Cuando Carol Valenzuela y Mauricio Redondo se conocieron en Estados Unidos ya tenían la decisión de tener un negocio. Empezaron a emprender en Costa Rica y fundaron su propio restaurante, Bukis Tortas Mexicanas, pero no sabían los retos que iban a enfrentar.
El restaurante se enfoca en tortas mexicanas (tipo sándwich), sopa azteca y guacamole. “Tenemos un menú muy pequeño, pero especializado”, dice Carol.
Ella es de Ciudad Obregón, Sonora, ubicada al norte de México. Allá se graduó en tecnología de alimentos y obtuvo una maestría con especialidad en microbiología de alimentos. Después hizo su doctorado en la Universidad de Nebraska, EE. UU.
Lo hizo con apoyo de becas, pues sus padres Teodoro Valenzuela y Carla Martínez no tenían recursos suficientes.
Al finalizar todos esos estudios, trabajó en firmas de Dakota del Sur y Texas, en investigación de ingredientes alimentarios para productos cárnicos y detección de microorganismos patógenos en alimentos.
Mauricio es de Costa Rica. Estudió microbiología en la Universidad de Costa Rica (UCR) y trabajaba ahí cuando lo enviaron a Nebraska a sacar su maestría y su doctorado.
Se conocieron y se casaron a finales de 2011. Pero Maricio debía regresar a Costa Rica. Lo hizo antes. Ella vino casi un año después, el 23 de diciembre de 2015.
Al día siguiente estaba ayudando a la mamá de Mauricio, Luz Marina, a hacer tamales en su casa en Cartago. También hizo mandados. En la casa había un automóvil y manejó sin importarle que no conocía nada, ni el tránsito de esos días. Ese espíritu la empujó a emprender.
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Nuevo inicio
“Mi vida está aquí, en Costa Rica”, dice Carol. Aquí nació su hijo, Mauricio. Obtuvo la residencia, luego la nacionalidad y buscó un empleo.
Empezó en la UCR, pero la nombraban a tiempo parcial en microbiología de alimentos y en el laboratorio de ensayos biológicos. No era el único inconveniente.
A Mauricio, tras su regreso, le asignaron un salario de catedrático y a los tres años, por políticas internas ya establecidas, se lo ajustaron. Entonces Carol empieza a ver qué puede hacer para obtener ingresos. Por su profesión, lo lógico era que fuera en alimentos.
Empezó a llevar cursos de pequeñas empresas y alimentos en Parque La Libertad y en el Instituto Nacional de Aprendizaje. Lo intentó con dos proyectos (carne de conejo y salsa verde mexicana), pero no despegaron.
En 2018 nació su hijo Mauricio. Era un sueño realizado. Lo intentaron múltiples veces y con un gran esfuerzo financiero, pues fue in vitro.
En la pandemia, Carol quedó con un nombramiento de apenas 10 horas en la UCR. Nunca como antes, les urgía obtener más ingresos.
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Ventas con los vecinos
Al ver que la pandemia no era algo tan pasajero como se deseaba, Carol tomó una decisión.
Salió de la casa y compró los materiales para producir tacos de cochinita pibil (de carne de cerdo condimentada con achiote mexicano) y sopa azteca. También compró platos para los pedidos. Se apoyó en una licuadora, una olla de cocimiento lento, una batidora y una amasadora que tenía en la casa.
Sus primeros clientes fueron ocho familias vecinas. Les ofreció en el grupo de WhatsApp e inició las ventas el 2 de mayo de 2020. Luego de recoger los platos en las casas y lavarlos, reiniciaba la producción y a vender de nuevo.
Decidió introducir tortas mexicanas, que llevan pan de telera —suave, esponjoso, con una corteza levemente bronceada y que se adapta a bocadillos de comida rápida—. No les volvieron a pedir tacos. La voz corrió fuera del condominio.
Tuvo que comprar una batidora más grande y correr a comprar empaques. La demanda creció más. Entre sus clientes estaba el propietario de la pizzería Woods en Cartago. Él les dio un consejo que fue clave.
Les recomendó un proveedor de empaques biodegradables, Alma Verde. Las ventas aumentaron más. Entre sus clientes, los empleados de los EBAIS. Pero los ingresos no eran suficientes.
Para 2024, Carol seguía con pocas horas asignadas en la UCR. Tenían que dar un paso más.
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El local
Mauricio era cliente de BAC y le ofrecían un préstamo de ¢10 millones. Él dudaba, pero se decidieron cuando pensaron en abrir un restaurante.
La idea era un lugar de comida rápida, para consumo ahí mismo o para llevar y con pocos platillos. Alquilaron un local en el Centro Comercial La Hacienda, en El Tejar de El Guarco.
Lo bautizaron Bukis, una palabra de los indígenas de Sonora que significa “los chiquillos”, y que tenían registrado como marca en 2021. Carol tenía muy claro lo que quería.
“Nunca voy a regresar a mi casa”, le dijo a Mauricio. “Quiero un nombre que sea algo de mi casa, de donde yo soy, que me acompañe siempre”.
Abrieron el restaurante en mayo de 2024 con tres colaboradoras. Las ventas fueron muy buenas en los primeros dos meses. Pero en julio bajaron.
Los clientes estaban de vacaciones, venían del día del Padre y se acercaba el de la Madre, y la novedad de Bukis pasó. El primer susto fue el pago de la planilla a la Caja Costarricense de Seguro Social: ¢333.000. Y no tenían ese dinero.
Habían invertido todo, no tenían dinero y un día —el de su cumpleaños— sólo vendieron ¢14.000. Carol lloró. Pero tomaron varias medidas.
La más dolorosa, fue liquidar a dos colaboradoras. Además, enfocaron la publicidad de redes sociales en los vecinos de Cartago y se matricularon en Uber Eats (pronto estarán también en Rappi). Aunque las ventas y los clientes aumentaron, no era suficiente.
Participaron en el concurso de BAC, una iniciativa para incentivar el crecimiento de las pequeñas empresas (pymes). Y les fue bien: “Bukis ganó la categoría emprendedora del año en los premios BAC Positivo”, comunicó la entidad.
Con el premio, compraron equipo para aumentar y hacer más eficiente la producción. Sacaron una nueva línea: panadería dulce mexicana, incluyendo conchas y Rosca de Reyes. En noviembre pasado ofrecieron pan de muerto, tradicional para el Día de los Muertos, el 2 de noviembre.
Aplicaron a otro programa, con recursos del Sistema de Banca para el Desarrollo, del Fondos de Mujeres Empresarias de Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED). En este 2025, conforme les desembolsan, invertirán en otros equipos que necesitan.
Los últimos meses fueron de recuperación. Carol y Mauricio se enfocan en consolidar y posicionar el restaurante, antes de pensar en otro local.
“Son muchos los retos”, dice Carol. “Tuve que aprender sobre cargas sociales, temas tributarios, seguros, planilla y todo lo administrativo que no tiene nada que ver con la preparación y venta de alimentos. Estos ocho meses con el local me enseñaron que hay que ser persistente y paciente para emprender”.
Datos vitales |
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Empresa: Restaurante Bukis |
Fundadores: Carol Valenzuela y Mauricio Redondo |
Fundación: mayo de 2020 |
Productos: tortas mexicanas (tipo sandwich), guacamole, sopa azteca y sopas mexicanas. |
Precio: entre ¢1.200 y ¢3.000 |
Ubicación: Centro comercial La Hacienda, El Tejar del Guarco, Cartago |
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