Después de que se presentara el presupuesto del 2018 el pasado 1º de setiembre, el Ministerio de Hacienda hizo colocaciones de deuda hasta por ₡513.916 millones que se vencían entre el 2018 y el 2019.
Desde setiembre y hasta diciembre del 2017, Hacienda colocó ₡279.490 millones en bonos con vencimiento a lo largo del 2018, un 23% del total colocado en ese período y ₡234.426 en bonos con vencimientos al 2019.
La mayoría de las colocaciones se dieron en moneda nacional, pero una importante porción se colocó en moneda extranjera, especialmente en los bonos que se vencen en el 2019.
Marta Cubillo, tesorera nacional, argumentó que las colocaciones en el corto plazo se dieron por una necesidad de cumplir con las obligaciones del Ministerio ante un mercado que no acepta bonos de deuda de más largo plazo.
“Durante el segundo semestre hubo una falta de credibilidad por parte de los inversionistas y una actitud de no colaboración de inversionistas institucionales que nos consideran más riesgosos”, afirmó Cubillo durante la comparecencia ante la Comisión de Hacendarios el pasado 8 de agosto.
Los inversionistas se encuentran cautos ante las colocaciones de deuda de mayor plazo, no solo por una expectativa de tasas de interés al alza del mercado nacional e internacional, sino también por la incertidumbre de una reforma fiscal que no termina de concretarse.
Para Ariel Barrantes, analista de Riesgos de Banco Cathay, desde el año pasado se podía observar que el 2018 iba ser un año determinante para las finanzas públicas dada la concentración de vencimientos.
Cubillo reconoció con respecto a este período, que se concentraron montos muy importantes de deuda en este año y el siguiente, pero debían haberse colocado en el largo plazo si el mercado los hubiera aceptado.
También admitió que durante el 2017 no habían condiciones de ofrecer otro tipo de deuda y, aunque en los últimos años habían logrado alargar la vida o plazo promedio, más recientemente las condiciones políticas no lo permitieron.
Durante el mismo período se colocaron montos más pequeños que vencen en mayores plazos. Los bonos que caducan en el 2020 representan el 14% de lo colocado, y en los más largos, como el 2022, se vence solo el 2,41%.
En el periodo más prolongado posible (entre el 2027 y el 2037) se colocó poco, considerando que se trata de un período de diez años, con un total de ₡346.865, que representa el 27% de lo movimientos que hizo la cartera en ese cuatrimestre.
Las emisiones a corto plazo resultan contraproducentes para Hacienda, que a falta de recursos para pagar la deuda colocada este año procedió a solicitar un presupuesto extraordinario por ₡600.000 millones que se encuentra aún a la espera de la aprobación de la Asamblea.
Otros de los efectos negativos es que elevan del resto de las tasas pasivas del mercado y obligan a las entidades oferentes de ahorros a adaptarse.
En la Revisión del Programa Macroeconómico del Banco Central, la entidad afirmó que la colocación neta de bonos en el mercado interno, sobre todo en el sector privado y en algunas entidades públicas, generó presiones al alza sobre las tasas de interés locales.
El 1 de setiembre del año pasado la tasa básica pasiva se ubicaba en 5,95% y ya durante los primeros meses alcanzó niveles de hasta 6,15%.
Con sus colocaciones Hacienda estruja al mercado interno, que no puede competir con altos rendimientos ni plazos, llevándose una porción importante de todos los recursos disponibles que podrían ser colocados en créditos a mejores costos
y que servirían para dinamizar la economía.
Aparte de los efectos en el mercado con respecto a rendimientos, Hacienda sufre una dura pérdida de credibilidad luego de las aventuradas formas de financiarse que se han evidenciado en los últimos días y saca a la luz que el Ministerio está manejando la deuda como un crédito de consumo: endeudándose hoy para pagar –literalmente– mañana.
Silvia Jiménez, jefe de Análisis y Estrategia de Grupo Financiero Mercado de Valores, asegura sobre las colocaciones y la solicitud del presupuesto extraordinario que la implicación más relevante es la pérdida de credibilidad de la institución en materia de ejecución presupuestaria.
Las condiciones
Las colocaciones del año pasado se dieron en una coyuntura en la que los inversionistas sabían que Hacienda necesitaba cubrir sus obligaciones y les funcionó la estrategia de pedir tasas más altas a cambio de bonos.
Aunque los rendimientos comenzaron el segundo semestre del 2017 entre 6% y 6,3%, pronto subieron a 7% e incluso, los bonos con vencimiento al 2018 llegaron a cotizarse a 7,8%, que fue el más alto ofrecido para instrumentos que se vencen este año.
En moneda extranjera las tasas también se elevaron, aunque en niveles mucho menores. Bonos en dólares se mantuvieron entre 3,2% y 3,4% con plazo al 2018. Sin embargo, se debe considerar que las tasas en dólares no obedecen solo al comportamiento interno, sino a otros factores como el comportamiento de las tasas de los bonos del Tesoro de Estados Unidos y el dinamismo de la economía externa, entre otros.
Los bonos emitidos para el 2019 mostraron rendimientos muy parecidos a los que vencían durante este año, con tasas entre 6% y 8% en moneda nacional y 4% y 6,03% en moneda extranjera. Los instrumentos ofrecidos por Hacienda para el corto plazo (2018 y 2019) tenían casi las mismas tasas entre sí, por lo que era de esperar que los inversionistas se refugiaran o prefirieran los de menor duración, pues tenían un rendimiento similar y el riesgo por el factor de tiempo era menor.
Además, en la mayoría de los casos de estas colocaciones, la tasa facial (con la que salió a captar al mercado) fue menor a el rendimiento que se ofreció finalmente, lo que indicaría que Hacienda tuvo que negociar ajustes de tasas en el momento de las negociaciones.