Argentina busca cerrar esta semana un acuerdo sustentable con sus acreedores para la reestructuración de la deuda de unos $66.000 millones bajo legislación extranjera, con una oferta mejorada y el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero las negociaciones no son fáciles: debe convencer a todos los grupos de acreedores. El gobierno de centro-izquierda de Alberto Fernández presentará una nueva oferta con "enmiendas" el martes y los tenedores de bonos tienen hasta el viernes para aceptar el canje. De esta forma y salvo que se modifique una vez más el plazo, el anuncio de resultados será el 22 de junio.
"Si todo sale bien, que creo que sí, sale esta semana", dijo una fuente gubernamental.
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Un acuerdo sería una bocanada de aire fresco para el país en recesión desde 2018, con una pobreza de 35% y una inflación que alcanzó 53% en 2019, una de las más altas del mundo.
"Si Argentina resuelve el tema de la deuda (...) sería muy positivo para Alberto Fernández. Despeja un tema importante, en un contexto más grave [por la pandemia del coronavirus] que el que heredó cuando asumió", opinó Ignacio Labaqui, analista senior en Medley Global Advisors.
Pero fuentes allegadas a las negociaciones insisten en que, si bien el gobierno argentino está haciendo todo lo posible para evitar quedar fuera de los mercados internacionales, tiene que lograr un "buen acuerdo, que sea sostenible y que el país pueda cumplir". Y no está claro que todos los acreedores estén en la misma línea.
“Endulzante"
El gobierno ha dicho poco o nada sobre su propuesta “mejorada”, por un “acuerdo de confidencialidad” con los grupos de bonistas, pero según fuentes gubernamentales, la oferta es más atractiva que la anterior, con un valor que supera los $50 por cada $100 de valor nominal e incluye un “endulzante”: un cupón atado a sus exportaciones agrícolas.
Argentina tenía como plazo el 12 de junio para el canje, pero lo aplazó por tercera vez, ahora hasta el 19 de este mes. La gran mayoría de los acreedores rechazó la primera oferta que contemplaba un plazo de gracia de tres años y una reducción de 62% en intereses y de 5,4% en capital.
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Argentina "debe ceder más, hay que ver las distintas maneras de hacerlo, el cupón podría ayudar, al gatillar un pago si las exportaciones alcanzan un cierto nivel en dólares: si al país le entran más dólares, paga una determinada cantidad de dólares extra", explicó Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.
"Pero se necesitan señales más concretas", advirtió.
Negociación en medio del default
Argentina, tercera economía de América Latina y uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo, cayó en cese de pagos el pasado 22 de mayo, por novena vez en su historia, al no cancelar unos $500 millones en intereses de tres de los bonos sujetos al canje. Sin embargo, al continuar negociando, la artillería del default no se disparó.
El país continúa "manteniendo proactivamente debates con distintos grupos de inversores, adelantó posibles ajustes a la invitación y recibió comentarios de inversores", señaló en un comunicado el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Para Labaqui, no es tan claro que el conjunto de acreedores ceda tan rápido. "Argentina entró en default y ya pasó casi un mes, y a pesar de intensas negociaciones, el gobierno no logró cerrar un acuerdo. Esto es una clara señal de que algunos tenedores de deuda tienen una postura negociadora bastante más dura", apuntó.
Argentina cuenta con el apoyo del FMI, con el cual el país tiene una deuda de $44.000 millones. La deuda pública argentina totaliza unos $324.000 millones, equivalentes a casi 90% de su Producto Interno Bruto.
En esta renegociación de deuda hay bonos de 2005 y 2010, producto de anteriores reestructuraciones durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015), y también nuevos títulos emitidos a partir de 2016, durante el mandato de Mauricio Macri (2015-2019).
Pero si los tiempos se alargan, otros bonos caerían en default. Hay vencimientos previstos para fines de junio, que contando el periodo de gracia podrían extenderse hasta fines de julio.
"Me parece que una semana más o un mes más, en el extremo, puede complicar un poco el corto plazo. Pero lo importante es que la deuda sea sostenible a futuro; lo importante no es cerrar rápido, sino cerrar un buen acuerdo", opinó Rajnerman.
Sin embargo, “si las negociaciones se extienden mucho es un problema porque habrá más incertidumbre y más vulnerabilidad”, advirtió. El riesgo es que los acreedores reclamen su pago ante los tribunales.