Tres de cada cuatro posibles votantes de cara a las elecciones presidenciales y legislativas de este 6 de febrero aseguran enfrentar una mayor dificultad para decidir por quién votar este año, en comparación con las elecciones de 2018 y las anteriores en que han participado.
La más reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) encontró que hasta un 74% de las personas dicen experimentar mayores dificultades para tomar una decisión; mientras que solo un 11% manifiesta una menor dificultad, un 10% las mismas condiciones y un 5% no tener experiencia previa.
El dato podría explicar los históricos niveles de indecisión que registró el estudio del CIEP, publicado este 18 de enero, a tres semanas de las elecciones. La encuesta encontró que hasta un 43% de las personas con intención de asistir a las urnas todavía no sabe por quién votar: un porcentaje 16 puntos mayor que registrado en el mismo momento de 2018.
Los márgenes de la indecisión crecen aún más para los comicios legislativos. Seis de cada 10 eventuales votantes manifiestan no saber a quién apoyar para los comicios que redefinirán el Congreso.
Según el mismo estudio del CIEP, el panorama somete a muchos electores a estrés. Así lo indicó un 41% de las 1.006 personas consultadas por el centro universitario, entre el 12 y el 14 de enero pasados.
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Las causas
La indecisión a tres semanas de los comicios de 2018 ya era alta. En aquel entonces, hasta un 27% de los votantes manifestaban no saber por quién votar para la Presidencia de la República. Sin embargo, el crecimiento del fenómeno es notorio para los comicios de este 2022.
Uno de los posibles motivos es que los partidos políticos, en general, han perdido sus bases electorales.
El CIEP documentó en mayo de 2021 que solo un 13% de la población decía tener simpatía por algún partido político en específico: el porcentaje más bajo desde que se tiene registros.
Este fenómeno, según diversos politólogos, repercute directamente en los procesos electorales. Suscribirse a partidos políticos y sus ideales suelen hacer más sencillas las decisiones políticas de los electores, pero no hacerlo tiene el efecto contrario.
Una menor afinidad partidaria también deja a los electores más susceptibles a tomar decisiones “al calor del momento”, más allá de basarse en premisas claras expuestas por las candidaturas o sus partidos.
“Cuando la gente tiene que tomar la decisión de votar normalmente usa ciertos ‘atajos’. Pueden ‘irse’ por un partido político, por un candidato o por lo que opinen sus personas cercanas; pero en este momento todos esos atajos parecen quebrados”, explicó el politólogo del CIEP e investigador del Programa Estado de la Nación (PEN), Ronald Alfaro.
“Los partidos están debilitados, las candidaturas no son convincentes y las demás personas, en general, están igual de indecisas”, añadió.
Además de esos factores, podría estar pasando factura la lejanía entre la población y los aspirantes políticos que ha impuesto la pandemia de COVID-19. Esa es una hipótesis que deberá estudiarse con el tiempo, según observó la politóloga Eugenia Aguirre, del Observatorio de la Política Nacional (OPNA) de la UCR.
Las consecuencias
Los niveles inéditos de indecisión abren la puerta para gran variedad de eventuales resoluciones del proceso electoral en este 2022. Todas, sin embargo, son muy difíciles de pronosticar.
Alfaro y Aguirre, sin embargo, señalaron que es muy posible que el ‘voto indeciso’ se diluya entre las diferentes opciones políticas y no que se comporte como uno solo bloque, pues ahora mismo reúne a muchísimas poblaciones con características muy variadas.
Un comportamiento en bloque, enfatizaron, solo sería posible en caso de que surja algún tema polarizador en la discusión electoral; pues estos suelen aglutinar a la población en pequeños grupos (a favor o en contra de algo).
Así ocurrió en las elecciones de 2018, ante la discusión del matrimonio igualitario.
Por el momento, los temas de campaña parecen recaer en cuestiones más complejas y técnicas como la situación fiscal o la situación educativa del país, por encima de cuestiones emocionales, que usualmente tienen un efecto más fuerte sobre el electorado.
“Hay ausencia de un tema polarizador”, apuntó Aguirre. “Está probado en la teoría que en los temas que polarizan invitan a la participación electoral y en este caso no tenemos ninguno”, subrayó.
Por el momento, el politólogo Alfaro describe que el panorama se parece al de un partido de fútbol en tiempos extra, cerca de una definición por penales. En ese tipo de circunstancia, los equipos suelen evitar riesgos mayores. “En este caso la apuesta es más arriesgada, porque a estos penales solo van a ir dos”, advirtió el investigador.
Por el momento, existen varias explicaciones que pueden explicar el frío de la campaña, y Aguirre apuntó que algunos podrían ser de más corto plazo y otros de más largo.
En el corto plazo, comentó que algunos candidatos podrían querer evitar “pasos en falso” y, en el largo, que podrían estar pensando en guardar recursos para una eventual segunda ronda o evitar una generación excesiva de anticuerpos de cara al balotaje y un eventual gobierno.
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Indecisión legislativa
La indecisión electoral crece y es todavía mayor de cara a los comicios legislativos.
Paradójicamente, las elecciones legislativas son las únicas que se tendrán que definir completamente el próximo 6 de febrero, más allá de si existe segunda ronda o no de elecciones presidenciales.
La indecisión para las elecciones legislativas es de más del 45% en todas las provincias, pero crece hasta un 71% en Puntarenas y a un 86% en Limón.
Según señaló el CIEP, la incertidumbre es tan elevada en las respectivas provincias que “dificulta e impide cualquier simulación de resultados” de los 57 escaños del Congreso que cambiarán de “dueño” a partir de mayo.
Además de la poca atracción de que han demostrado provocar las propuestas políticas, la politóloga Aguirre señaló que la incertidumbre también podría estar siendo alimentada por la alta cantidad de opciones políticas. Los debates, recordó, ofrecen hasta seis o siete partidos en un mismo espacio, algo que seguramente hace más complejo para la población la concentrarse en pocos actores y generar apegos en torno a una sola de las diferentes opciones.