Los brasileños se dividen por un lado entre Haddad, el delfín del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que promete regresarlos a los años dorados de bonanza económica comandados por el Partido de los Trabajadores (PT); y por otro un excapitán del Ejército nostálgico de la dictadura, partidario de liberar el porte de armas, que afirma poder "limpiar" a Brasil de la corrupción, la inseguridad y el "comunismo".
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Las razones divergen. Bolsonaro, un admirador de la dictadura militar (1964-1985) espanta a los demócratas, mientras Haddad, designado por el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT), provoca repelús a millones de brasileños hastiados de la corrupción.