Este 2022 el Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha subido sus tasas a una velocidad que no se veía desde el 2008, justo antes de que una recesión económica ensombreciera al país. Si usted tiene un préstamo con tasa variable, es probable que ya haya notado cómo a raíz de esto sus cuotas se han engordado recientemente.
¿Y por qué las sube? Por algo que quizá también ya notó: la inflación. El país registró en agosto una inflación del 12,13% interanual y, para combatirla, el Banco Central tiene un remedio por excelencia: el aumento de su Tasa de Política Monetaria (TPM).
Sin embargo, los efectos secundarios de esta medicina pueden ser tan desagradables como la enfermedad. Ante ello, ya se levantan ciertas dudas sobre cuánto más puede aguantar el crecimiento de tasas antes de arrastrar el país a una recesión económica.
Bajo tal escenario, en esta entrega de El Explicador trataremos de responder las siguientes preguntas: ¿qué significan los aumentos de la TPM?, ¿cómo esto combate la inflación?, ¿cuáles son los riesgos?, ¿cuánto más pueden subir? y ¿qué tan efectiva es esta herramienta en una coyuntura como la actual donde el encarecimiento es primordialmente importado?
Así funciona la TPM
La TPM es, a grandes rasgos, la tasa de interés de referencia que utiliza el Banco Central para sus operaciones de crédito y depósito. En otras palabras, es la tasa a la que acuden los intermediarios financieros cuando necesitan fondearse a través del BCCR.
LEA MÁS: ¿Qué es la Tasa de Política Monetaria y por qué es importante darle seguimiento?
También es conocida por ser la principal herramienta de política monetaria que tiene el Central para dirigir sus metas de inflación: cuando el encarecimiento del país empieza a escalar —como sucede actualmente— esta entidad eleva la tasa para enfriar el consumo y bajar los precios, mientras que cuando necesita reactivar la economía la baja para soltar liquidez —más dinero— en el mercado, como sucedió durante la pandemia.
¿Cómo la subida de tasas combate la inflación?
El aumento de la TPM tiene un efecto cascada sobre el resto de tasas del mercado. Si a los intermediarios financieros como bancos, mutuales y cooperativas les sale más caro obtener recursos por medio del BCCR, estas entidades lo que hacen es trasladar estos incrementos a sus tasas activas. Es decir, encarecen los créditos que ofrecen a sus clientes.
En cierta manera, el ajuste hacia el alza de la TPM hace “más caro” el dinero, lo que provoca que los consumidores sean más cautelosos a la hora de determinar cuánto gastar por bienes y servicios.
Por ejemplo, si las cuotas de su hipoteca después de una subida de tasas acaparan un 25% más de su poder adquisitivo en comparación con un año atrás, lo más probable es que usted recorte sus gastos para compensar ese cuarto menos que tiene en su bolsillo.
Una menor capacidad de gasto, a su vez, influye en las expectativas de los comerciantes, quienes tendrán más cuidado a la hora de subir los precios, pues es probable que sus clientes dejen de comprarles si lo hacen (ya que, como dijimos, tienen menos dinero). Esto, en la teoría, debería aliviar la inflación.
¿Cuáles son los riesgos?
Si bien es la principal herramienta para desinflar la inflación, la subida de tasas es una tarea delicada que si no sale a la perfección, sumergirá al país en una recesión económica.
Una recesión es una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por todo el sistema (empleo, producción, importación, exportación, etc.) y que dura más de unos pocos meses.
LEA MÁS: Banco Central deberá sopesar ajustes de la TPM frente a una presión inflacionaria importada
A este fenómeno se llega tras desacelerar la economía hasta tal punto que empieza a contraerse. Si a través de tasas altas se desincentiva demasiado el consumo, a las empresas les saldrá más caro solicitar créditos e invertir, lo que normalmente se traduce en menos empleos generados y una caída en la actividad económica
La complicada tarea del Banco Central es medir cuánto puede subir la tasa antes de lastimar a la economía más de la cuenta. El problema es que las consecuencias de los ajustes al alza no se ven de inmediato, sino que pueden tardar hasta un año o dos en revelarse por completo.
Este es un instrumento tan delicado que incluso potencias como Estados Unidos solo han logrado bajar una inflación mayor al 5% una vez en los últimos 70 años sin causar una recesión económica. Aún así, el consenso internacional de los bancos centrales es que es un riesgo que vale la pena tomar antes de dejar que una inflación rampante se extienda.
¿Cuánto más pueden subir?
Esta es una pregunta con trampa porque nadie lo sabe con precisión. Es probable que ni siquiera lo tengan completamente claro los bancos centrales.
En el caso de Costa Rica, el BCCR ha subido su TPM en 7,75 puntos porcentuales (p.p.) desde el 15 de diciembre del 2021, pasando de una tasa casi nula del 0,75% al 8,50% para el 21 de setiembre del 2022.
“Me parece bastante agresiva la subida del Banco Central, entonces yo no sé cuánto nos queda de colchón, pero ya se están viendo síntomas en la economía”, considera Douglas Montero, economista y especialista en mercados financieros internacionales.
Quizá la consecuencia más evidente que se ha visto es la desaceleración del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), el cual cada mes crece a una menor velocidad y se acerca poco a poco a un decrecimiento. De hecho algunas actividades como la agropecuaria y la construcción ya presentan una variación negativa.
A la fecha, estos aumentos de la TPM todavía no se han trasladado completamente a las tasas del sistema financiero debido a que siempre hay un rezago. Por ejemplo, la Tasa Básica Pasiva (TBP), la referencia para las operaciones en colones, solo ha crecido en 2,75 p.p., esto quiere decir que todavía le falta un porcentaje importante de crecimiento. Al 20 de setiembre esta tasa se calculó en 5,65%.
Ese rezago significa que, incluso con las desaceleraciones que ya se ven en la economía, el país todavía está a meses de experimentar cuán fuerte será esta política restrictiva.
En la década pasada, la TBP llegó incluso hasta un 11% en 2012, sin embargo, Montero no cree que la economía del país aguante otra subida de ese tipo.
“No podría decir que el 11% es hasta donde podemos llegar, yo creo que el techo es mucho más bajo porque la situación mundial es muy diferente a la del 2012, ahora hay peligro de recesión en el mundo entero”, explica el economista.
El pasado 15 de setiembre, el Banco Central aprobó otra alza de 100 puntos base (1 p.p.) en su TPM y, aunque reconoció los riesgos que estos ajustes tendrán sobre la actividad económica, reiteró su firmeza en reducir los niveles de inflación, los cuales parecen haber llegado a su máximo en agosto.
¿Qué tan efectiva es la subida de tasas ante una inflación importada?
Ahora bien, si el consenso en Costa Rica es que el actual proceso inflacionario es de origen importado, es decir, que por ser una economía pequeña y abierta sus precios dependen de lo que cuesta comprarle a otros países para poder producir, ¿cómo es que una subida de tasas de un país de apenas cinco millones de personas podría influenciar los precios de materias primas como combustibles, granos, fertilizantes y demás insumos que no genera?
LEA MÁS: ¿Por qué todo está tan caro? La inflación explicada en cuatro gráficos y una tabla
La respuesta está escondida en una escala de grises. De hecho, el cuestionamiento a la subida de tasas no es exclusivo a Costa Rica. Voces internacionales como la del Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, han criticado las movidas de los bancos centrales del mundo, quienes en sintonía iniciaron un proceso de aumento de tasas en 2022.
Según dijo Stiglitz a la AFP, el aumento de la inflación se debe menos a un exceso de demanda y más a los aumentos de los precios de la energía y los alimentos y a los persistentes bloqueos de las cadenas de suministro.
Estos son fenómenos contra los cuales los bancos centrales, dice, tienen poca injerencia. “Utilizan un remedio para un diagnóstico erróneo”, explicó Stiglitz. De ser correcto, esto se traduce en que se inhibe la actividad económica sin reducir la inflación; un mal sin un bien.
Daniel Ortiz, director de Programas de Cefsa, considera que Costa Rica ya se está aproximando a ese punto donde las tasas presentan más daños que soluciones. “Los precios de los commodities altos, el precio del barril de petróleo y la inflación importada no están determinados por la tasa de política de Costa Rica. Lo más que va a influir es sobre las expectativas de inflación locales, que sí han estado subiendo, pero yo creo que ya muchos agentes han descontado que la inflación está llegando a un techo —incluso el mismo Banco Central lo mencionó en su último ajuste de la TPM—, entonces yo creería que (la subida de tasas) no es muy efectiva en la actual coyuntura donde la inflación pareciera haber llegado a un máximo”.
Estos reclamos se dan principalmente en el marco de la última subida de la TPM. “Yo creo que un ajuste adicional, como el que vimos de 100 puntos (base), tal vez no era la mejor señal, uno hubiera esperado 25 o 50 puntos. El tema en cuestión es si ajustes adicionales en la TPM van a generar un mayor valor agregado de lo que lo hicieron los anteriores”, dice Ortiz.
“El punto es que si la situación afuera está fea y aquí empezamos a subir tasas, se nos va a complicar”, considera Montero. Aún así, el economista no es tan escéptico sobre la efectividad que tienen estos ajustes sobre la inflación. “Lo que pasa es que los efectos en la economía no son tan directos como un apagador, sino que llevan un proceso”, dice.
Montero explica que aunque la inflación sea mayoritariamente importada, el aumento de tasas sí se traslada indirectamente a la inflación. “Cuando el gasto del consumidor comienza a disminuirse, el productor o el vendedor comienza a sentir ese menor gasto y comienza importar menos o no le puede trasladar efectivamente todo el costo de la inflación importada al consumidor. Por lo tanto, los precios tienden a ceder (aunque afuera sigan altos)”, agrega.
También dice que hay que tomar en cuenta que la mayoría de empresas trabajan con líneas de créditos o dependen de sus ventas para tener recursos en sus cuentas para hacer las importaciones, y si estas dos fuentes de ingresos están contenidas por las tasas, tendrán un mayor incentivo para no subir precios.
De todas formas, aunque se demostrara que el ajuste de tasas es estéril contra este tipo de inflación —lo cual hasta el momento no ha sucedido; los bancos centrales continúan su apuesta en este instrumento—, esto no significa que la TPM podía quedarse por los suelos.
Si el BCCR mantenía sus tasas bajas y la Reserva Federal de los Estados Unidos sí subía las suyas, se habría desincentivado por completo el ahorro y la inversión en colones, lo que hubiera presionado el tipo de cambio hacia arriba y habría creado más inflación por efecto cambiario; a los importadores les hubiera costado más dinero traer productos al país.
Además, de no hacerlo, no le habría demostrado al resto del sistema financiero su compromiso por controlar el encarecimiento.
¿Estamos destinados entonces a continuar la lucha a través de las tasas? Todo parece indicar que sí. Aunque hay otros métodos que el Central ha utilizado, como el aumento del Encaje Mínimo Legal para los intermediarios financieros y la emisión de instrumentos de inversión para retirar liquidez del mercado, la TPM sigue siendo el paracetamol que se toma la economía cuando tiene la calentura de la inflación.