El Ministerio de Hacienda enfrenta un claro faltante de liquidez y además tiene las manos atadas para generar recursos frescos.
Esta cruda realidad lo obliga a ingeniárselas y a acudir a medidas que le den aire, como las letras del tesoro anunciadas recientemente y la negociación de los contratos de colocación.
¿Qué impulsa al Gobierno a optar por esas medidas? Por un lado, la reforma fiscal sigue varada en la Asamblea Legislativa a la espera de una solución y esto genera cautela en el mercado, por otro, los mecanismos que ha utilizado el Gobierno para fondearse se hacen insuficientes o muy costosos.
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Aunque las subastas sí dan más recursos a las finanzas públicas, en comparación con el año pasado; al mismo tiempo las necesidades son mayores.
Más recursos, pero más gastos
A setiembre, el Gobierno logró captar ¢2,7 billones en el mercado primario, un 30% más que al mismo corte del 2017, según datos aportados por la Bolsa Nacional de Valores.
El dato por sí solo suena favorable hasta ahí.
Sin embargo, ese aumento está lejos de representar una mayor confianza del mercado en la gestión estatal. Al contrario, los inversionistas piden a Hacienda un rendimiento mayor a cambio del alto riesgo de prestarle dinero.
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El mercado le presta fondos al Gobierno, pero a un mayor costo.
La mayor porción del monto captado, por ahora, corresponde a lo negociado en el primer semestre del año.
Entre julio y setiembre el Gobierno no alcanzó ni la mitad de lo que se dispuso colocar para la segunda parte del año.
Es decir, el plan de Hacienda es captar ¢2 billones entre julio y diciembre del 2018, pero a setiembre había logrado un monto de apenas ¢650.796 millones.
Más de la mitad del monto proyectado deberá colocarse en los tres meses restantes del año.
Hacienda tendrá que ganarse la confianza de un mercado que está cauto y para ello tendrá que nada menos que aprobar la reforma fiscal, algo que no ha logrado hasta el momento.
Entre tanto, además de enfrentar esas dificultades, la composición de los plazos de las colocaciones ha virado a un plazo más corto o mediano.
Hasta el momento, Hacienda ha logrado negociar bonos con vencimiento al 2037 como máximo (con montos bajos de negociación), mientras que hace un año se transaban títulos inclusive al 2050.
A setiembre, el grueso de las transacciones se ubicó en los vencimientos entre el 2018 y el 2021. Hace un año, el monto más alto se ubicó entre el 2026 y 2029.
A estas alturas en el 2017, el Gobierno había captado ¢252.301 millones en vencimientos por encima del 2030, pero en este año la cifra no llega ni a los ¢12.000 millones.
Los inversionistas utilizan el corto plazo como refugio ante la espera de que se aclaren los nublados del día y principalmente, se apruebe la reforma fiscal.
Otra razón es la desconfianza generada ante la utilización de Tesoro Directo, mecanismo mediante el que Hacienda negocia directamente con entidades públicas para fondearse y que a junio representaba el 49% del monto colocado. La deuda individualizada tomaba la cifra restante.
Además, muchos de los inversionistas están “topados” y ya no pueden invertir en bonos del Gobierno, como en el caso de las operadoras de pensiones, explicó José Rafael Brenes, gerente de la Bolsa Nacional de Valores (BNV).
En la semana del 24 al 28 de setiembre necesitaban ¢115.000 millones, pero colocaron la mitad, añadió Brenes.
Aunque la reforma no ha sido aprobada, el mercado agradeció la transparencia de Hacienda y el BCCR en la utilización de las letras del tesoro.
Los jerarcas de ambas entidades, Rocío Aguilar y Rodrigo Cubero, respectivamente, se reunieron con el mercado luego del anuncio para aclarar dudas y dejar claro cuáles serán los siguientes pasos de la gestión monetaria y hacendaria.
Sin duda, la iliquidez actual presiona al Congreso para tomar decisiones que se han postergado por muchos años y también a darle camino a medidas adicionales de contención del gasto.
“Mientras todo esto sucede, los inversionistas, los ahorrantes y quienes requieran un crédito deben tomar sus decisiones debidamente informados y sopesando las consecuencias de estas”, explicó Mauricio Hernández, gerente de Prival Securities.
Respecto a los instrumentos captados por Hacienda, la meta es que los títulos tasa fija sean los que acaparen la mayor porción de la colocación, al menos en la primera parte del segundo semestre esto sí se ha logrado.
Las finanzas públicas están con más apetito de recursos que en cualquier momento.
Los gastos estatales aceleran el paso y alcanzaron los ¢4,3 billones a agosto (cifra más reciente), tras un crecimiento del 8% en el último año.
Junto con los ingresos tributarios, Hacienda logró percibir entradas de dinero que ascendieron a ¢3 billones.