Maily Salazar, fundadora de Más que pan, vive en Fraijanes, Alajuela. Cada día debe cuidar a sus hijos, encargarse de la casa que comparte con su madre Silva y su abuela Leda, y cumplir los pedidos de los clientes de repostería al final cuando el cansancio no da tregua.
Hace dos años tuvo que dejar el trabajo que tenía en un hotel de la zona para enfrentar una dura situación en su familia. Le tocó buscar una fuente de ingresos. Por su experiencia y su preparación optó por fundar su emprendimiento en gastronomía.
Ahora se enfoca en el mercado meta, el mismo que definió en un curso de capacitación, y está a la espera de la respuesta de un par de potenciales clientes que abrirían un futuro distinto para su negocio. También hizo otros cambios.
“Tuve que empezar a emprender. Mi historia aún la sigo escribiendo”, dice Maily.
El catálogo de productos de Más que Pan incluye cheesecakes, pastel de chocolate, pie de limón, queques, postres, galletas crackers, bocadillos y pan de masa madre.
Maily es de Fraijanes. La primaria y la secundaria las cumplió en Poás.
Empezó a trabajar en 2009, cuando tenía 19 años, en restaurantes y hoteles de la zona, incluyendo de Varablanca, donde reciben y atienden a turistas costarricenses y extranjeros que disfrutan de la naturaleza, el paisaje y el clima de montaña.
Maily trabajaba en el área de cocina. En el último empleo estaba en Terraza de Luna, en el volcán Poás. Era jefa de cocina y le correspondía organizar la producción semanal y al personal.
En 2022 tuvo que renunciar.
Su abuelo, Oscar, estaba muy enfermo. Ella se dedicó a cuidarlo junto con su madre y su abuela.
“Fue de la noche a la mañana”, cuenta. “El doctor nos dijo el panorama de lo que nos esperaba. Entonces era necesario que yo estuviera en la casa”.
Al hacerse cargo, tenía que generar también ingresos para la casa. Apenas pudo terminar el curso de gastronomía en un instituto de Alajuela centro. Pensó entonces en hacer repostería.
Habló con sus familiares. Con las vecinas. Les decía que ella estaba vendiendo pan y postres propios.
Una vecina, su primer clienta, le compró un queque de cumpleaños para celebrar a una amiga.
Tardó un día completo. Era el primero. Maily tuvo que organizarlo todo en la casa para cumplir a tiempo. Lo entregó y cobró ¢10.000.
La vecina la recomendó. Se corrió la voz. Así fue el inicio.
Vendió en la comunidad, con amistades, vecinos y familiares. También le surgían clientes de otros sitios. Con algo de distancia y recorrido, ella se muestra agradecida. “Me apoyaron mucho”, recalca.
Cada día se levanta muy temprado y sale a caminar como ejercicio. Regresa a atender a sus hijos, Randall y Santiago, especialmente en la época escolar cuando hay que ayudarles a prepararse para luego llevarlos a la escuela.
Más tarde va por ellos, les ayuda en las tareas y a estudiar para los exámenes, y sigue con el trabajo de la casa.
“Soy mamá, cuidadora, hija, nieta y emprendedora”, dice.
En el país hay 394.540 microempresas. Una buena parte de ellas inició por la necesidad de complementar el ingreso familiar (23%). Para las mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), haber empezado el negocio fue mayoritariamente por necesidad (60,2%).
El inicio es apenas el primer obstáculo a saltar.
Otro es con cuáles herramientas y equipos. Maily inició con los utensilios y electrodomésticos que tenía en la casa. Convirtió la cocina en su taller.
Al tiempo adquirió una batidora y un horno con lo que iba ahorrando a partir de los ingresos de las ventas.
Para cumplir sus diferentes roles, debía dividir sus labores de manera organizada y disciplinada. Solo así le quedaba tiempo para producir en la noche. Y aunque las ventas iban bien, ella sabía que requería algo más.
A finales de ese año se enteró, a través de redes sociales, del proyecto Nutriendo el Futuro. Aplicó y fue seleccionada.
Este es un programa financiado por la multinacional Cargill y ejecutado por la organización CARE a nivel regional. También tienen la colaboración de EARTH Futures, el centro global de soluciones de la Universidad EARTH en Costa Rica.
El programa proporciona a las emprendedoras las herramientas para fortalecer su relación con el mercado, facilitar acceso a nuevos puntos de comercio y al financiamiento, diversificar ingresos, impulsar prácticas sostenibles y resilientes al cambio climático, y formar lideresas a nivel local.
“Proporcionamos los conocimientos necesarios para que desarrollen habilidades, capacidades y confianza en sí mismas”, compartió Angie Céspedes, líder de responsabilidad corporativa Cargill Costa Rica y Nicaragua.
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Hay otros programas de apoyo a emprendedoras y comunidades en el país.
La Fundación Aliarse, por ejemplo, impulsa proyectos en varias áreas, incluyendo fortalecimiento de microempresas con el programa Trans-fórmate. La mayoría de esos proyectos se realizan en alianza, también, con otras firmas y entidades, incluyendo a la misma Cargill.
En el año 2023, los programas de Aliarse beneficiaron a 76.000 personas. De ellas, 2.600 fueron microempresas; el 70% de mujeres.
Los resultados son variados pero en general satisfactorios. Según Aliarse, 8 de cada 10 microempresas reportan un incremento de la competitividad.
Este tipo de iniciativas encuentra en emprendedoras como Maily Salazar personas con ganas de aprender.
A ella le gusta investigar y experimentar, ver lo que sucede cuando se mezcla un insumo con otro. Va probando y va aprendiendo. La cocina es química, después de todo, y muchos chefs llaman “laboratorio” sus espacios de creación.
Maily también quiere integrar productos locales en sus recetas. Utiliza, por ejemplo, dulce de leche de una microempresa de la zona. Así va formando una red de emprendimientos mediante alianzas.
Al saber la historia de los ingredientes se siente más responsable de darle valor agregado. Los resultados también los viene sintiendo. Las ventas aumentaron gradualmente durante setiembre, octubre, noviembre y diciembre del 2022.
El fallecimiento de don Óscar, a principios de 2023, produjo un bajonazo durante ese primer trimestre. La dinámica en la casa cambió; especialmente el estado de ánimo.
La ventaja de Maily es que empezó a aplicar lo que iba escuchando en el curso.
Recibió capacitación sobre modelos de negocios, redes sociales, fotografía, potenciar habilidades, liderazgo, segmentación, costos, gestión de proveedores y alianzas, y conexiones con otras emprendedoras.
Empezó a “moverse”. Le preguntó a los clientes lo que necesitaban (repostería para eventos y pan de masa madre). Definió el catálogo de productos. Tomó fotografías de mayor calidad de los productos. Se dio a conocer. Y corrigió errores al calcular los costos.
Antes tomaba en cuenta lo que gastaba en agua y electricidad, así como los insumos. Ahora incluye otros gastos como el teléfono, sus horas de trabajo, el empaque y otros insumos que antes no consideraba.
Se dio cuenta que el primer queque que vendió, aquel de ¢10.000, lo cobró 50% más barato.
Aprendió también el modelo de negocios Canvas, que abarca nueve pasos.
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El primero es precisamente tener claro cuál es el mercado meta. Con el curso definió a quién se quería dirigir para hacer crecer su negocio. Ahora tenía por escrito su clientela actual y la potencial. Y hacia ahí se dirige ahora.
“Me interesa más la línea de proveeduría”, dice. “Quiero, a futuro, proveer a restaurantes de aquí, en la zona. Como es una zona turística, hay muchos restaurantes y puedo ser proveedora de los productos de panadería, pastelería y postres”.
La ventaja es que al haber trabajado en los restaurantes y hoteles de Fraijanes, Poás, y hasta Varablanca, ella conoce la dinámica, la demanda y los procesos de compra. Reconoce que deberá brindar un valor agregado. Será su secreto de fábrica.
Ya le envió muestras a un par de clientes potenciales. Sabe que los procesos internos son más lentos que lo que uno desea.
“Hay que esperar”, dice Maily, mientras apura la conversación por el montón de tareas que la esperan.
Datos vitales |
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Nombre de la empresa: Más que pan. |
Año de fundación: 2022. |
Actividad económica: microempresa de repostería. |
Personas clave: Maily Salazar, fundadora. |
Obstáculos principales de emprender: al inicio desconocía qué hacer y en qué emprender. |
Aprendizajes más grandes de emprender: aprovechó su capacitación, conocimiento y experiencia en gastronomía para fundar el negocio y, más adelante, cuando bajó la actividad, aplicó lo aprendido en el curso con CARE. |
Recomendaciones para el proceso de emprender: aplicar el modelo Canvas empezando por definir mercado meta, propuesta de valor, canales, relaciones con clientes, fuentes de ingresos, recursos clave, actividades principales, alianzas estratégicas y estructura de precio. |