Gina Sevilla participó en un Transitarte con sus almohadas terapéuticas y se llevó una sorpresa.
“Vendí ¢2 millones”, contó Gina, fundadora de Bé Tawá, cuyas almohadas sirven para tratamientos de fisioterapia y aliviar inflamaciones, moretones por golpes, migrañas y dolores de cabeza, musculares, de espalda y los causados por la menstruación.
Las produce con algodón y semillas de lino, romero, eucalipto, manzanilla y de cereales procesados y secos, que no generen insectos y emiten un aroma relajante.
Sus ventas constantes, incluso por clientes a través de redes sociales y por algunas clínicas, la impulsan a ampliar la producción. La aceptación de sus productos tiene un triple significado para ella.
Primero, porque es creyente de los productos basados en materiales naturales. Segundo, porque sus productos calzan a la perfección con las tendencias de bienestar. Y tercero, porque —tras su jubilación— se mantiene activa para alcanzar metas personales.
“Ofrezco experiencias sensoriales”, recalca.
Tradición
Gina está casada con el médico Luis Sancho y tiene dos hijos, Esteban y René. Es oriunda de San José. Creció con su abuela paterna en una vivienda en la Avenida 10, cerca de la Iglesia de Las Ánimas.
La primaria la hizo en la Escuela Nueva y la secundaria la inició en el Colegio Sagrado Corazón y la concluyó en el Metodista. En la Universidad de Costa Rica (UCR) se graduó en derecho y en educación. Se dedicó a esta última.
Durante 33 años trabajó en las escuelas de Los Guido, Juan Monge Guillén en Patarrá, República de Panamá y Omar Dengo, entre otras, en enseñanza general básica (brindando todas las materias) y, al final, de inglés. Terminó su carrera docente en el Colegio México. También estuvo en la Secretaría de la Mujer en la Asociación Nacional de Educadores (Ande). Se jubiló en 2018.
Tras su retiro de la docencia buscó qué hacer. “Fue un corte abrupto”, confiesa. “Con la pandemia fue peor, cuando nos encerraron”. El confinamiento, empero, generó una oportunidad.
Ella estaba al tanto de las informaciones de la pandemia antes de que el virus del Covid-19 llegara al país. Cuando se decretó la emergencia, empezó a producir mascarillas en su máquina de coser casera siguiendo el modelo del Ministerio de Salud.
Los ingresos obtenidos le sirvieron para la prima de un automóvil y formaron el capital inicial para su segundo paso emprendedor. Había detectado una necesidad.
Las excompañeras de Gina en escuelas y colegios se quejaban del estrés de la carga académica y de la nueva situación generada por el confinamiento y la educación remota. Les dolían la cara, los hombros, todo. Muchas sabían que Gina producía almohadas terapéuticas, aunque no como un negocio todavía.
Las empezó a hacer después que una cuñada, Rita Sancho, le enseñó unas almohadas para aliviar dolores y estrés. No es ciencia oculta. En fisioterapia se utilizan bolsas con un gel para tratamientos de calor y de frío en lesiones de deportistas. También hay una larga tradición popular.
Su abuela le ponía bolsas de hule para calentar su panza. En las casas antes también se usaba la ruda o la manzanilla para tratamiento de diferentes malestares.
Las almohadas terapéuticas, al igual que las bolsas para lesiones, se pueden enfriar y calentar, en este caso bastan dos minutos en el horno microondas.
Empezó con Rita, pero luego continuó sola. Al principio Gina pensó que algunas personas le comprarían y que con el tiempo volverían a comprar otra. No imaginó lo que vendría.
En ferias
Gina se capacitó para emprender con la Junta de Pensiones del Magisterio (Jupema) y fue definiendo la propuesta de valor, el modelo de negocios y la formalización, entre otros.
Registró la empresa y la marca Bé Tawá (que significa calma y tranquilidad). También en el Registro Pymes del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), donde obtuvo el sello Pyme, y en la Dirección General de Tributación.
Se capacitó también con otras entidades como el Tecnológico de Costa Rica, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y Parque La Libertad. Todo eso le abrió múltiples puertas. Incluso ahora concursa por capital semilla.
La primera oportunidad fue participar en una feria de emprendedores en un centro comercial de Barrio Escalante a finales del 2021.
Para ella es clave el contacto directo con los clientes. Incluso entrega los pedidos que le hacen por medio de redes sociales. Así viajó hasta San Carlos, por ejemplo. “Me falta ir a Pérez Zeledón”, dice.
Los viajes le sirven también para salir de la rutina. La feria era una oportunidad para presentar sus productos, compartir con mucha gente y tener una experiencia distinta.
Muchas personas utilizaban este tipo de productos y necesitaban sustituir el que tenían en casa. Cuando vieron a Gina ofreciendo las almohadas terapéuticas no lo pensaron dos veces. Vendió ¢1 millón.
Gina quedó impresionada, pero puso los pies en la tierra. “Es por ser diciembre”, se dijo. “Y por el tipo de clientes que llegan a Escalante”.
Datos vitales |
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Empresa: Bé Tawá |
Fundadora: Gina Sevilla |
Fundación: 2021 |
Productos: almohadas terapéuticas para aliviar dolores y relajación muscular |
Precios: desde ¢7.000 a ¢25.000 |
Ubicación: Curridabat |
Colaboradoras: 3 para servicios externos de contabilidad, diseño y producción (subcontratadas) |
En uno de los cursos en 2022, la instructora le dijo que debía ser más agresiva. Empezó a visitar las instalaciones de entidades y empresas. Los pedidos subieron: 200 almohadas. Era agotador.
Acudió al Ministerio de Justicia para que la pusiera en contacto con el Centro de Atención Integral El Buen Pastor, donde algunas de las reclusas pueden trabajar como operarias. “No vas a crecer si no te separas de esa máquina”, le dijeron en un curso. Lo hizo.
En enero de 2023 contrató a una muchacha, que le trabaja desde entonces. “No sé lo que hizo. Ni pregunto ni juzgo. Ella cumple su falta con la sociedad. Se esfuerza mucho e incluso está terminando su bachillerato y en un taller de poesía de la UCR”, dice Gina. Fue clave.
Gina se inscribió en la feria de emprendedores de Transitarte, el popular evento cultural urbano de San José, donde solicitan un mayor volumen de producción. Con la operaria, Gina podía cumplir. Vendió ¢2 millones.
“El producto se vende bien”, reconoce. “Normalmente lo compran personas que ya lo conocen. En Transitarte una señora me contó que ya utilizaba almohadas para aliviar la fibromialgia. Necesitaba una nueva”.
Las ferias para ella son un éxito. Acaba de ir a una en el Museo Nacional y en cuatro horas vendió más de ¢300.000. Mes a mes, aparte de los ingresos obtenidos en esas actividades, sus ventas promedio superan esa cifra. Recibe pedidos también de clínicas.
En la actualidad, con el apoyo de la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED), espera obtener capital semilla del Sistema de Banca para el Desarrollo para contar con una buena cantidad de materia prima y una máquina adicional.
“Quiero crecer y más adelante quiero exportar”, dice Gina.
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