Los mercados internacionales están atravesando un oscuro túnel en el que todavía no se vislumbran las primeras muestras de luz.
La caída de las acciones y los bonos, el fortalecimiento del dólar y el miedo colectivo ante una posible recesión tienen a los inversores en una incertidumbre que podría poner a sufrir a la economía mundial más de lo que ya lo ha hecho.
En esta entrega de El Explicador le contamos qué ha pasado con los mercados, de dónde viene la incertidumbre, por qué es peligrosa y qué afectaciones directas podría tener en Costa Rica.
Recuento de daños
Si bien junio arrojó ciertas esperanzas de una recuperación, los números para finales de setiembre se han encargado de borrar el optimismo. En materia de acciones la derrota ha sido contundente. El S&P 500, uno de los índices más representativos para medir el mercado bursátil estadounidense, el cual parecía presentar una remontada que se deshizo incluso hasta sus mínimos anuales, cerró el último trimestre con una caída del 5,3% y en el año ya acumula una contracción del 25%.
Lejos del gigante americano el resultado no fue mejor. El índice MSCI, el cual mide acciones fuera de Estados Unidos, cayó un 11% en el mismo lapso y elevó sus pérdidas anuales a un 28%.
Los bonos no se han presentado necesariamente como una alternativa atractiva ya que han caído junto con las acciones; esto ha dejado a los inversionistas descobijados de opciones. Bonos de grado de inversión han registrado pérdidas trimestrales del 3,3% para llegar a un total de -16% en lo que va del 2022, según las acciones del fondo cotizado en bolsa iShares Core U.S. Aggregate Bond.
El panorama mundial se ha ensombrecido tanto que incluso mercados consolidados han presentado volatilidades dignas de economías emergentes. El último caso en mostrar este comportamiento fue el Reino Unido, con su banco central interviniendo de emergencia para restaurar cierto orden en el mercado de bonos después de que su plan de recorte de impuestos desestabilizara las perspectivas de los inversores.
¿Qué ha provocado la caída?
La economía en 2022 ha sido tan convulsa que más que una sola razón, lo que hay detrás de todo esto es un caldo de cultivo perfecto para la inestabilidad: tensiones geopolíticas, inflación galopante, aumento de tasas, problemas en las cadenas de suministro y más. Aún así, si se tuviera que señalar a un primer culpable, las luces parecen apuntar a la incertidumbre de una posible recesión económica mundial ante la aparente —o transitoria— esterilidad del aumento de tasas en la búsqueda por controlar una inflación que se rehúsa a retroceder.
El mundo tiene los ojos puestos en lo que hace la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED, su banco central), sin embargo las respuestas que ha dado esta entidad ante el encarecimiento continuo no han apaciguado los miedos del mercado. En lo que va del año, la FED ha ajustado su tasa de referencia en 275 puntos bases (la escalada más agresiva desde 1980) y ha mencionado en múltiples ocasiones que las seguirá ajustando hacia el alza cuanto sea necesario hasta que la inflación afloje, aún a costas del crecimiento económico y una posible recesión.
“Lo que pasa es que el mundo entra en pánico porque las tasas suben y la inflación no cede, entonces ya los inversores no están tan seguros de la efectividad de las tasas”, dice el analista de mercados internacionales, Douglas Montero.
Este escenario de política monetaria restrictiva que, de momento, no le ha hecho grandes daños a la inflación empuja las expectativas hacia una recesión mundial cada vez más dolorosa y pone un panorama de incertidumbre sobre los mercados que a la larga le hará más daño a la economía.
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¿Por qué es peligroso?
“Si algo tienen los mercados bursátiles es que no les gusta la incertidumbre”, dice Montero, y el problema es que si algo sobra hoy en día son dudas.
“Hemos tenido tres trimestres con acciones caídas y tres trimestres con bonos caídos, pero nunca hemos tenido tres trimestres con acciones y bonos caídos. Se están dando situaciones que no habíamos visto y eso tiene a los inversionistas muy preocupados”, agrega Montero.
El peligro está en que inversores con miedo pueden trasladar esos nervios hacia el resto de la economía y ensombrecer un ya de por sí alicaído crecimiento económico.
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Si los inversores empiezan a vender por miedo sus acciones —principalmente los inversores individuales— se genera un efecto cascada en el que estas cada vez pierden más su valor y esto termina por afectar las perspectivas de crecimiento de las empresas, las cuales empiezan a comportarse con mayor cautela, normalmente poniendo en pausa planes de expansión, lo que deriva en menores contrataciones, un mercado laboral más débil y un mayor pesimismo en quienes están en busca de trabajo. “Es como que vos estés en un lugar donde todos están pensando en negativo”, dice Montero.
Además, todo esto se dan en un contexto donde el aumento de tasas fortalece al dólar y pone al resto de monedas del mundo (y por ende a sus bancos centrales) a nadar contracorriente en búsqueda de detener su desplome. Históricamente, un dólar más fuerte pone a sufrir al resto de economías, en especial a las emergentes como la costarricense.
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¿Cómo esto afecta a Costa Rica?
Aunque lo que pase en los mercados bursátiles suena lejano a Costa Rica, la realidad es que hay consecuencias directas e indirectas sobre el futuro del país.
Quiénes más de cerca están sufriendo son las operadoras de pensiones complementarias —y por ende todos los aportantes— debido a los bajos rendimientos y volatilidades de los mercados internacionales.
En los últimos dos años las operadoras iniciaron un proceso de internacionalización en el que han aumentado sus inversiones en más de un 200% en los mercados extranjeros y, en una movida cruel del destino, está internacionalización vino seguida de una crisis bursátil mundial. Actualmente, las seis operadoras de pensiones del país presentan rentabilidades anuales negativas.
Adicionalmente, la caída de los mercados pone en riesgo una posible recesión aún más dura en Estados Unidos y esto a Costa Rica solo le significa problemas. El gigante norteamericano es, por mucho, el principal socio comercial de Costa Rica y un socio débil se traduce en problemas sobre las exportaciones e importaciones entre ambos países.
Según datos de Procomer, Estados Unidos es el país al que Costa Rica más le exporta con un 42,76% de los bienes vendidos fuera del país en 2021. Un aliado en recesión es un comprador con menor poder adquisitivo y un sector exportador que probablemente vea caer su crecimiento.