Melvin Hernández regresaba a las 2 a.m. de su trabajo en la farmacéutica, se acostaba y a las pocas horas regresaba. La demanda en la pandemia había aumentado. También llevaba años bajo presión.
Decidió dedicarse a tiempo completo al negocio, Azalea’s, que había iniciado con su esposa Verónica Navarro. Era un paso de alto riesgo pues es un sector con mucha competencia. Más de 5.400 negocios se dedican a restaurantes, cafeterías y bares. Ambos recalcan que su fórmula es diferente.
“Lo que nos diferencia mucho es cómo crear las experiencias que la gente busca“, dijo Verónica.
“Tenemos un montón de cosas por hacer, que están en un cuaderno, y que requieren mucha energía y mucho tiempo”, dice Melvin.

Melvin es de El Alto de Guadalupe. Estudió en el Liceo Anastasio Alfaro, ubicado cerca de La Betania. Su siguiente paso fue muy cerca.
Ingresó a la Universidad de Costa Rica (UCR), específicamente a ingeniería agronómica. Pero no regresó al segundo año de carrera y empezó a trabajar.
Con ayuda de una hermana logró un empleo en la firma Procter & Gamble en el área de cuentas por pagar. Luego pasó por otros departamentos: contabilidad, planeamiento y finanzas. Eso lo llevó a estudiar administración en la Universidad Internacional de las Américas (UIA).
Pronto surgieron otras oportunidades en Citibank y en la farmacéutica GSK, donde le tocó viajar a Colombia cuando se dio la fusión con Pfizer. En la pandemia, el trabajo se triplicó.
Verónica, que es de San Francisco de Dos Ríos, terminó la secundaria en el Colegio San Judas Tadeo y estudió comunicación en la UCR. Ahí propuso el tema de la publicidad digital para su tesis de graduación. “Eso es moda”, le dijeron los profesores que rechazaron el proyecto.
Cambió de tema, se graduó y entró a trabajar en la industria publicitaria. Estuvo en las agencias JBQ, BBDO, Eureka, John & Rubicam y en Intel Costa Rica, en comunicación interna. En 2013 fundó, con un socio, la agencia Jupa. Luego obtuvo la maestría en administración de negocios. La tesis fue sobre publicidad digital.
En 2016 Melvin y Verónica se casaron. Tres años después empezaron a producir repostería.



Inicio
En sus diferentes trabajos Melvin llevaba repostería a los compañeros. Él mismo la hacía. Lo aprendió de su madre, Azalea Chanto, que hacía pan, queques y repostería casera para complementar los ingresos de la casa. Su padre, José Manuel, era transportista. Así lograron que sus cinco hijos estudiaran y sacaran sus carreras profesionales.
Melvin empezó a producir repostería en 2019, en el apartamento. Verónica la promocionaba en redes sociales. En las entregas, que eran mayoritariamente el fin de semana, le ayudaba el papá de Verónica, José Manuel Navarro. En las fechas especiales, la demanda aumentaba. Tenían una base creciente de clientes.
Para el día del padre en junio de 2020 la lista de pedidos era muy larga. El gobierno de entonces decretó un nuevo cierre de negocios y de confinamiento por el incremento de infecciones y fallecimientos por la covid-19. Como a muchos comercios, la medida los tomó por sorpresa. Melvin y Verónica apenas lograron hacer las entregas. La demanda siguió creciendo.
La época era de mucho trabajo también en GSK. Las jornadas entre semana se extendían hasta altas horas de la madrugada. Melvin llegaba a su casa y sabía que en unas pocas horas debía ir de vuelta a su oficina. Era el momento de tomar decisiones. “Todo se trata de equilibrio”, recalca Melvin.
Él ya resentía también la rutina de las grandes firmas con sus ciclos de cierres de mes, planeamiento, cifras trimestrales y cifras anuales, y repetitivos informes para los directores. Siempre pasaba tenso.
“¡Está loco!”, le contestó su jefa cuando él renunció.
En ese tiempo, la crisis económica y la pandemia no mostraban señas de finalizar. Los pedidos de repostería no dejaban de llegar, sin embargo, y en el apartamento no había espacio. Dio el paso.
Como el papá de Verónica tenía desocupada una casa que alquilaba en San Francisco, se llevaron la producción ahí. Usaron un horno que antes usaba la mamá de Melvin. En las noches les tocó devolverse en medio de la ciudad vacía y varias veces los detuvo la policía. Ellos explicaban de dónde venían y por qué. Todavía era la época del confinamiento.
Verónica y Melvin remodelaron la casa y compraron mobiliario de trabajo y los moldes. En setiembre de 2021 cerraron la cochera, colocaron unas mesas e inauguraron la cafetería Azalea’s, en homenaje a la mamá de Melvin. Fue un éxito.
El local se llenaba. Los clientes preguntaban si podían subir al segundo piso, que no estaba habilitado todavía, y por espacio para eventos. El lugar quedó pequeño. Los fines de semana hacían fila.
Siete meses más tarde tuvieron que acondicionar y abrir la segunda planta. En 2023, Verónica se replanteó el sentido y el futuro en la agencia, vendió su parte al socio y se dedicó por completo a Azalea’s.
Se venía otro gran proyecto.




Expansión
En Los Yoses había una casa desocupada. Una estructura de los años sesenta, con varias plantas. Al nivel de la calle estaban las dos cocheras, desde donde se ingresaba por una puerta interna. Tenía otro ingreso por un costado.
La casa tenía muchas divisiones internas y desniveles. Era ideal. Melvin la arregló y la pulió. Tardó seis meses. Un día sacó un clavo enorme y se hizo una herida en el brazo. La cicatriz le quedó de recuerdo.
La compra y la remodelación las realizaron con un financiamiento del Sistema de Banca para el Desarrollo a través del Banco Nacional. No fue rápido.
Presentaron varias veces los estados financieros, pues los análisis del banco tardaron tanto que los documentos entregados perdían vigencia. La apertura fue el 23 de abril de 2024. Y también fue un éxito.
En algunas ocasiones tienen hasta dos eventos privados al mismo tiempo, además de la clientela que llega normalmente. Otro atractivo, además de la repostería artesanal, es que realizan música en vivo y tienen abierto hasta las 9:00 p.m., lo que resulta ideal para quienes desean regresar temprano a sus casas o seguir a otro sitio esa misma noche.
Melvin y Verónica creen que podrían abrirse otras cafeterías Azalea’s en diferentes sitios (llegar a cinco puntos). Eso haría atractivo el negocio a algún comprador. Ambos seguirían como asesores. Su meta es que la marca de la cafetería sea más reconocida.
“Siento que, de verdad, le estamos dando algo a la gente”, dice ella. “Aquí las jornadas son largas, pero tenemos la satisfacción de que lo hacemos bien y podemos hacer más”.
“Ha sido todo un aprendizaje”, dice Melvin, que cedió la tarea de la cocina a una chef pastelera y a un equipo de colaboradores en enero de 2024.
Datos vitales |
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Empresa: cafeterías Azalea’s |
Fundadores: Melvin Hernández Chanto y Verónica Navarro Ramírez |
Ubicación: San Francisco de Dos Ríos y Los Yoses |
Fundación: 24 de junio de 2019 |
Colaboradores: 16 |
Productos y servicios: cafetería, repostería artesanal, almuerzos y eventos privados (baby shower, cumpleaños, actividades empresariales y otros) |
Precios: hasta ¢7.200 para consumo y en eventos espacios desde ¢10.000 hasta ¢130.000 (por el consumo durante la actividad). |
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