El capitalismo progresista no es un oxímoron (figura retórica que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto; por ejemplo, “instante eterno”). Más bien, es la alternativa más viable y vibrante para una ideología que claramente ha fracasado. Como tal, representa la mejor oportunidad que tenemos de escapar de nuestro malestar económico y político actual.