El bombazo del rompimiento entre el Ministerio de Comercio Exterior (Comex), la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) y la Agencia Costarricense de Promoción de Inversiones (Cinde) todavía resuena.
La prensa publicó partes de un oficio de Manuel Tovar, jerarca del Comex, que comunica la intención del Ejecutivo de rescindir unilateralmente el convenio con la agencia, retira el financiamiento estatal a sus actividades y dinamita de manera efectiva el que tal vez sea el sector institucional más exitoso entre las más de 300 entidades públicas.
Más importante que el final del financiamiento público para Cinde es el anuncio de que Procomer asumirá los programas de atracción de inversiones. La triada que por décadas fue punta de lanza del modelo de desarrollo abrazado por Costa Rica no existe más.
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Ahora, el país, las multinacionales instaladas en el territorio, sus cientos de miles de empleados y el mismo Procomer caminan hacia la incertidumbre. Algo que ninguna corporación del mundo desea.
¿Y ahora qué?
El movimiento es coherente con la línea del presidente Rodrigo Chaves. Sus proyectos de reforma administrativa del Estado tienden a concentrar funciones. Ya había roto una alianza de larga data en el terreno educativo con la Fundación Omar Dengo. Además, el mandatario ha afirmado reiteradamente que no teme hacer las cosas de manera diferente a la establecida.
Nada de eso le resta sorpresa a la acción, pues en este campo, la manera establecida venía teniendo éxito. En su trayectoria, Cinde logró que más de 400 empresas invirtieran en Costa Rica a un ritmo que se aceleró en los últimos años. Con excepción del 2022, la agencia mantuvo una tendencia creciente en el número de proyectos de inversión concretados durante la última década.
En total, las gestiones de Cinde se tradujeron en la creación de 181.300 puestos de trabajo brutos. De estos, 25.300 corresponden a los proyectos de inversión concretados en 2022, según cifras de la agencia.
Los zapatos que deberá calzar Procomer son grandes, pero Pedro Beirute, cabeza de la entidad, asume la tarea con optimismo.
“La seguridad y tranquilidad está en esa experiencia internacional que tenemos por más de 25 años”, aseguró en conferencia de prensa.
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Ciertamente el historial de Procomer es tan sólido como el de Cinde, pero en un campo diferente. Por años, la institución pública no estatal ha ocupado las primeras posiciones en el ranking del International Trade Centre (ITC), agencia adscrita a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que califica a las entidades encargadas de fomentar las exportaciones.
Hasta el momento, Beirute no ha profundizado públicamente en cómo Procomer se reorganizará para empezar a buscar proyectos de inversión, acompañarlos en el proceso de instalación y atenderlos posteriormente.
Sí logró tranquilizar a los representantes de la Asociación de Empresas de Zonas Francas (Azofras), una de las pocas organizaciones empresariales que externó preocupación el miércoles 3 de mayo, cuando se dio a conocer la escisión del gobierno con Cinde.
“Nos han explicado a profundidad los pasos que van a seguir y entendemos claramente el nuevo rol que va a asumir Procomer. Sentimos gran confianza en lo que hará Procomer. Hemos conversado sobre nuestras inquietudes y han tomado en cuenta nuestra opiniones”, aseveró Carlos Wong, presidente de Azofras a finales de la semana.
Beirute y Tovar afirmaron en conferencia de prensa que ningún miembro de la junta directiva de Procomer se opuso a la idea de rescindir el convenio. La representación de las cámaras en ese cuerpo está compuesta por Enrique Egloff, presidente ejecutivo de la Cámara de Industrias y exgerente general de Cinde; Siany Villalobos de la Cámara de Exportadores; Arturo Rosabal de la Cámara de Comercio; Rigoberto Vega de la Cámara de Agricultura y Alfredo Volio como representante de los pequeños y medianos exportadores.
El apoyo empresarial es importante puesto que el cambio afecta al sector más dinámico de la economía (el régimen de zonas francas donde se instalan las empresas atraídas por Cinde), a los mayores exportadores del país como las multinacionales que manufacturan implementos médicos y a varios de los empleadores más grandes del sector privado.
Cómo venía funcionando
El tejido institucional que hoy modifica Tovar es inusual en el mundo y surgió cuando Costa Rica optó por abrazar un modelo de apertura económica, impulso a las exportaciones y atracción de Inversión Extranjera Directa (IED).
De la triada, Cinde es la entidad más antigua, pues se creó en 1982. En aquella época el país buscaba recuperarse de su peor crisis económica y la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo nació como una asociación privada que captó fondos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (AID) para ejecutar programas diversos de apoyo a los exportadores, capacitación al sector agrícola y atracción de IED.
Comex y Procomer nacieron durante la administración Figueres Olsen en una reforma de la institucionalidad que se mantiene vigente.
La ley de 1996 centralizó en la promotora las funciones que venían cumpliendo la Corporación de Zonas Francas de Exportación; el Centro para la Promoción de Exportaciones e Inversiones (CENPRO) y el Consejo Nacional de Inversiones.
Además, dotó de contenido presupuestario al Comex. Anteriormente, el jerarca del Ministerio de las Exportaciones era un ministro sin cartera que funcionaba con fondos de AID.
En todo el proceso de reforma, Cinde jugó un papel relevante. Tanto que la legislación prevé que Procomer esté encargado de “diseñar y coordinar programas relativos a exportaciones e inversiones, con sujeción a las directrices que dicte el Poder Ejecutivo. La ejecución de estos programas se coordinará con las entidades privadas, sin fines de lucro, relacionadas con las exportaciones y las inversiones”.
Así, la tríada quedó conformada por el ministerio, la promotora como una entidad pública no estatal y Cinde como entidad privada, apolítica y sin fines de lucro.
La combinación inusual aisló los procesos de atracción de IED de las pasiones de la política electoral, los vaivenes del jerarca de turno y les permitió tener continuidad durante casi 10 gobiernos de al menos cuatro distintos partidos políticos.
El peso cae ahora sobre los hombros de Procomer.