidumbre sobre el futuro fiscal y económico del país, las utilidades (ingresos menos gastos) del sector bancario crecieron tan solo 3% y el crédito 4%.
Las tasas de interés al alza y la mayor volatilidad del tipo de cambio hicieron de las suyas y afectaron el comportamiento de esta industria.
Ante este panorama, la banca privada sacó provecho, repuntó sus ganancias e inclusive dejó atrás a la banca estatal.
La banca privada vio crecer sus réditos en 50%, mientras que en la estatal decayeron 33%.
El abrupto crecimiento de las utilidades de BAC Credomatic y la contracción generalizada de los bancos públicos tuvieron un papel importante en ese resultado.
¿Qué se espera para el 2019? Un mejor año en tanto se mantenga la estabilidad social, principalmente que no se realizan huelgas y las reglas fiscales permanezcan claras.
El crédito tiene pocos incentivos para despegar, debido a las expectativas de una economía sin sobresaltos.
El dinamismo del crédito aún no ve la luz y terminó el 2018 con cifras claras de desaceleración.
Este comportamiento está ligado al bajo dinamismo de la economía. El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) en noviembre cumplió seis meses de bajar el ritmo de crecimiento y hay pocas razones para pensar que acelerará el paso en el año en curso.
Por ahora, las estimaciones del Banco Central y de organismos internacionales sitúan a la producción cerca del 3% para el 2019.
Privados a la cabeza
¿El 2018 fue un año agrio? Por más que las cifras de crédito y dinamismo de utilidades reflejen un bajo dinamismo, una porción del sector dio síntomas de recuperación después de un crudo 2017.
En ese periodo, la banca reportó ganancias 21% menores a las vistas el año previo, tras una caída casi generalizada entre todas las entidades bancarias.
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Luego de esa contracción, un crecimiento del 3% no suena tan mal.
Eso sí, la leve mejora está lejos de ser pareja. Al contrario, llegó a las utilidades de algunos bancos privados.
La banca privada se robó el protagonismo durante el 2018, al haber generado más ganancias que los tres bancos públicos: Banco de Costa Rica (BCR), Banco Popular y Banco Nacional de Costa Rica (BNCR).
Este comportamiento no es el usual. En términos de dinero, la acera pública históricamente generaba más ganancias que el resto del mercado (once bancos privados). Al menos así lo dejan ver datos desde 2013 y posiblemente se mantenga la tendencia al recorrer más periodos hacia atrás.
Entonces, los papeles se intercambiaron y la banca privada generó ¢123 billones en ganancias, mientras la pública ¢71 billones.
A modo de ejemplo, en 2017 los tres bancos estatales generaron ¢25 billones más que los privados.
Si bien los bancos privados mostraron mayor dinamismo el año pasado, el grueso del aporte provino de BAC Credomatic.
Esta entidad generó el 36% de las ganancias que percibió todo el sector bancario en 2018, tras un crecimiento de 59% (unos ¢25 billones).
El ADN tecnológico del banco explica buena parte de sus resultados.
La ejecución “persistente” durante años de la estrategia enfocada en medios de pago es la explicación a los resultados obtenidos, explicó Federico Odio, gerente de BAC Credomatic Costa Rica.
“Adicionalmente, hemos venido haciendo grandes esfuerzos de eficiencia a través de innovación y tecnología desarrollando soluciones que faciliten la vida de nuestros clientes físicos y jurídicos”, añadió Odio.
La realidad de este banco dista radicalmente de los resultados obtenidos por la banca estatal.
El BCR, el Popular y el Nacional contrajeron sus ganancias en 24%, 40% y 34,7%, respectivamente.
¿Qué explica ese resultado tan pesimista? Parte de esa caída surgió por un deterioro en las carteras de crédito, ya que una buena porción de los deudores enfrentó una menor capacidad de pago, pospuso el pago de sus deudas y esto impactó la morosidad al alza.
Detrás de esa mayor morosidad está la incertidumbre generada por el déficit fiscal, la volatilidad del precio del dólar y la subida de las tasas de interés son algunas de las explicaciones.
Estos factores, en conjunto, generaron una ralentización de la economía, que inclusive llevó a los consumidores a atrasar el pago de sus deudas.
La morosidad subió y afectó las carteras. Cuando la calidad de la cartera de crédito de los bancos se deteriora (presenta más impago), los bancos deben hacer reservas de dinero para mitigar el riesgo.
Esas estimaciones no son más que un gasto adicional para la banca y, por tanto, le resta peso a sus utilidades.
La morosidad subió en once de las trece entidades bancarias, pero quienes registran los mayores niveles en este indicador son los bancos estatales.
Los atrasos mayores a 90 días y en cobro judicial representan, en promedio, el 1,62% de la cartera de crédito de todos los bancos. Sin embargo, se ubica entre 2,30% y 3,31% en la banca pública. La cifra más alta le pertenece al Banco Nacional, que un año atrás mostró un 2,44%.
En esta entidad, el atraso en el pago de crédito de alta cuantía –particularmente en construcción y energía– afectó el resultado final.
Además, en 2017, la cartera de consumo tuvo un fuerte crecimiento en el BNCR, producto de un mayor apetito hacia dicho producto. Al representar, por su naturaleza, un perfil de riesgo superior, es normal observar incrementos en la morosidad de dicha cartera, explicó Allan Calderón, subgerente general de Riesgo y Crédito del BNCR.
El BCR ocupa el segundo puesto en cuanto al alto índice de morosidad, en su caso de 2,84%.
Destaca que el indicador también subió en BAC Credomatic, pasó de 1,62% a 1,93%, sin embargo esto no afectó sus ganancias.
Un capítulo adicional por abordar es el del crédito, que en medio de un consumidor desalentado y asustado por lo que deparará el futuro económico del país, pospuso sus decisiones de consumo y los créditos asociados a estas. Los segmentos de vivienda y consumo son ejemplo de esto.
Las carteras crecieron 4%, por debajo del ya desalentador 5,7% que mostraron en 2017 y mucho menor a las cifras de dos dígitos vistas años atrás.
El comportamiento por moneda, también sitúa en desventaja a la banca pública.
Por su lado, en moneda nacional, el crédito creció 11,7% en los privados, pero en los públicos prácticamente no creció. El dato resulta llamativo puesto que la banca estatal es fuerte en la cartera en colones.
En dólares, repuntó 8,4% y se contrajo 5,2%, respectivamente, en privados y públicos.
Esta realidad puede estar ligada a que precisamente sus carteras están más enfocadas en vivienda y desarrollo, y no tanto en consumo, un área más del segmento privado.