Omnipresente y todopoderosa, se ha pretendido que la Setena se meta en todo y con todos, obviando el viejo adagio popular de que “quien mucho abarca, poco aprieta” y provocando que deban atenderse aproximadamente 3.000 gestiones de viabilidad ambiental al año –muchas de ellas de relativa poca importancia–, y, en consecuencia, atascando su trabajo y retrasando la aprobación y posterior ejecución de proyectos verdaderamente relevantes.