Estamos ante un canciller bamboleante que juega con las palabras al establecer una división artificial entre las declaraciones de Ottawa y Bogotá. Ambas excluyen el uso de la fuerza, aunque Ventura pretenda que la segunda está diluida. No hay lógica en la argumentación, las dos dicen lo mismo. Quien ha hablado de intervención militar abiertamente es el canciller de Costa Rica, al examinar la hipótesis de una autorización por parte del Consejo de Seguridad.