La elección del nuevo presidente de los Estados Unidos no es ajena a Costa Rica. Hay diferencias entre ambos candidatos que no solo marcarán cómo manejarán el Gobierno, sino también, como trabajarán su política externa.
La relación con la potencia hegemónica del continente es fundamental para la economía local. Estados Unidos es el principal socio comercial, el mercado que aporta más visitantes a la industria turística y la principal fuente de Inversión Extranjera Directa (IED).
Es por eso que Costa Rica no debería tener una mirada pasiva de lo que vaya a pasar en el 3 de noviembre en Estados Unidos. Las autoridades locales deben analizar activamente los posibles resultados y crear estrategias específicas para reaccionar.
“Son ejercicios de prospectiva que debemos estar haciendo ya. Costa Rica ha demostrado que puede ser líder en varios temas. Pero cuidado, no tengamos esa visión pasiva de ver qué va a pasar”, declaró Rosmery Hernández, directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA).
¿Republicanos o demócratas?
La elección presidencial estadounidense se definirá entre dos personas: el mandatario Donald Trump, quien busca extender su mandato por cuatro años más y que representa al Partido Republicano, y Joe Biden, exvicepresidente de Barack Obama y candidato del Partido Demócrata.
Más allá de la afinidad política que despierte uno u otro candidato, la elección del inquilino de la Casa Blanca, ha pesado en Costa Rica de manera distinta dependiendo de los colores partidarios que defienda.
Históricamente los republicanos han sido partidarios de abrir fronteras al comercio. De tratados internacionales y de inversiones estratégicas fuera de sus fronteras, algo que sin duda llama la atención de Costa Rica.
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Los demócratas, por su parte, tendían a mirar más hacia adentro, en parte debido a su importante base sindical. En el pasado, la agrupación se mostró reticente a promover inversiones fuera del país por su compromiso con los labor unions.
Mientras tanto los republicanos se volvieron los abanderados del libre comercio en el continente cuando en la década de los 1990 Washington lanzó la idea de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El proyecto del presidente George W.H. Bush fracasó, pero fue justamente durante la administración de su hijo, George W. Bush, que Centroamérica firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos.
La llegada de Trump, sin embargo, fue como un torbellino que revolvió todas las piezas. La política republicana abanderada por Trump es nacionalista, mientras los demócratas de hoy son más globales.
Sin embargo, ya sea para gobiernos demócratas o republicanos, América Latina ha perdido relevancia en la agenda de Washington. En el caso específico de Centroamérica la atención parece centrarse en las oleadas migratorias originadas en los países del Triángulo Norte y en las turbulencias políticas de Nicaragua.
Los posición estratégica de Costa Rica con su incorporación a la OCDE y el liderazgo de país en materia ambiental, son estandartes positivos y de prestigio internacional, pero hoy no marcan mayor diferencia para el gobierno liderado por Trump.
Este, por el contrario, ha criticado las inversiones para combatir el cambio climático y amenaza periódicamente con abandonar diversos organismos internacionales y lo hizo en el casi de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, el contexto histórico ha afectado este tipo de posiciones y podría hacerlo de nuevo.
En la década de los 1980 las guerras civiles en Centroamérica estuvieron marcadas por un alto grado de intervención de los protagonistas de la Guerra Fria: Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
En el 2013, Costa Rica recibió con mes de diferencia la visita del mandatario estadounidense Barack Obama y de su contraparte chino Xi Jinping. Los temas de agenda de Obama en aquella visita al país fueron comercio, inversión, turismo y la lucha contra el narcotráfico.
Trump ha inflamado los roces entre Estados Unidos y China, los cuales ahora se desarrollan en los planos comercial, político y hasta tecnológico. El pulso con el dragón asiático, que ha cultivado sus relaciones con América Latina, podría volver a poner a la región sobre el escenario geopolítico.
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El Presidente tenía prácticamente en su bolsillo la reelección. Las encuestas lo respaldaban ampliamente y los números también. La economía del país había crecido y el desempleo llegó a cifras históricas, a la baja.
Sin embargo, la pandemia cambió eso. Su manejo de la emergencia sanitaria ha sido duramente criticado. A esto se suman las protestas raciales que se intensificaron en los últimos meses y que critican abiertamente las posiciones de Trump al respecto.
Los números de las encuestas cambiaron y ahora colocan a Joe Biden en la Casa Blanca, lo que convertiría a Trump apenas el octavo presidente en no ser reelecto desde el año 1900.
¿Qué quiere Costa Rica?
“Tener un vecino grande siempre es una consideración importante”, declaró Ricardo Sancho, politólogo y abogado.
Lo que Costa Rica pueda obtener de cualquier de los resultados electorales depende mucho del propio liderazgo del país.
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“Tenemos todas las capacidades, pero dependemos de quiénes son los presidentes y los ministros, que van a ir a tocar esas puertas. Se puede ser un país diminuto, pero si existe un líder que se mueve, afecta”, declaró Sancho.
En los últimos meses, esas capacidades han quedado en entredicho. Con la tardanza del Ejecutivo para enviar al Congreso el protocolo de incorporación de Costa Rica a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la salida de Dyalá Jiménez de la cartera de Comercio Exterior (Comex) en medio de conflictos, el país emite señales de falta de rumbo, opina Hernández.
“Veníamos jugando bastante bien como país, pero ahora damos una sensación de inseguridad. Ya estamos adentro de la OCDE pero ahora sí hay que jugar”, detalló Hernández.
Los devaneos hacen poco por facilitar la misión fundamental del Gobierno de cara al proceso electoral en Estados Unidos: dejar clara su política exterior y comercial. Eso implica, por ejemplo, establecer sin lugar a dudas que Costa Rica da la bienvenida a las inversiones y que esa posición se refleje en acciones y en la legislación.
“La salida de Dyalá Jiménez es una gran pérdida. Ella se perfilaba como una persona que podía hablar de frente con el Secretario de Comercio de los Estados Unidos. Si mantenemos una visión pequeña y tímida en la que nos consumen los problemas locales, no vamos a tener esa capacidad”, ahondó Sancho.
Sin embargo, el problema es más profundo que la salida de una jerarca. Para Gerald Solano, analista de comercio internacional, en los últimos años se ha evidenciado la ausencia de una política exterior de Estado, mientras se limitan a solo políticas de Gobierno.