Apenas iniciaba la década de los 90, el mundo todavía estaba bajo las tensiones de la Guerra Fría y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se tambaleaba al calor de las voces independentistas de algunas naciones.
El presidente soviético de entonces, Mijaíl Gorbachov, encabezó el proceso para disolver la URSS, el estado socialista más grande del mundo, cuya economía centralizada se impulsó con la industrialización a gran escala.
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La Unión Soviética cayó en diciembre de 1991 en un hecho histórico que marcó el final de la Guerra Fría. La Federación de Rusia empezó a existir en medio del fraccionado territorio y con un golpe económico sin precedentes.
Hace 27 años era impensable que Rusia, una nación construida sobre los vestigios de la URSS, se convertiría en una potencia que albergaría la Copa Mundial de la FIFA en 2018.
Varios hechos económicos, políticos y sociales acontecieron en los últimos años para que Rusia se erigiera como el destino de uno de los eventos más importantes del mundo.
Matrioshka política
Luego de ser el bastión del socialismo en el mundo bajo la bandera de la URSS, la nueva Federación de Rusia tuvo que empezar de cero.
El primer cambio trascendental fue modificar la estructura del Gobierno. En la época de la URSS el país era dirigido por el Sóviet Supremo -una especie de congreso conformado por dos cámaras-, sus miembros eran elegidos por votación universal y designaban al Primer Ministro.
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El Sóviet Supremo también tomaba las decisiones importantes del país en materia de administración económica y social. Entre 1960 y 1970, el congreso amplió sus facultades y potestades.
Con la instauración de la Federación de Rusia, el 12 de diciembre de 1993 se aprobó la nueva constitución política con la cual se declaró al país como una república semipresidencialista.
De esta forma el presidente adquirió rango de jefe de Estado y el presidente del Gobierno -primer ministro- lidera el poder Ejecutivo.
La estructura política de Rusia en la actualidad está constituida en primer lugar por el Poder Legislativo, integrado por la Asamblea Federal, que a su vez se divide en la Duma Estatal (cámara baja) y el Consejo de la Federación (cámara alta).
En la cámara alta se aprueban leyes, tratados comerciales, presupuestos, declaraciones de guerra y destituciones presidenciales.
El Poder Ejecutivo es guiado por el Presidente quien también es el comandante en jefe del ejército, designa al Gabinete y vela por el cumplimiento de las leyes federales.
El actual presidente de la Federación Rusa es Vladimir Putin, un abogado y exdirector del Servicio Federal de Seguridad -antigua KGB-, quien ha ejercido el cargo por tres periodos y fue reelecto el pasado 18 de marzo, con el 76% de los votos, para gobernar hasta 2024.
La división de poderes en Rusia concluye con el Judicial, conformado por la Corte Constitucional, la Corte Suprema, la Corte Suprema de Arbitrajes y las cortes federales.
Transformación económica
La desintegración de la URSS sumió a las antiguas naciones soviéticas en una profunda crisis económica a principios de la década de los 90. Esta coyuntura fue más compleja que la depresión de 1930 que afectó a algunos países europeos y a los Estados Unidos.
La Federación de Rusa tenía el reto de impulsar un nuevo sistema económico y dejar atrás el fantasma de la economía planificada, en la cual el Estado centralizaba la producción y distribución de bienes y servicios en línea con la ideología socialista.
Un primer paso para transformar la economía rusa vino con la Perestroika de Gorbachov, un paquete de reformas para promover el crecimiento y la producción nacional.
El primer presidente de la Federación Rusa fue Boris Yeltsin, quien encabezó las acciones para cambiar el modelo del país y promover la estabilidad política.
Putin, quien ha estado cerca del poder desde el 2000 –entre el 2008 y el 2012 actuó como Primer Ministro durante la presidencia de su cercano aliado político Dmitri Medveved– y logró consolidar una nueva imagen en términos políticos.
Rusia tuvo una breve ayuda del contexto internacional. Los vientos fueron favorables para este país que impulsó su economía con base en el aumento de los precios del petróleo, el auge por las inversiones extranjeras y un crecimiento en el consumo interno.
Es así como el país más grande del mundo en extensión territorial y con una población de 146,8 millones de habitantes, logró convertirse en la economía número 14 para el 2016, de acuerdo con el volumen de su Producto Interno Bruto (PIB).
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Esta nación cuenta con las mayores reservas de gas natural del mundo y ocupa el segundo puesto en reservas de carbón. En petróleo, se ubican en el octavo puesto.
Rusia ofrece un sistema económico robusto que se fundamenta, en buena parte, en el nivel de la educación de sus habitantes, ya que cuentan con la mayor cantidad de profesionales universitarios graduados en todo el mundo.
No es de extrañar que la tasa de desempleo en este país es de un 4,9% y el PIB per cápita es de $10.885.
Una catapulta mundial
Los países lo entienden. Convertirse en la sede de la Copa Mundial de la FIFA acarrea millonarias inversiones, pero también conlleva un crecimiento económico intrínseco.
La economía rusa estuvo sumida en dos años de recesión provocada por la caída en los precios mundiales del petróleo y las sanciones económicas impuestas por mercados de occidente debido al papel que jugó la Federación en la crisis de Ucrania (2013-2015).
En 2017, Rusia volvió a experimentar un crecimiento económico del 1,5% y proyecta llegar a niveles del 3% y 3,5% para 2020.
Arkady Dvorkovich, el exprimer viceminstro ruso, señaló en abril del 2018, en una visita a Perú, que el Mundial de la FIFA catapultará el crecimiento económico de su país este año.
De acuerdo con el exfuncionario, los preparativos de la Copa del Mundo contribuyeron con $14.000 millones, lo que representa el 1% del PIB de Rusia en el último lustro.
"El 1% es definitivamente muy importante, una contribución clave para el desarrollo de nuestro país. Puedo decir que sin la Copa del Mundo no habría crecimiento económico en este momento", señaló Dvorkovich en declaraciones publicadas por El Comercio de Perú.
Alexander K. Dogadin, embajador de Rusia en Costa Rica, coincide en que el Mundial tendrá un impacto positivo en la economía de su país, por esa razón se realizaron inversiones importantes para facilitar el transporte de turistas y se mejoraron las condiciones de ingreso a la nación con el Fan ID, un pasaporte especial para aficionados.
Se estima que cerca de 1,5 millones de personas viajarán a Rusia para acudir a la cita mundialista que se disputará entre el jueves 14 de junio y el domingo 15 de julio.
Rusia; una nación construida sobre los vestigios políticos y económicos de la URSS; superó sus fantasmas del pasado para asumir el reto de organizar el campeonato de la FIFA, un evento que le ofrece el escenario perfecto para enviar un mensaje clave al mundo en momentos de tensiones con los Estados Unidos.