Una minoría de profesionales graduados en universidades costarricenses tiene títulos de carreras con calidad certificada.
Apenas un 8,3% de los títulos que emiten las universidades pertencen a estudiantes que cursaron carreras completas acreditadas por el Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (Sinaes), según revela una investigación del VI Informe del Estado de la Educación.
Visto de otro modo, en promedio más de 9 de cada 10 títulos universitarios que se emiten en Costa Rica carecen del respaldo que garantice que los estudiantes tuvieron una educación de calidad: la acreditación de Sinaes.
La investigación estimó qué proporción de los títulos otorgados a graduados durante el 2015 pertenecía a carreras que se mantuvieron acreditadas por un mínimo de cinco años. La estimación, permitió observar que apenas un 15% de los títulos de las universidades públicas pertenecían a carreras acreditadas, mientras que en universidades privadas solo un 5% reportó esa condición.
Mientras tanto, el fenómeno es combatido por las instancias públicas que, pese a sus esfuerzos, urgen que el país implemente una política de obligatoriedad de las acreditaciones.
Calidad objetableLa acreditación que realiza el Sinaes es un proceso que procura garantizar que las carreras mantengan estándares de calidad mediante un juicio independiente de una entidad pública. También tiene otros propósitos, como ayudar a las universidades a actualizar los contenidos de las carreras, o facilitar que los empleadores se aseguren de la calidad educativa de los candidatos por contratar.
Empero, el país todavía no ejerce ninguna presión para garantizar que los casi 25.000 nuevos profesionales que salen a la calle cada año procedan de carreras acreditadas.
Al 2016, solo el 6% de las carreras en centros privados de educación superior estaban acreditadas y, entre cualquiera de las universidades públicas, la proporción no lograba superar el 32%.
Para el Estado de la Educación, esa tendencia tiene algunas explicaciones. Por un lado, no existe la obligación para que las universidades acrediten sus carreras. Por otro, la situación ha obligado a que los empleadores desarrollen sus propios métodos para juzgar a quiénes contratan.
“En conjunto, estamos teniendo un problema, porque no estamos levantando la barra sobre la calidad educativa de los profesionales”, considera la investigadora Valeria Lentini. “La preocupación tiene que venir de todos, porque ahora es tan pequeña la cantidad de carreras acreditadas que eso no impulsa el cambio”.
Bajos niveles de acreditaciónA pesar de eso, los estudiantes y empleadores consideran vital la acreditación al elegir carreras y evaluar potenciales empleados.
Una encuesta entre casi 400 egresados universitarios del Estado de la Educación reveló que los estudiantes daban tanta relevancia a la acreditación como a sus instalaciones o el vínculo de su carrera con el mercado laboral. Para los empleadores (especialmente de ingenierías y salud) la acreditación llega a ser tan importante como el propio grado académico de un postulante.
Hay otras razones que presionarían a los centros a la acreditación: para algunas universidades privadas la acreditación es una fuente de legitimación. Por ejemplo, el centro que emitió más títulos de carreras acreditadas en el 2015 en el país fue la Universidad Veritas (50%).
Pese a esta situación, son pocas las universidades privadas que lo implementan. Solo un 6% de las carreras de esos centros está acreditado, una proporción alarmante, si se considera que la mayoría de los profesionales en servicios, como la educación, son egresados de estos centros.
El Estado de la Educación recopiló algunas de la barreras que las universidades señalan para no acreditar sus carreras. Ellas alegan, por ejemplo, que los trámites son engorrosos, que falta coordinación del Sinaes con actores como los colegios profesionales, el Conesup, los empleadores u otras agencias acreditadoras y que no hay claridad sobre el alcance de la acreditación.
“Se puede criticar el proceso, pero el problema es que ni siquiera hemos podido llegar a esa discusión”, se lamenta Lentini.
Arturo Jofré, presidente del Consejo Nacional de Acreditación del Sinaes, disiente de las críticas y asegura que la institución rediseña sus procesos para reducir a la mitad el tiempo en que hoy tardan en acreditar una carrera (estimado en un promedio de un año, desde que la carrera emite su informe de autoevaluación).
“En un contexto en que no es obligatoria la acreditación de las carreras de la educación superior, los logros del Sinaes son muy significativos”, dice Jofré.
El Sinaes señala que en todo el proceso las escuelas contactan a los empleadores para conocer qué piensan de su desempeño e identificar eventuales mejoras. Agregan que el sistema publica periódicamente las listas de las 154 carreras acreditadas (desde pregrado hasta posgrado).
Empero, un cambio en la legislación impulsaría ese proceso en el resto de universidades.
Para Mario Sanabria, director del Consejo Nacional de Educación Superior (Conesup), la obligatoriedad de la acreditación es urgente para garantizar que las carreras universitarias se mantengan actualizadas.
“Nosotros tenemos parámetros con los que aprobamos carreras y somos cada vez más exigentes, pero hay carreras muy viejas, de casi 30 años, y, por ley, no podemos exigirles a ninguna la acreditación”, destaca.
El Conesup (entidad de 42 funcionarios que autoriza la apertura y modificación de carreras en las 53 universidades del país) también presentó un proyecto de ley desde abril de 2015 que obliga a las carreras a acreditarse, y a renovarse cada cinco años. El texto se encuentra en el orden del día del plenario legislativo desde abril de 2016.
Sin control
Desde el 2001 hasta el 2015 solo 18.282 de los 523.045 títulos se otorgaron a estudiantes que tenían, al menos, cinco años de estar acreditadas. Es decir, desde la creación del Sinaes, solo 3% de los títulos entregados procedieron de carreras acreditadas.
La universidad Veritas, la Ucimed y el TEC son los centros de educación superior que otorgan más títulos de carreras acreditadas en el país.
El país incorpora al menos 25.000 nuevos profesionales por año. 7 de cada 10 títulos que se ottorgan proceden de universidades privadas. La mayoría de estos títulos pertenecen a carreras de educación y de ciencias sociales.
Fuente VI Estado de la Educación