El Estado costarricense ahora tiene dos bancos. En nuestra opinión, debería quedarse con el Nacional y vender el de Costa Rica. Este es un buen banco con una amplia base de depositantes, pero en los últimos años su gobierno corporativo ha sido tan deficiente que dio paso al escándalo del “cementazo”. Sería mejor venderlo ahora y evitar la suerte de sus dos hermanos menores.
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Omnipresente y todopoderosa, se ha pretendido que la Setena se meta en todo y con todos, obviando el viejo adagio popular de que “quien mucho abarca, poco aprieta” y provocando que deban atenderse aproximadamente 3.000 gestiones de viabilidad ambiental al año –muchas de ellas de relativa poca importancia–, y, en consecuencia, atascando su trabajo y retrasando la aprobación y posterior ejecución de proyectos verdaderamente relevantes.