Para el 2018, es casi un hecho que las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos seguirán subiendo, luego de los tres ajustes que se aplicaron durante este año.
La perspectiva incluye que, ante el crelcimiento de la economía y la caída en las tasas de desempleo, los rendimientos continúen su camino hacia un 2% o, incluso, más arriba.
No obstante, buena parte del rumbo que tomen las tasas dependerá del enfoque que traiga el nuevo presidente de la Fed, Jerome Powell, quien asumirá el cargo a partir de febrero.
La expectativa es que se realicen dos aumentos en los primeros seis meses del 2018. Pero, un cable de la agencia AFP afirmó que la proyección de la media del comité de política monetaria es que podrían ser tres ajustes y algunos economistas apuntan a cuatro.
En un comunicado, la Fed comentó que “el comité sigue esperando que, con progresivos ajustes de su política monetaria, la actividad económica y las condiciones del mercado de trabajo sigan sólidas”.
Sin embargo, este panorama tiene impactos mixtos para la economía de Costa Rica.
Por un lado, al aumentar las tasas de interés en dólares, también suben los costos de los créditos en esa moneda.
Igualmente, suben las tasas pasivas en dólares y como resultado, algunos países, como Costa Rica, equiparan las tasas locales para no perder competitividad.
El Banco Central Europeo, por su parte, decidió la semana anterior mantener sus tasas. Según un comunicado de la agencia AP, la decisión revela cómo la eurozona es más lenta en sus decisiones que la Fed, a medida que los principales bancos del mundo retiran cautelosamente las medidas de estímulo masivo las que enfrentaron la crisis financiera y la recesión.
Por otra lado, los ajustes de la Fed también indican que hay mayor confianza en el crecimiento de la economía de EE. UU., principal mercado exportador y turístico de nuestro país y de dónde proviene buena parte de la inversión extranjera directa.
El fin del período de estabilidad
Desde el 2008 (cuando arrancó la crisis financiera internacional), las tasas en dólares atravesaron por un largo camino caracterizado por una tendencia a la baja y una larga estabilidad en mínimos históricos.
Antes del colapso del banco de inversión Lehman Brothers (hecho que marcó el desplome de la crisis), la Fed había mantenido sus tasas en 3% y a partir de enero de ese año, comenzó a bajarla hasta ubicarla en 2% en agosto.
A partir de entonces, llegaron a niveles mínimos del 0,25% en un intento por mover la economía y así se mantuvieron así durante siete años.
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En el mismo período, las tasas como la Prime (que son utilizas por los bancos en Estados Unidos y en muchos países del mundo de referencia para otorgar créditos) también se mantuvieron estables.
Del 2015 en adelante, los rendimientos comenzaron una tendencia al alza incentivadas por el mejoramiento de la economía y la paulatina caída de los índices de desempleo, que se ubicó después de la crisis en 10% y hoy se ubica en 4,1%, el nivel más bajo en 17 años.
El 13 de diciembre, la Fed realizó su último aumento del año y dejó la tasa de referencia en 1,50%.
Estos ajustes también se han visto influenciados por el comportamiento de la inflación, que, luego de ser negativa en el período poscrisis, comienza a acercarse al rango meta de la Reserva Federal, cerca del 2%.
Durante este año, en nuestro país, las tasas activas y pasivas en moneda extranjera han tenido pocos cambios, mostrando una ligera reacción ante los aumentos de la Fed.
Las tasas activas en dólares promedio del sistema financiero comenzaron el año en 14,25% y al 12 de diciembre se ubicaban en 14,88%, 63 puntos más de lo registrado a inicio del año y una variación de 4,23 puntos con respecto al año anterior.
Las tasas pasivas en moneda extranjera más bien han caído, de 1,40% en enero a 1,34% al 12 de diciembre de este mismo año.
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Para Mauricio Hernández, gerente de Prival Advisory and Strategy, el mejor instrumento de la FED para orientar la economía es el manejo de las tasas de interés.
“El problema que se presentaba en años previos es que las tasas estaban en niveles muy bajos, por lo que no daba margen de maniobra a las autoridades. Aumentar las tasas permite que en el caso de que en el futuro se presentan dificultades, se pueda echar mano a la rebaja de las tasas”, afirmó.
Impacto local
Aunque los aumentos de la Fed de este año, no se han trasladado del todo a las tasas de captación local, sí influyeron, en parte, en la demanda de crédito en esa moneda.
No obstante, ese menor apetito por préstamos en moneda extranjera también fue nublado por la incertidumbre del período al alza del tipo de cambio y la percepción de riesgo cambiario entre los agentes económicos.
“Las tasas Libor y Prime están indexadas a la tasa de fondos federales y estas se indexan a los créditos en dólares en su período de tasa fluctuante, por lo tanto, los aumentos en la tasa de la Fed se traducen en cuotas más elevadas para los préstamos”, explicó Adriana Rodríguez, gerente de Análisis Económico de Scotiabank.
Empero, los ajusten también tuvieron injerencia en la decisión del Banco Central de Costa Rica de aumentar la Tasa de Política Monetaria (TPM), en un intento por evitar la dolarización del ahorro, la presión sobre el tipo de cambio y mantener el premio por invertir en colones.
La TPM comenzó el año en 1,75% y ahora se ubica en 4,75%.
De cara al próximo año, aunque no está claro cuál será el estilo de trabajo el nuevo jerarca de la Fed, el mercado proyecta de dos a cuatro aumentos más durante el 2018, lo que llevaría la tasa a niveles entre 2,00% y 2,50%.
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En el plano nacional, el comportamiento de los rendimientos dependerá de factores que van más allá del aumento de las tasas por parte de la Fed.
Entre estos elementos están una menor perspectiva de crecimiento del crédito en el sector privado, la incertidumbre en el proceso electoral que se avecina y el manejo de la política cambiaria que tendrán las nuevas autoridades económicas a partir de mayo del 2018.