La mitad de los trabajos de la población ocupada en Costa Rica tienen un alto nivel de riesgo de automatización, es decir, se pueden sustituir por máquinas, computadoras o algoritmos que desempeñen estas funciones a menor costo en comparación con el ser humano.
De los 2,16 millones de ocupados del país, 1,06 millones desempeñan labores que tienen un elevado riesgo de mecanizarse en el futuro, con base en cifras de la Encuesta Continua de Empleo, al IV trimestre del 2019.
Este es un hallazgo de la investigación Retos de la cuarta revolución industrial sobre el mercado laboral costarricense, elaborada por el economista y estadístico Andrés Fernández Aráuz y publicada por la Academia de Centroamérica, el pasado jueves 19 de noviembre. El estudio fue financiado por la Fundación Konrad Adenauer (KAS).
El trabajo explora el mercado laboral costarricense a partir de los datos disponibles en la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y replica −con sus respectivos ajustes metodológicos para el país− un reconocido estudio de los profesores de Oxford, Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, publicado en 2013.
El objetivo es mostrar cuántos trabajadores ejecutan actualmente ocupaciones que tienen un alto riesgo de ser mecanizadas, en cuáles actividades económicas, y cómo se relacionan estos resultados con otros factores como el nivel de calificación del empleo o los años de escolaridad de las personas.
En su libro ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización, el periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer detalla los resultados del estudio de Frey y Osborne, al mismo tiempo que presenta, con ejemplos recabados alrededor del mundo, cómo el uso de máquinas y robots ya sustituye a miles de empleados.
“En la mayoría de los países de la región, los robots todavía son vistos como objetos de curiosidad o como noticias divertidas que se relegan a las páginas de tecnología de los periódicos. Pero muchos países latinoamericanos podrían sufrir un rudo despertar muy pronto, y darse cuenta de que sus trabajadores ya no son competitivos ante los robots cada vez más baratos y eficientes”, plantea Oppenheimer.
Justamente esa afirmación fue uno de los puntos de partida que motivó la investigación de Andrés Fernández para generar datos que permitan poner en perspectiva este fenómeno en Costa Rica.
Los más golpeados
Si usted labora en el sector privado y en actividades informales enfocadas en comercio o servicios debe estar alerta, su perfil laboral es el más amenazado por la automatización en el país. En otras palabras, las tareas que realiza en la actualidad podrían ser fácilmente reemplazadas por tecnología.
Cuando se habla de mecanización es importante entender dos cosas. Las tareas que son repetitivas o de baja calificación se pueden sustituir con mayor velocidad por máquinas más baratas para ejecutarlas.
El segundo aspecto es que cuando se habla de tecnología no se debe pensar estrictamente en Inteligencia Artificial (AI) o robots de última generación. Un algoritmo o una función en una hoja de Excel podrían reemplazar labores que actualmente realizan, por ejemplo, un oficinista o un contador.
El estudio se elaboró durante el 2020, pero el investigador tomó como base los datos de la ECE al cuarto trimestre del 2019, último trimestre completo en el cual no se reflejó el efecto del shock de la pandemia del coronavirus.
En ese periodo la población ocupada estaba compuesta por 2,16 millones de personas, de las cuales el 49% tienen un riesgo muy alto de automatización en sus empleos. En palabras sencillas, la mitad de los trabajadores del país se enfrentan a esa vulnerabilidad.
En Costa Rica, el 73% de la población trabajadora es asalariada, frente al 25% que percibe ingresos por cuenta propia. Casi la mitad de las personas en ambos grupos tienen un muy alto riesgo de automatización en sus ocupaciones.
En el caso de los empleadores, la amenaza es mucho más reducida, aunque este segmento representa sólo 3% de los ocupados.
Sin embargo, el dato es relevante porque persiste la creencia de que los asalariados tienen el mayor riesgo de automatización debido a que los patronos podrían sustituirlos por máquinas más baratas.
El 14% del empleo costarricense es generado en el sector público y el 86% restante proviene del privado, aunque dentro de esa porción sólo el 40% es formal.
La brecha, en cuanto al riesgo de mecanización, es importante. Uno de cada tres empleos del sector público se ve amenazado por la tecnología, mientras que la relación es de uno de cada dos puestos en el sector privado, sin importar si se trata del ámbito formal o informal.
Los sectores primario (agro, ganadería, etc.) y secundario (manufactura, construcción, etc.) de la economía son los que podrían verse más golpeados por las máquinas. Al menos seis de cada 10 empleos en esos sectores son altamente susceptibles a la sustitución por mejoras tecnológicas.
Eso sí, en comercio y servicios −el principal sector del país− se concentran la mayoría de empleados en alto riesgo. De 1,5 millones de empleos en servicios y comercio, 648.745 (43,1%) tienen un muy elevado nivel de probabilidad de ser cambiados por máquinas.
Calificación y educación
El 21% de los trabajadores en el país desarrollan labores de alta calificación (directores, profesionales y técnico medio), 55% de nivel medio y el 23% restante son las tareas más elementales de la economía, algunas de ellas implican esfuerzo físico.
En la población ocupada apenas el 0,8% labora en cargos de directores o gerentes, pero el 21,5% lo hace en puestos de servicios y ventas en comercios o mercados.
Entre menos calificadas y más elementales sean las tareas asociadas a su trabajo, mayor será la probabilidad de que se puedan automatizar
En las ocupaciones de calificación media, el personal de apoyo administrativo es el más afectado por los procesos de mecanización, el 80% de estos empleos (143.000 puestos) se ven amenazados.
Mientras que en unos 225.000 trabajadores de servicios y ventas en comercios se enfrentan al mismo panorama.
El 62% de quienes ejecutan labores no calificadas o elementales, que representan 319.000 personas, está en riesgo de perder su trabajo debido a la sustitución.
Un hallazgo revelador del estudio es que si bien los datos parecieran indicar que las ocupaciones más elementales y de menor calificación son las más susceptibles de cara a la tecnología, no existe una relación lineal entre este factor y el nivel educativo.
No se puede afirmar que entre más años de escolaridad, menor será el nivel de riesgo de la persona a perder su empleo a manos de la revolución 4.0.
De hecho, el resultado es prácticamente dicotómico. El riesgo elevado de perder frente a las máquinas se reduce únicamente para quienes obtuvieron su título universitario.
Este resultado no sorprende debido a que la probabilidad de automatización de un empleo no depende del nivel educativo de quien lo desarrolla, sino de cuán manuales y rutinarias son sus tareas.
La oferta educativa preuniversitaria del país tiene salida a trabajos con una alta posibilidad de ser reemplazados por tecnología. Además, algunas de las tareas menos proclives a este fenómeno son ejecutadas por personas con título universitario.
Actualmente uno de cada cuatro trabajadores posee titulación superior en el mercado laboral costarricense. El 64% de quienes tienen ocupaciones con alta amenaza ante la cuarta revolución industrial no ha concluido o empezado la educación secundaria.
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Destaca que de las 131.000 personas con título universitario que desarrollan empleos en riesgo, el 11% son peritos, diplomados o técnicos; 50% bachilleres y 36% licenciados.
Siete de cada 10 títulos son en ciencias sociales, comercio, derecho y carreras asociadas a la contabilidad.
Por grupos de edad, los más jóvenes (15 a 24 años) tienen un 61% de trabajadores en puestos con elevados niveles de riesgo de reemplazo.
Metodología
El investigador de la Academia de Centroamérica adaptó la metodología del reconocido estudio de Frey y Osborne publicado en 2013, para estimar el segmento del mercado laboral que se podría encontrar en riesgo de automatización.
Para lograrlo utilizó los datos de la ECE y la Clasificación de Ocupaciones de Costa Rica (COCR-2011), ambas emitidas por el INEC.
Aunque los cálculos se aplicaron para los resultados de la ECE del cuarto trimestre del 2019, último periodo sin efectos de la crisis del coronavirus, las estimaciones se replicaron en las encuestas de los tres trimestres previos del mismo año para validar tendencias y evitar estacionalidades.
Fernández utilizó los algoritmos ejecutados por Frey y Osborne para obtener la probabilidad de automatización sobre las diferentes ocupaciones del mercado laboral costarricense en una escala de 0 a 1, en la que se seleccionó 0,75 como el mínimo. Todos los valores superiores a ese nivel se consideran en muy alto riesgo de mecanización.