Estados y grupos industriales de los cuatro puntos cardinales rivalizan en anuncios de proyectos e inversiones en la carrera por el hidrógeno verde aunque todos tienen los ojos puestos en China.
Visto como el eslabón que falta para lograr la transición ecológica, este gas, que se sigue produciendo con combustibles fósiles, contribuiría a reducir las emisiones de la industria y los transportes pesados y ofrecería un medio para el almacenamiento de la energía renovable. A condición de que sea "ecológico".
Aunque todavía es cara, esta perspectiva hace soñar en particular a Europa, que perdió el tren de los componentes solares y de las baterías, prácticamente monopolizado por China.
El objetivo es controlar toda la cadena o al menos una parte. El hidrógeno "verde", obtenido por electrolisis del agua con electricidad renovable, necesita desarrollar tanto la demanda como las aplicaciones o las infraestructuras de transporte.
Ya se han anunciado varios planes nacionales para relanzarlo, aunando cooperación y estrategias a veces diferentes, del hidrógeno 100% verde con el nuclear o incluso el gas.
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Estados Unidos tiene una nueva hoja de ruta. Alemania espera invertir para 2030 9.000 millones de euros (10.600 millones de dólares), Francia y Portugal 7.000 millones de euros cada uno (8.250 millones de dólares) Reino Unido 12.000 millones de libras (16.500 millones de dólares) y Japón y China, respectivamente, 3.000 y 16.000 millones de dólares para ecologizar su producción, según gabinete Accenture.
En total, "76 gigavatios de capacidad de producción están en proyecto, de ellos 40 anunciados el año pasado" y Australia concentra "la mitad de los principales proyectos (del tamaño de megavatios)", según Gero Farruggio, del gabinete Rystad Energy.
¿Dominio asiático?
Asia del norte se ha posicionado: Japón, que tiene grandes necesidades y está trabajando en el diseño de barcos para el transporte de hidrógeno, Corea del Sur y sobre todo China.
"Dadas sus necesidades, (China) va con todo, incluso el hidrógeno, sobre todo para la movilidad", dice Nicolas Mazzucchi, de la Fundación para la Investigación Estratégica.
China desarrolla un modo de producción adosado a reactores nucleares aunque su producción actual procede del carbón. Atrae a los actores de todo el mundo: fabricantes de pilas de combustible para vehículos (el canadiense Ballard, el francés Symbio), estaciones de recarga (Air Liquide).
"Con su voluntad de descarbonizar (su economía) y su capacidad para hacer bajar los precios, China ¿puede dominar el suministro de electrolizadores como con los módulos solares? Parece probable", dice Gero Farruggio.
Enfrente, Europa se prepara.
"Tres países destacan", dice Charlotte de Lorgeril, del gabinete Sia Partners, que cita a Alemania, "adelantada sobre los transportes", Francia, "más avanzada en la producción" y Holanda, que cuenta con importantes infraestructuras gasistas.
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La Unión Europea (UE) pretende que para 2050 su paleta energética esté constituida con el 12-14% de hidrógeno (frente al 2% de hoy) y fomenta la cooperación.
Lo que no impide que Alemania se pueda convertir en el "primer proveedor" mundial, espera su ministro de Economía Peter Altmaier.
Nicolas Mazzucchi teme que la UE pague su "falta de estrategia energética global" convirtiendo al hidrógeno en el maná del momento.
Del lado de los industriales, los productores tratan de imponerse a golpe de compras, en particular de start-ups o consorcios. Como Total y Engie, aliados para desarrollar la mayor planta en Francia de producción de hidrógeno verde.
"Tienen una estrategia de competición con los actores históricos de hidrógeno, que buscan convertirse en productores", dice Mikaa Mered, docente del Instituto Libre de Relaciones Internacionales y HEC.
Nuevas rutas de la energía
Si esta euforia se concreta, el hidrógeno podría contribuir a subvertir el mapa mundial de la energía.
Ya se están creando acuerdos e interdependencias.
Alemania se ha acercado a Marruecos para desarrollar la producción de hidrógeno procedente de la energía solar. Los proyectos Green Spider y Green Flamingo prevén autopistas marítimas del hidrógeno y gasoductos para unir España y Portugal con el norte de Europa.
"También la creación de nuevas cadenas logísticas, lo que permitiría importar del desierto chileno o del Sáhara, donde hay mucho sol", según Charlotte de Lorgeril.
“¿Esto permitirá una descentralización de los actores de la energía, que pondrá en entredicho los equilibrios existentes o abocar en una nueva centralización, con países exportadores de hidrógeno y países importadores” como en el caso del petróleo y el gas en la actualidad? Es el “desafío de la década”, dice prudentemente Mikaa Mered.