Era pequeño, tenía pocas tiendas, pero siempre estaba lleno; no se conseguía parqueo. No había mucho desarrollo en el cantón de Guachipelín por aquella época, pero la llegada de este gigante vino a cambiarlo todo. Cuentan que así fue la apertura del primer mall en Costa Rica. Y no, no fue el Mall San Pedro, sino Multiplaza, en Escazú, que abrió sus puertas el 19 noviembre de 1993.
“Abrió Multiplaza y Guachipelín empezó a poblarse de casas, de bancos, de oficinas. Fue algo increíble”, recuerda Graciela Sandí, vecina jubilada de la zona que siempre ha vivido en Escazú.
El mall fue un parteaguas para el sector y para los consumidores que nunca habían experimentado algo similar.
“En la inauguración, volvía a ver de un lado a otro y me decía: ¿estaremos en Chicago, en Miami o esto es Costa Rica?”, recuerda Rafael Ángel Calderón Fournier, expresidente del país e invitado de honor a la ceremonia de apertura de Multiplaza.
LEA MÁS: Los ‘malls’ aprovechan el fin de año con Mundial de fútbol para unirlo a las actividades navideñas
En aquellos años, la Avenida Central de San José era el epicentro de la actividad comercial del país. En los suburbios josefinos reinaban centros comerciales de menor tamaño, como el de Guadalupe (1973), Plaza del Sol en Curridabat (1984) o el Gran Centro Comercial del Sur en Barrio Naciones Unidas (1979). El Mall San Pedro ya estaba en construcción, pero el primero que abrió sus puertas al público lo hizo en Escazú.
“Ir de tiendas con tranquilidad mientras sus hijos se divierten en un cine en el mismo sitio ya no es un sueño lejano”, apuntó la Revista Dominical del periódico La Nación dos días después de la apertura del “Mall Escazú”, como también lo llamaban.
La oferta del mall era diferente: tiendas, supermercados, restaurantes y entretenimiento; todo bajo un mismo techo y en un espacio resguardado por seguridad privada.
El concepto es el resultado de una larga evolución. En el siglo XVIII, en Inglaterra, se construyeron avenidas rodeadas por árboles en las que la gente podía pasear y socializar. Más tarde se convirtieron en puntos concurridos para hacer compras. Fueron conocidas como malls.
La palabra se adoptó en Estados Unidos, donde el concepto evolucionó con la aparición en 1959 del Southdale Shopping Center en la ciudad de Edina, Minnesota. Este es considerado el primer ‘shopping mall’ completamente cerrado y climatizado de ese país.
En Costa Rica, el primer negocio de este tipo está próximo a cumplir los 30 años de vida. En este reportaje de ‘Hitos’ El Financiero repasamos cómo estos enormes vecinos llegaron para quedarse, cómo han configurado al país en las últimas décadas y qué les depara el futuro.
El origen y consolidación del mall
El próximo 19 de noviembre marcará las tres décadas de operación de Multiplaza Escazú, el primer proyecto de esta naturaleza que el salvadoreño Grupo Roble abrió en Centroamérica.
“Para hacer la inversión nos solicitaron teléfonos, servicio de agua y luz y que los conectáramos con la autopista. Era perfectamente razonable. Pidieron eso y empezaron de inmediato con las construcciones”, rememoró el exmandatario Calderón.
En sus inicios, la coletilla de “Escazú” era innecesaria para el centro comercial. No existía otro Multiplaza. Tampoco otro mall.
La exclusividad le duró poco. Dos años después, el 29 de junio de 1995, coincidiendo con la celebración de San Pedro y San Pablo, se inauguró el Mall San Pedro, un coloso de 90.000 metros cuadrados de construcción ubicados en varios niveles en Montes de Oca, San José.
Después de estas aperturas iniciales la lista creció con malls en otras provincias del Valle Central en la década de los 90 y fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM) en los 2000. Esta expansión marcó nuevas reglas para el sector comercial.
Los dueños de las tiendas pasaron de decidir sus propios horarios a tener que adaptarse a las reglas del nuevo centro comercial. No hacerlo podía desembocar en multas que persisten en la actualidad. La competencia se hizo más reñida, pues las grandes franquicias de ropa y accesorios empezaron a llegar al país.
Con el flujo de compradores y curiosos, las plazas de comida o food courts se volvieron puntos estratégicos y casi obligatorios para las principales cadenas de comida rápida.
“Ser uno de los primeros en contar con un formato para centro comercial ha sido relevante, pues nos ha permitido estar en contacto con personas que, justamente, están en un lugar buscando opciones convenientes para sus diligencias y que ofrezcan un servicio rápido”, comentó Wendy Madriz, supervisora de comunicaciones de Arcos Dorados Costa Rica, franquiciatario de McDonald’s.
Con los cines ocurrió otra transformación. Cinemark fue desde el inicio una de las anclas de Multiplaza. El Mall San Pedro abrió con la oferta del Circuito de Cines Magaly ya en funcionamiento. La incorporación de salas de cine a los malls resultó enormemente popular para los consumidores y golpeó al formato stand alone que predominaba antes. Hoy, el cine Magaly, en el corazón de la capital, es uno de los pocos que sigue operando sin ser parte de un mall.
Pero el impacto de los mall no se limita al ámbito empresarial. Estos espacios comerciales, tal vez por el elemento de seguridad, se han vuelto clave para los habitantes de la GAM.
“Los malls en general han venido cambiando el ‘mix’ para introducir nuevos servicios y nuevas opciones de entretenimiento. Son un lugar de encuentro, siempre estratégicamente ubicado, que ofrece horas de experiencias a cualquier consumidor. El reto es conseguir nuevas opciones para siempre innovar y mantenernos frescos ante nuestros fieles clientes”, detalló Daniel Solano, gerente general de Urban Edge, propietaria del Mall San Pedro, que recibe a unas 450.000 personas cada mes.
El Financiero hizo las gestiones para contactar a representantes del Grupo Roble por medio de su agencia de comunicación para este reportaje, pero la entrevista pactada fue cancelada y tampoco respondieron a preguntas enviadas por correo al cierre de esta edición.
Las historias y anécdotas en malls son incontables. Para muchas familias era como turistear en la capital, ya fueran vecinas de la GAM o de zonas alejadas del centro del país. Un ejemplo es el de María Delgado, relacionista pública y periodista de 27 años que vivió su infancia en la zona fronteriza con Panamá. Ella cuenta que conoció un mall por primera vez a sus 10 años, tras viajar casi 400 kilómetros desde Paso Canoas.
“Cuando yo era niña deseaba que llegaran las vacaciones de medio año. La ilusión que teníamos con mi familia era venir a San José para ir al mall. Yo crecí en Paso Canoas y allá no había mucho, solo podía ver los anuncios de las tiendas por televisión. La alegría era dar vueltas por los pasillos, ver los juegos que había e ir al food court porque era algo que no podíamos hacer todos los días. Cuando llegábamos, caminábamos toda la tarde por el mall, luego nos compraban algo de comer y nos hacía una enorme ilusión ver vitrinas”, describió Delgado.
La revolución de los malls también reclamó lugar en los medios de comunicación.
Yuri Jiménez, experiodista de La Nación que trabajaba para el medio cuando se abrieron los primeros malls, cuenta la experiencia de cubrir sus aperturas: “En 1995, por la televisión por cable, uno más o menos veía lo que era un mall en otro país y uno decía ‘wow’. Eran tiempos que no se pueden comparar con la época actual. Todo eran experiencias nuevas. Creo que el Mall San Pedro fue un antes y un después; los cines empezaron a ser maravillosos y sí puedo decir que hubo un cambio absoluto en el sector, porque la transición fue frenética y se multiplicó a todas las provincias”.
Jiménez firmó un artículo sobre la apertura de Multiplaza el 21 de noviembre de 1993, dos días después. Entre sus palabras, que parece recordar casi al dedillo se puede leer: “Hace varios años se veían solo en la televisión o en el cine, con sus tonos pastel, sus atractivas decoraciones, su claridad y limpieza, sus grandes ventanales, sus escaleras eléctricas movilizando cientos de personas cargadas de paquetes de distintos orígenes, que discurrían por los anchos corredores interiores en procura de lo que de seguro encontrarían allí. (...) Hoy los malls dejaron de ser una expectativa en Costa Rica para convertirse en una realidad”.
El panorama actual
La época dorada de los malls en el país se ha enfriado un poco en los últimos años por varios factores: una economía con crecimiento adormilado, los efectos de la pandemia de la covid-19 y el surgimiento de otros formatos llamativos para el consumidor.
El golpe más fuerte y puntual lo asestaron las restricciones a la movilidad y operación de empresas impuestas por el gobierno del expresidente Carlos Alvarado para intentar contener los males de la pandemia. Estas medidas ocasionaron que las tasas de disponibilidad en el sector comercial superaran el 10% (de desocupación de locales), que es el indicador utilizado por los expertos para identificar si el mercado de malls está sano.
LEA MÁS: Inquilinos de locales comerciales atrapados en el fuego cruzado de la lucha contra el coronavirus
La pandemia también espoleó la adopción del comercio digital y acostumbró al consumidor a la opción de esperar que comida y bienes lleguen a la puerta de su casa en lugar de salir a buscarlos.
“Después de la pandemia el retail nunca más será el mismo. Ahora las personas visitan el centro comercial con una decisión de compra ya tomada, la compra de impulso disminuye. El concepto de mall ha evolucionado a un lugar de experiencias agradables, un lugar de entretenimiento y esparcimiento seguro”, aportó Marilyn Meléndez, gerente de mercadeo de Paseo Metrópoli.
El nicho de obras comerciales se ha venido recuperando en el país y poco a poco los niveles de ocupación van regresando a estándares “saludables”, es decir, alrededor de un 90% del espacio total.
Las cifras dan pie para pensar que vendrán más proyectos comerciales, aunque no necesariamente con el formato de mall.
LEA MÁS: ¿Qué se puede hacer con un 'mall' desocupado?
“El mercado comercial experimenta un proceso de transformación, evolución y diversificación en los tipos de proyectos. Desde centros comerciales regionales tradicionales hasta centros de especialidad, pasando por plazas de conveniencia y centros comunales. Se han desarrollado distintos conceptos que han modificado los paradigmas existentes”, comentó Danilo Manzanares, vicepresidente Capital Market y Retail Group en Cushman & Wakefield.
Hacia el futuro
Parte de la dinámica regular de un mall es la rotación de sus inquilinos. Hay temporadas en las que se ven más aperturas o más cierres. Sin embargo, siempre existe el apetito por esos espacios en los concurridos pasillos.
“Los centros comerciales, a diferencia de los inicios de los 90, dejaron de ser tiendas, servicios y unas tiendas anclas para concentrarse en ofrecer experiencias. Las personas quieren disfrutar y quieren hacer cosas que le agregan valor adicional, quieren pasarla bien y así repetirán la visita”, comentó Julieta Bonilla, vocera del Grupo de Centros Comerciales y directora de mercadeo de Multicentro Desamparados.
Caminar un fin de semana por el mall en busca de ofertas o nuevos productos en las tiendas más reconocidas es un plan que sigue siendo atractivo para muchos costarricenses, pero hoy buscan algo más.
Para atender los nuevos gustos del consumidor, los malls amplían su oferta hacia espacios más abiertos, con luz natural y áreas verdes, con zonas gastronómicas dinámicas y variadas que cubran los distintos tiempos de comida, áreas de salud y bienestar —como gimnasios, salas de yoga, spa, clínicas médicas y estéticas—, tiendas de mascotas y sitios pet friendly.
La tecnología también jugará un papel muy importante en el futuro de los malls y la capacidad de crear un ecosistema de facilidades y multicanales. Al mismo tiempo, la relación con los inquilinos es fundamental, por ello los propietarios pueden apostar por cuotas de alquiler flexibles u otros convenios a modo de generar estadías duraderas.
“Es importante decir que la tendencia mundial va hacia dejar de construir malls en el sentido tradicional y empezar a pensar en espacios que fomenten la interacción social y que se conviertan en espacios más verdes y de esparcimiento. El consumidor sigue buscando las tiendas, pero a esto se le suma el deseo de estar en un espacio seguro en el cual se dan experiencias curadas para todas las edades”, mencionó Agustín Morales, director de diseño de Portafolio Inmobiliario, desarrollador de Lincoln Plaza.
Contar con activaciones y eventos constantes enfocados en los distintos mercados meta serán prácticas cada vez más necesarias a fin de mantenerse dinámicos, conectados con las personas y posicionados en el mercado.
LEA MÁS: Ocupación de centros comerciales vive dos realidade
Pasaremos de ver únicamente enormes gigantes de concreto a otros formatos llamados “usos mixtos”, donde las personas además de ir de compras tienen a mano opciones de oficinas, hospedaje o educación en un ecosistema que resuelve múltiples necesidades a la vez. Ejemplos de esto son Avenida Escazú, Escazú Village, Distrito 4 o Aleste.
Gracias a esa capacidad de reinventarse, los centros comerciales seguirán siendo lugares de importancia, entretenimiento e interacción social en Costa Rica en el futuro, según los especialistas consultados. La mezcla de negocios y actividades que tenga un mall será fundamental para sobrevivir en años venideros.
Mientras estos cambios acontecen, en el corazón de los costarricenses el Mall San Pedro y Multiplaza guardarán siempre un lugar especial como los primeros.