Emprender era el último de sus planes, pero fundaron Sunspectra y BambuCo y ya venden en supermercados de Walmart

Ni Mariola Urgellés, fundadora de Sunspectra, ni Esteban Reyes, cofundador de GrandPa Panda (antes BambuCo), pensaban que emprenderían y menos que, a la vuelta de los años, venderían en Walmart. Ambos, además, diversificaron productos, contrataron personal, ampliaron canales y mantienen su propuesta original.

“Buscamos un enfoque de menor impacto en el ambiente”, dice Mariola. Sunspectra fabrica y comercializa productos cosméticos naturales (basados en la papaya).

El reto es doble. Ambos emprendimientos tienen productos no tradicionales e innovadores, que desarrollan con las nuevas tendencias de sustentabilidad ambiental y bienestar.

“Fuímos quebrando el muro de que el bambú no se come”, dice Esteban. GrandPa Panda elabora productos de bambú comestibles en ceviche y vinagretas.

Tanto Sunspectra como GrandPa Panda son emprendimientos muy receptivos a las recomendaciones y los apoyos externos. De hecho, integran —junto con otras 181 pequeñas empresas— el programa Una Mano para Crecer de Walmart, que apoya a este tipo de negocios como proveedores de la cadena.

Cambio de planes

Mariola era estudiante de química en la Universidad de Costa Rica (UCR). Su plan era graduarse y trabajar en un laboratorio de una firma internacional o nacional. Pero lo cambió.

Cuando preparaba su tesis, y por sus viajes a la playa, le inquietó el impacto ambiental de los protectores solares. Lo conversó con su tutor, Adolfo Ulate, y él la refirió al Centro de Investigaciones de Productos Naturales (Ciprona), de la misma UCR. Ahí recibió una orientación de primera.

La directora del Ciprona, Rosaura Romero, le dijo que le ayudaban con una condición: que se comprometiera en desarrollar un producto y lanzarlo al mercado. “Yo no me proponía ser empresaria”, confiesa Mariola. Inició el proceso en 2019.

Mariola se acercó al programa de innovación de la UCR, Proinnova, y a la incubadora de esa misma entidad, la Agencia Universitaria para la Gestión del Emprendimiento (AUGE). El reto no era sencillo.

La idea que tuvo Mariola tenía que convertirse ahora en un negocio rentable. Más tarde participaría en dos programas emprendedores adicionales: uno de ImpactHub y otro de Cemex y la Universidad de Monterrey). En ambos destacó.

LEA MÁS: En 2021: Sunspectra fue elegida en programa de innovación

En 2020, justo antes de la pandemia, realizó un plan piloto y lanzó un bloqueador solar natural, basado en la papaya. Utiliza “papaya de descarto” (que no se llega a vender), le extrae la pulpa y agrega otros ingredientes naturales (aceite y manteca de coco, entre otros). Luego todo se aceleró.

Al año siguiente contaba con dos colaboradoras (en administración y mercadeo). Actualmente son cinco en total.

Durante ese año fue aceptada en el programa Constelar, de la Promotora Costarricense de Innovación e Investigación y la Fundación CRUSA. Además, fue elegida por Essity en un programa de encadenamientos de emprendimientos de mujeres, respaldado por las marcas Saba, Tena y Nevax.

LEA MÁS: Pymes de mujeres elegidas para programa de encadenamiento de la firma Essity

Tras comercializar los productos en tiendas de artículos macrobióticos y de vestidos de baño, la contactaron del programa Una Mano para Crecer. Además, diversificó sus productos.

Las clientes preguntaban sobre otros tipos de cosméticos, en especial de maquillaje. Mariola y sus colaboradoras estuvieron atentas a esos pedidos. Fue cuando empezaron a sacar los labiales. A finales de este 2024 introducirán uno más.

Mariola sostiene que se mantiene un enfoque “muy holístico” a lo largo de toda la cadena de valor, tanto de los ingredientes como de los empaques.

El aprendizaje fue acelerado. “Migré de estudiante a ser mi propia jefa”, recapitula. “Fue salirme de la zona de confort. Uno aprende prácticamente a golpes. En el camino, encuentra gente similar a uno, que tiene experiencias similares, que nos apoyamos y recomendamos qué hacer o a quién acudir”.

Comida de bambú

Esteban salió del colegio en Oreamuno de Cartago y realizó varios intentos de seguir una carrera universitaria. Hace 24 años hizo un viaje de aventura por Argentina y al regresar trabajó en varias empresas. Lo combinaba con estudios en contabilidad y gerencia.

Estando en el técnico de administración del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) pensó en un proyecto de negocios de bambú comestible. Pero no despegó. Luego vino el empujón.

Cuando lo despidieron de su puesto de jefe de compras de Grupo El Roble (propietario de Multiplaza, Hotel Intercontinental y Oficentro El Roble) comentó con sus hermanos Douglas Cortés y Diego Corrales y con su madre, Magaly Reyes, que iniciaría un negocio usando la receta de bambú comestible de su abuelo, Carlos Reyes.

Les dijo que primero buscaría otro empleo. Diego no lo dejó.

—Si lo dejas para después, no lo harás.

BambuCo se formó con Douglas y Magaly como socios. Magaly fue secretaria ejecutiva y ahora tiene sus propios negocios. Douglas trabaja en diferentes empresas. La producción y comercialización quedó en manos de Esteban.

Don Carlos (q.d.e.p.) aprendió la receta de una familia asiática que llegó a la zona sur para la producción bananera. El bambú comestible es popular en Japón y China. Él producía y vendía conservas de bambú en su pulpería en Ciudad Cortés.

Para hacerlo se utiliza una de las 2.000 variedades de bambú, el Phyllostachys Aurea. En la década de los 70′s se sembraron varios tipos en el país, con apoyo de una misión taiwanesa como alternativa para construcción de vivienda. Muchos finqueros desconocen sus utilidades incluso ante la erosión.

El bambú —el 95% es comestible— se aprovecha poco, excepto en mueblería artesanal. La dificultad es que pocas personas conocen que es una opción para la mesa.

Esteban recurrió al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), donde rechazaron su idea. En el TEC, Juan Carlos Martín, en ese momento a cargo del programa de emprendedores del TEC, le vio potencial. “¡Qué proyectazo!”, le dijo. Y lo refirió a la Escuela de Agronegocios.

LEA MÁS: ¿Sabía que el bambú se come? Esta pyme se especializa en productos comestibles de dicha planta

Con apoyo y capacitación de Randall Salazar y de profesores y estudiantes de Agronegocios, se desarrolló la formulación del producto, el diseño del proceso de elaboración y algunas mejoras, como la pasteurización. “Lo que hicieron fue increíble”, reconoce Esteban.

Esteban lo asimiló todo. Para visitar comercios y colocar el producto, él solo tenía una bicicleta. Cargaba los envases —empezó dos productos básicos— en un maletín y se iba a ir a ferias y a visitar comercios.

En algunos dejaba el maletín afuera y les decía a los encargados, después de convencerlos, que iba al automóvil a recoger las muestras. Algunas personas lo rechazaron. Otras lo aceptaron.

Ahora realiza degustaciones y entrega un folleto con recetas para romper las barreras culturales. Como parte de ese esfuerzo, en 2020 cambió la marca de BambuCo a GrandPa Panda.

Para ese momento vendía a través de 20 tiendas e ingresó a una cadena de supermercados. Los pedidos aumentaron. Sin embargo, en 2022 tuvo una diferencia contractual con esa cadena. Fue un duro golpe. Pero no tuvo tiempo para deprimirse.

Desde hacía tiempo Esteban había enviado mensajes al programa Una Mano para Crecer de Walmart. No le respondían. Tras la separación con la cadena, desesperado, volvió a escribirles. A los dos días le contestaron, empezaron a negociar y le hicieron el primer pedido.

De hecho, le adelantaron la fecha de entrega y tuvo que correr para cumplirlo un jueves en el centro de distribución de Walmart en El Coyol, Alajuela.

“Las ventas son mejor de lo que esperábamos”, asegura Esteban.