Rusia está usando cada vez más el petróleo como herramienta geopolítica: expande su influencia por el mundo y desafía los intereses de Estados Unidos.
Sin embargo, Moscú se está arriesgando, pues presta dinero y hace acuerdos en economías turbulentas y climas políticos inestables.
La estrategia enfrentó una prueba crucial en Venezuela, un aliado de Rusia que debe conseguir $1.000 millones para no atrasarse con su deuda.
Rusia ha creado una ráfaga de préstamos y acuerdos centrados en el negocio venezolano del petróleo, dinero que podría hacer la diferencia entre el colapso y la supervivencia del gobierno. A cambio, Moscú está obteniendo una ventaja estratégica en el patio trasero de Washington.
Este mes, se vio al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, muy sonriente durante una visita a Moscú, la cual tenía como objetivo buscar un nuevo apoyo financiero. Maduro agradeció al presidente de Rusia, Vladimir Putin, “todo el apoyo político y diplomático que nos han dado”.
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Moscú, por medio de Rosneft, el gigante petrolero del Estado, está intentando crear influencia en lugares donde Estados Unidos ha tropezado o donde el poder está disponible para el que lo tome. La necesidad también es una de las motivaciones de sus iniciativas, ya que las sanciones que han impuesto Estados Unidos y Europa han orillado a Rosneft a buscar nuevos socios y nuevas inversiones en otras partes del mundo.
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La empresa, de la cual Rusia lleva mucho tiempo dependiendo para financiar sus programas gubernamentales y sociales, se ha estado involucrando en países con situaciones políticas delicadas como Cuba, China, Egipto y Vietnam, así como en lugares turbulentos donde están en juego los intereses de Estados Unidos.
Rosneft está buscando hacer negocios al este del Mediterráneo y en África, zonas de importancia táctica más allá del asunto energético. Está influyendo económica y políticamente en el norte de Irak, por medio de grandes transacciones de petróleo y gas natural en territorio kurdo. Además, está buscando competir por el control de los yacimientos petroleros de Irán mientras escalan las tensiones entre Teherán y Washington.
Rosneft está “intentando crear oportunidades que puedan tener un enorme valor en términos geopolíticos”, afirmó Amy Myers Jaffe, experta en seguridad energética del Consejo de Relaciones Exteriores. “En verdad le darían una influencia increíble al gobierno ruso en cuestiones que son de importancia para Estados Unidos”.
La nueva iniciativa de Rosneft llega después de una serie de restricciones para Rusia.
El director de Rosneft, empresa de la cual el Estado ruso posee el 50%, es Igor I. Sechin, un ex primer ministro adjunto y aliado cercano de Putin. Después de que Rusia invadió Crimea hace tres años, Estados Unidos y Europa golpearon a Sechin con sanciones.
Desde entonces, Exxon Mobil y otras petroleras de Occidente no han podido utilizar sus conocimientos tecnológicos para ayudar a que Rosneft desarrolle yacimientos de gas, esquisto y petróleo en aguas profundas en el Ártico. Esta situación ha obligado a Rosneft a buscar por todas partes para encontrar nuevos yacimientos con el fin de remplazar sus reservas.
Apuesta riesgosa
La apuesta más importante de Rosneft es Venezuela. En los últimos tres años, Rusia y Rosneft han dado 10.000 millones de dólares de ayuda financiera a Caracas, con lo cual Venezuela ha evitado al menos dos veces el incumplimiento del pago de su deuda, la cual asciende a 150.000 millones de dólares.
Rusia está sustituyendo de manera eficaz a China como el principal banquero de Venezuela. Mientras el presidente Hugo Chávez estuvo en el poder, China prestó miles de millones de dólares a Venezuela para proyectos, los cuales se pagarían con petróleo. No obstante, China discretamente ha dejado de realizar los préstamos y ha permitido que Rusia llene ese vacío.
El año pasado, Rosneft obtuvo una participación de 49,9% en Citgo, la refinadora filial de la petrolera paraestatal venezolana que se encuentra en Estados Unidos, como garantía de un préstamo de 1500 millones de dólares a la empresa venezolana. La petrolera del Estado, Petróleos de Venezuela (PDVSA), utilizó el dinero para saldar sus cuentas y mantener la producción de sus yacimientos.
Los miembros del congreso criticaron rápidamente la transacción, pues advirtieron que, si Rusia adquiría Citgo, en un futuro peligraría la seguridad nacional. Citgo opera cerca de 4% de la capacidad refinadora de Estados Unidos y tiene una red extendida de oleoductos y gasolineras. Además, Caracas sigue dependiendo de forma importante del mercado estadounidense, ya que hay pocas refinerías afuera de Estados Unidos que puedan procesar grandes cantidades de crudo venezolano de baja calidad.
En abril, Rosneft fue más allá, pues dio un pago adelantado de $1.000 millones por el petróleo crudo que produjera la paraestatal, una ayuda crítica para que esta pagara casi $3.000 millones a obligacionistas.
Sin embargo, las inversiones rusas no son completamente seguras. Los yacimientos de Venezuela están envejeciendo y se encuentran en mal estado. Las empresas de servicios petroleros se han ido retirando después de años de pagos parciales por su trabajo. Y las nuevas sanciones de Estados Unidos han prohibido en gran medida las transacciones de préstamos a largo plazo con PDVSA o inversiones en otras nuevas deudas del gobierno, lo cual ha provocado que los apuros financieros de Venezuela se hayan agudizado aún más.
“Rusia es el único país que puede ayudar a Venezuela a sobrevivir el resto del año”, señaló Francisco J. Monaldi, un analista de políticas energéticas de la Universidad Rice. “China tiene la capacidad, pero no la disposición, y por este motivo Venezuela está tan desesperada por obtener el apoyo ruso. Es la única salida”.
Venezuela es la segunda fuente de crudo de Rosneft, después de Rusia. La empresa rusa revende cerca de 225.000 barriles de petróleo venezolano al día, el equivalente a 13% de las exportaciones de Venezuela. Todos los tejes y manejes parecen ser muy agresivos en estos momentos en Venezuela, donde el involucramiento de Moscú es más riesgoso.
El gobierno venezolano argumenta que tiene más de $9.000 millones en reservas de divisas, aunque una gran parte de esa cantidad es oro que se debe enviar al extranjero para liquidar deudas, una transacción que puede tomar tiempo.